Ibiza, siempre vibrante y exclusiva, ha recibido este verano a una de las embarcaciones más imponentes del panorama náutico internacional: el yate Laurel. Con una eslora de casi 74 metros y una silueta que combina sofisticación clásica con tecnología moderna, esta joya flotante no sólo deslumbra por su opulencia, sino también por la historia de su enigmático propietario, quien trabajó codo a codo con el expresidente de Estados Unidos, Bill Clinton.
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El propietario del yate es un filántropo y amante del mar. Tom Golisano, fundador del gigante de servicios de nómina Paychex, no sólo revolucionó el mundo empresarial estadounidense, sino que también se dio un capricho a la altura de su legado: un superyate valorado en más de 45 millones de euros, que ahora surca las aguas de Ibiza como todo un símbolo de lujo flotante.
Este neoyorquino, que además fundó la Golisano Foundation y fue tres veces candidato a gobernador de Nueva York, compró el barco en 2010, apostando por la exclusividad y el confort extremo. Equipado con tobogán acuático, embarcaciones auxiliares de recreo, motos de agua y zonas de ocio a bordo, su yate es más que un medio de transporte: es un resort privado sobre el mar, disponible para alquilar por 525.000 € a la semana.
Curiosamente, Golisano no es sólo un nombre ligado a las finanzas o la filantropía. También participó en iniciativas globales junto al ex presidente Bill Clinton, quien en 2006 le pidió ser patrocinador fundador del Clinton Global Initiative. Tal fue su implicación que Golisano revisaba presupuestos con Clinton como si de una empresa se tratara. Hoy, lejos de los despachos, su joya náutica continúa hablando de él: un hombre que supo navegar el éxito… también sobre el agua.

El Laurel, hoy en día valorado en 66 millones de euros, no es simplemente un medio de transporte, sino un palacio marítimo que ofrece una experiencia sensorial completa, reservada a quienes pueden permitirse pagar 525.000 € a la semana. Este precio, que incluye tripulación completa y una gama de servicios de cinco estrellas, refleja no sólo el nivel de confort, sino también la exclusividad de formar parte del selecto club de quienes navegan por el Mediterráneo con semejante estilo.
Construido por Delta Marine en 2006 y posteriormente renovado, el yate destaca por su elegancia atemporal. Su diseño interior, firmado por Donald Starkey, está concebido para evocar serenidad, con maderas nobles, mármoles naturales y una paleta cromática suave que transmite lujo sin ostentación. El Laurel puede albergar hasta 12 invitados en siete camarotes palaciegos, incluyendo una suite principal con vistas panorámicas, gimnasio privado y baño de mármol digno de una suite presidencial.
A bordo, todo está pensado para el deleite. Desde una piscina con sistema de nado contracorriente, hasta una plataforma de baño que desciende directamente al mar cristalino. Los amantes del bienestar pueden disfrutar de tratamientos de spa, sauna y sesiones de yoga al amanecer, mientras que los más aventureros tienen a su disposición una flota de juguetes acuáticos de última generación, incluyendo motos de agua, seabobs y equipos de buceo.

Pero lo que realmente eleva el misticismo del Laurel es su trasfondo. Su propietario actual, cuyo nombre permanece en la esfera de la discreción, es un influyente empresario estadounidense con una trayectoria ligada al poder político. Fuentes cercanas aseguran que durante la presidencia de Bill Clinton, colaboró estrechamente en proyectos de alcance internacional, combinando diplomacia, desarrollo económico y tecnología. Esta conexión con el expresidente añade un aura de distinción al ya impresionante pedigrí del yate.
La llegada del Laurel a las aguas ibicencas no ha pasado desapercibido. Fotografiado desde la costa y seguido por curiosos drones, su presencia ha generado un revuelo mediático. No es para menos: Ibiza, habitual refugio de celebridades y magnates, sigue siendo escenario de la opulencia global, y el Laurel es su más reciente embajador del lujo silencioso.