Hace no mucho hablé de Tesla y su serie S, que recientemente ha batido el récord por ser el coche de producción en serie con mayor aceleración del mundo. ¡Una berlina que corre más que cualquier otro coche! Y que, además, lo fabrica una marca de tecnología. Así, las cosas, lo cierto es que, a pesar de mis reticencias iniciales a la aventura electrificada, ya no se puede pasar por alto lo que es la tendencia actual.
El primer baño de realidad sobre las posibilidades de esta tecnología lo percibí en las carreras de Fórmula E, evangelizando desde cero algo que parecía imposible. Desde luego el tema iba en serio, y ya sabemos que cuando las marcas se meten en competiciones significa que los productos destinados al consumo van a tener desarrollos exponenciales. Conducir un Tesla ya me situó en otra dimensión sobre las posibilidades de estos vehículos, si bien, sigo pensando que la electricidad es una tecnología energética transitoria en la automoción hacia otras que vendrán mucho más sostenibles. Pero desde luego, sentencia a muerte a medio plazo al motor de combustión tal y como hoy lo conocemos.
El esfuerzo por la sostenibilidad ya está, o debería de estar, en la mente de todos, y las reglas del juego están cambiando radicalmente. La innovación no sostenible no es admisible y todo lo sostenible es innovador. Pues bien, tras dejar aparcado un bonito cupé de los setenta, del que hablaré, me encuentro con algo completamente nuevo, y que sinceramente me ha parecido indescriptible en sensaciones. Se trata del Porsche Taycan Turbo en su atractiva carrocería Sport Turismo. Me recordó a la primera vez que subí en un Boeing Dreamliner, y que entonces te percatas de que algo ha cambiado radicalmente en una industria. Eso es lo que ha pasado con Porsche con su creación eléctrica de nombre turco, y que hace referencia al caballo del escudo de la marca. Porsche ha exprimido la tecnología y las posibilidades hasta llegar a un producto que simplemente es fascinante, porque parece de ciencia ficción. El Taycan te traslada a las sensaciones de un Fórmula 1 en un mundo de silencio irreal.
Tesla fue una demostración de que se puede partir de una idea y liderar un cambio gracias a la tecnología. Hasta el punto de que nada más y nada menos que Mercedes-Benz en su buque insignia, la clase S, la berlina de lujo de referencia y por excelencia en la automoción, emula su interior a modo de rendición y con desacierto hacia su tradición. Pero hablando de Porsche, ya vimos aquella época en la que no estaba en su mejor momento y que gracias al 996 salva una estirpe. Ahora Porsche sí que está en momento de gloria, gracias a esos sacrificios pasados, y se pone manos a la obra con su Mission E.
Así, el Taycan es un desarrollo eléctrico desde cero para la marca, un lienzo en blanco. Lógicamente tiene la referencia de su rival norteamericano, que habrán diseccionado hasta el detalle. Pero Porsche hace algo distinto, demostrando que ellos sí que llevan muchos años haciendo los mejores deportivos con altísimos estándares de calidad. Pese a ser un coche nuevo, se respira el espíritu de la marca por todos lados, no hay duda de lo que es. Su diseño exterior está pensado para que el viento fluya lo mejor posible a altas velocidades extendiendo su autonomía al máximo, dentro de las grandes limitaciones todavía de los eléctricos. Pero Porsche lo hace sin comprometer propuestas conceptuales arriesgadas o impersonales. Ha quedado un coche muy bonito y estudiado, demostrando que la aerodinámica no está reñida con el diseño y hasta llegar a un CX de 0.22, el mejor obtenido por el fabricante en su historia en un producto destinado a la comercialización. Destacan especialmente las canalizaciones de aire en los laterales de los faros denominadas air courtains, que caracterizan al modelo, y luego muchos otros detalles como los tiradores retractiles que evitan todo tipo de turbulencias exteriores. Únicamente echo de menos unas puertas con absorción o automáticas que permitan acertar en el cierre a los que no nos gustan los portazos.
