Tributo eterno a un amor, por Rafael Chelala
Les voy a hablar de un amor eterno e inspirador entorno al Rolls-Royce. Con ello hoy ya entramos en materia después de mi introducción la semana pasada cuando os relataba mi pasión por el mundo del automóvil.
Si nos fijamos, la estatuilla del Rolls-Royce es un ángel. Siempre que se pueda considerar un ángel a quién sirvió de musa para llevarla a cabo: la eficiente y bella amante de un reconocido lord inglés del que hablaremos a continuación. En un intento de discreción inicial, en las primeras versiones de la estatuilla, la mujer tenía un dedo cruzando su boca y pidiendo silencio: The Whisper (El susurro).
La historia de amor frustrado detrás del símbolo del Rolls-Royce
Hablamos del amor entre John Walter Edward Scott-Montagu –Lord Montagu de Beaulieu- y, la que era su secretaria privada y amante: Eleanor Velasco Thornton. Una relación que, por supuesto, no podía ser admitida por demasiados motivos. Sobre todo, relativos a que ambos pertenecían a diferentes clases sociales.
Él era uno de los grandes impulsores en el innovador mundo de la automoción y su asistente le acompañaba eficientemente en sus importantes cometidos. Todo empezaría en el invierno de 1915 cuando este noble -con funciones de ingeniería en India entonces, Raj Británico- tras una dura reunión en Londres, se disponía a regresar -junto a su amor- a su puesto de responsabilidad en la Supervisión de Establecimiento de Transportes.
Ambos, viajaban en el buque de pasajeros S.S. Persia cuando, cruzando el mar Mediterráneo, el vapor de la compañía marítima P&O fue torpedeado por un submarino alemán. Acción que vulneraba tratados internacionales aún, en tiempos de guerra.
El barco se hundió cerca de la Isla de Creta y Eleanor, al igual que la mayoría de los pasajeros, murió ahogada tras el naufragio. Sólo unos pocos pudieron salvar su vida. Uno de los supervivientes fue lord Montagu que, tuvo la suerte de ser rescatado pero, perdió a lo que más quería.
Las mujeres, eternas musas de la automoción
Amantes o no, la automoción no sería lo que es hoy en día sin la inspiración femenina y, en este caso todo apunta a que detrás de esta escultura icónica del Royce, existía esta historia de amor oculto. Un símbolo que presidiría para siempre el que ya era por aquel entonces considerado el mejor coche del mundo. Así, esta escultura con forma de mujer se fundía a esta pieza maestra de ingeniería y el diseño en el Rolls-Royce, cobraba cuerpo y alma.
La estatuilla de Eleanor fue esculpida con un camisón vaporoso y sensual que jugaba con el viento y que, al parecer, formaba las alas de un ángel simbolizando el deseo que despierta un Rolls Royce. La ideó el escultor Charles Robinson Sykes, amigo personal de Lord Montagu.
Al margen de esta historia de amor y pasión, Eleanor Velasco Thornton siempre fue reconocida como una persona cercana y eficiente tanto para el artista como para su hija Jo Sykes. Se referían a ella como una gran fuente de inspiración y una excelente persona. Thorn es reconocida como la modelo que identifica a la marca a perpetuidad y además como “Elli in her Nighttie” (Elli en camisón), para los entusiastas de Rolls Royce.
Los coches y sus icónicos emblemas
Rolls-Royce no fue, ni mucho menos, la primera marca en adornar su frontal con un emblema que identificase al fabricante. En un principio, se llegó a pensar que estorbaría la visión del conductor y que no era necesario para tan excepcional creación, considerándose suficientes sus “erres”superpuestas. Sin embargo, desde entonces puede considerarse a esta mujer probablemente como el mayor símbolo de lujo en la historia de la automoción.
Este icono femenino sirve para identificar a la mítica marca y también para ver cómo la fantasía ha mitificado el que para muchos ha sido y sigue siendo el mejor automóvil que existe. La sensación de conducir un coche con esta pequeña escultura sobre una parrilla dórica lo hace único y parece mentira que aún esta mal llamada ‘mujer alada'(modo de Victoria de Samocracia), sea tan elegante y soporte tan bien el paso de los años.
Los coches de lujo con estos emblemas sobre el capó tienen una ventaja añadida sobre los competidores porque, trasladan una sensación extra al conductor y a los pasajeros. Agregan, de alguna manera, una importante nota de exclusividad. Ventaja que también considero que tiene Mercedes-Benz sobre, por ejemplo, BMW. Pero son emblemas de los que se puede prescindir e incluso en el caso de muchos modelos de su primo-hermano Bentley (en sus versiones deportivas) cambiar prescindiendo de su “B” alada.
El alma del Rolls-Royce
En el caso concreto del Rolls-Royce se vuelve inconcebible la conducción sin esta pieza de arte ya que es su alma. Un elemento que lo hace único y que ha perdurado con matizaciones a lo largo de un siglo ya que fue incorporada en sus modelos de serie y para siempre desde el año 1920.
De hecho, y tal como se pretendía desde su diseño y encargo inicial, parece que la estatuilla cobrara vida en la conducción con su exposición a elementos externos como el viento o, la lluvia. Y, como si de un mascarón de proa se tratase, muchas veces parece volar de forma autónoma delante del capó del automóvil. Esto fue precisamente lo que se plantearon Charles Rolls y Henry Royce con su proyecto automovilístico: la sensación de emoción y velocidad que suponían coches que ‘volasen’ sobre las carreteras. En definitiva, lo que se denominó el ‘Espíritu del Éxtasis’.
La estatuilla ha tenido distintas variaciones de diseño a través de los años y se ha realizado en oro, plata, bronce e incluso, en diamantes. Algunas versiones actuales son en color negro para proyectar una mayor juventud a modelos de la marca, e incluso como si fuesen de cristal iluminadas o con iluminación desde su base. Yo no podría recomendar otra que no sean las clásicas de aleación metálica que, además son las más elegantes. Algunas versiones tienen a la mujer arrodillada en vez de estar de pie e inclinadas. Estas reinterpretaciones se incorporaron en los años 30 en su modelo Phantom para transmitir una mayor sensación de aerodinámica y deportividad a las nuevas creaciones del fabricante. Pero, realmente Eleanor no debe de arrodillarse ante ninguno de sus propietarios. Solamente acomodarse a las épocas y diseños de los vehículos.
Siempre, una de las lógicas preocupaciones de propietarios de estos automóviles ha sido que les roben la preciada estatuilla. Algo que puede además -en algunos modelos clásicos-generar importantes daños en otros elementos del vehículo como la propia parrilla o el capó. Actualmente, los emblemas son de una menor dimensión que en modelos anteriores y además son retráctiles dentro de la parrilla evitando así, que puedan ser arrancados. Por último, una curiosidad más es la prohibición, por parte de la Unión Europea, de las estatuillas iluminadas . No por su discutible gusto sino por no cumplir estándares de contaminación lumínica. Algo que no deja de parecer otra leyenda esta vez, rozando lo absurdo.