El interior del Taycan es Porsche al cien por cien y con muchísima tecnología, pero muy bien dispuesta, con mucha elegancia. Arranque tradicional a la izquierda del volante, relojes digitales al estilo Porsche ‘de siempre’, y nada más y nada menos que cuatro pantallas dispuestas en el salpicadero. Hasta el copiloto tiene su propia pantalla, con mucha información y conectividad. Pero no parecen una serie de Ipads superpuestos, como en otras marcas. Aquí todo está perfectamente integrado con un acabado de altísima calidad. No hay pantallas ‘en el aire’ o sobredimensionadas, todo está donde tiene que estar, así da gusto. Y por cierto, el paquete chrono es un must para los porchistas, y el toque analógico entre tanta tecnología, aunque también sea parcialmente digital, lo digital no se percibe distinto por lo elegante, este es el gran mérito.
Y como no me gusta mucho explayarme en descripciones técnicas, sino que, en sensaciones, el Taycan diré que simplemente es otro mundo. Es como desplazarse en un vehículo irreal. El coche vuela en silencio con una aceleración sobrenatural, se pone a 100 en menos de tres segundos. Literalmente, y aunque no utilices el launch control, te quedas pegado al asiento.
También me gusta mucho la opción de sonido artificial eléctrico que se ve que está muy trabajada por Porsche desde sus modelos híbridos de competición, y que ya montaban los innovadores Fisker Karma. Tiene sentido dotarlo de un sonido, que además alerte exteriormente de su presencia, y más si es tan agradable. Los distintos modos de conducción se seleccionan en el propio volante, porque es un gran deportivo, con opciones desde muy eficientes hasta muy deportivas, y que configuran cada una no solo los motores, sino que el vehículo completo. El modo denominado gravel, es el único que se activa en la pantalla central, y permite ajustar el vehículo para circular por caminos no asfaltados, elevando algo mas el vehículo del suelo.
La tecnología del Porsche hace muchísimo por optimizar la autonomía de sus cuarto motores, uno en cada rueda, que además permiten que tanto detrás como delante tengamos maletero para que cuatro o cinco ocupantes, según versiones, viajen cómodamente con equipaje. Y lo que parece una tontería, pero es muy cómodo para los que ya tenemos experiencia con algún eléctrico, el hecho de que podamos guardar los cables de conexión donde mejor nos venga para enchufar el coche. Y por cierto, también está dotado de un enchufe a cada lado, evitando pasar cables por encima y dañar la carrocería con los enchufes y el transformador. Además, es muy destacable su buen comportamiento, con un reparto de pesos en los ejes al cincuenta por ciento y con las baterías en medio, debajo del habitáculo, lo que por otro lado genera un suelo plano interior, pero perfectamente integrado. El conjunto, así gestiona a la perfección sus hasta 761 caballos de potencia, que ojo, no es ninguna tontería, y requiere de mucha cabeza y temple. No es un coche para cualquiera, recorre en segundos muchísimos metros, puede ser peligroso y las multas importantes.
El coche lógicamente es caro y puede ponerse en su versión Turbo S en 200.ooo euros con facilidad, pero es que se puede aspirar a poco más, y se mueve en la órbita de prestaciones de súper deportivos más caros. Sin embargo, la versión ‘normal’ el Taycan ya es una excelente opción, por la mitad de precio y equipada con un buen paquete de extras. Nos olvidamos además de la gasolina para siempre, con un coche que es la mejor demostración del nuevo liderazgo de la marca germana en el sector más exigente. Para viajes largos, y como en cualquier vehículo similar sin opción de motor de combustión, hay que planificar ciertas paradas y podría ser estresante en ocasiones ver cómo el nivel de batería baja. Pero, si la idea es no hacer viajes largos habitualmente, y poder enchufar en los distintos destinos el coche a base de pequeñas cargas, es una opción para olvidarse de cualquier otra y disfrutar de un concepto completamente nuevo y muy futurista.