El hombre que apostó al negro y salió rojo, y su Golf GTI, por Rafael Chelala

Volkswagen
Golf GTI Mk1 / Foto: Volkswagen newsroom
  • Rafael Chelala
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La historia de una de las marcas más importantes de la automoción, y por ende de unos de los modelos más icónicos, comienza antes de la II Guerra Mundial, por el genio de origen checo Ferdinand Porsche. Adolf Hitler le hace una de sus personas de confianza, y clave dentro del Reich con el encargo no sólo de que diseñase material bélico, sino que produjese el ‘automóvil del pueblo’, el ‘Volkswagen‘. Uno de los grandes símbolos del socialismo que instauraba en Europa el régimen de la esvástica. La historia es interesante y tendremos ocasión de abordarla. Hay que añadir en descargo de Volkswagen que en aquella época todas las marcas germanas colaboraban activamente con el nacionalsocialismo, también por supuesto BMW, Opel o Mercedes Benz; todas ellas muy involucradas en el diseño y fabricación de material bélico.

Dentro de este encargo de Hitler que revolucionaría la industria de la automoción, surge el resultado, que es el popular escarabajo, el ‘Käfer’ en cuyo diseño se involucró personalmente, no delegando todas las decisiones en el ingeniero. Se trataba de un vehículo que se produciría en la fábrica más grande de Europa, que competiría con los productos franceses y que sería símbolo del desarrollo de Alemania. Un vehículo concebido como asequible y fiable, y cuya producción en serie no comenzaría hasta el año 1945 con la fábrica ya en manos de los aliados, una Alemania derrotada, y Ferdinand Porsche hecho preso y obligado a trabajar para la automoción francesa. Pero el Escarabajo perduró y llegó a ser considerado el coche del siglo, siendo un producto que se mantuvo durante décadas partiendo de esas premisas de simplicidad y bajo coste, e incluso llagando a ser un icono de la cultura hippie. Su mecánica, de la que derivaría la de los Porsche 911; motor trasero con los cilindros dispuestos en bóxer, tracción trasera y una efectivísima refrigeración por aire del motor, diseñada en su momento para soportar las campañas militares nazis en los calurosos desiertos africanos, y ahorrándose los inconvenientes que podrían suponer averías en el sistema hidráulico.

El hombre que apostó al negro y salió rojo, y su Golf GTI, por Rafael Chelala
Foto: Javier Churruca

Y ¿por qué os cuento todo esto si iba a hablar del Golf GTI?, porque es imposible entender bien el cambio que supuso en la marca el nuevo Golf sin entender el riesgo del fabricante sacrificando absolutamente la concepción de esta gallina de los huevos de oro. Pero es que el Golf fue otra nueva revolución. Mantiene mucho de la filosofía del Beettle, pero rompiendo e innovando con una concepción mecánica absolutamente distinta. El motor pasa de detrás a delante, y la tracción también. Todo fuera de lo que venía siendo habitual en la industria, donde lo que se concebía era la tracción trasera con independencia de la disposición del motor que además en el nuevo VW era transversal, mejorando muchísimo el equilibrio del conjunto. Se descartan asimismo la filosofía bóxer y también la refrigeración por aire.

Otra de las importantes características de este nuevo automóvil, que comienza a producirse en 1974, es que su diseño le fue encomendado a uno de los grandes italianos de la época, a Giorgetto Giugiaro, al que le gustaban las líneas rectas, concepciones papirofléxicas en sus diseños, y que también ideó el maravilloso DeLorean, del que ya hemos hablado en Cool, entre otros grandes automóviles. Si nos fijamos en el Golf MK1 (generación primera), serie que sale de su estudio Italdesign Giugiaro, prácticamente no hay curvas, hasta los faros fueron concebidos cuadrados, si bien se sustituyeron en los prototipos finales por redondos, aunque se conservaron así en las versiones americanas por la normativa de estandarización de componentes.

El hombre que apostó al negro y salió rojo, y su Golf GTI, por Rafael Chelala
Foto: Javier Churruca

Realmente este diseño de aspecto irrompible del italiano ha sido una de las claves del éxito del utilitario alemán, y es que esta simbiosis suele funcionar a la perfección. Lo mismo ocurrió con Bruno Sacco, otro italiano responsable de bellísimos Mercedes como el S (W126), una de las berlinas más bonitas de la historia del automóvil. Pero volviendo al Golf su diseño se concibió por Giugiaro para no complicar su producción y economizar, sus componentes eran fáciles de estampar y de montar, y los cristales altos hacían ver mucha chapa, lo que le dota de un aspecto muy robusto.

El hombre que apostó al negro y salió rojo, y su Golf GTI, por Rafael Chelala
Foto: Volkswagen newsroom

El Golf GTI es icónico, sus siglas de gran turismo inyección, representaron un punto de inflexión en la industria. Un pequeño coche de diseño funcional con prestaciones y comportamiento muy deportivo, y además con tracción delantera, aunque luego llegasen versiones con tracción total. Y sobriedad absoluta en su interior, todo hecho para durar y para funcionar a la perfección. Dos elementos también diferenciadores, su tapicería de tartán, que introduce un componente británico y la bola de golf de pomo de la palanca de cambios. Pero no hay que confundirse con esto último, ya que su nombre se debe no al deporte, sino a la corriente del golfo, que en alemán se denomina ‘Golf’. Porque los Volkswagen tienen nombres de vientos: Jetta (jet stream); Polo (viento polar); Passat, Bora, Scirocco …

El hombre que apostó al negro y salió rojo, y su Golf GTI, por Rafael Chelala
Foto: Javier Churruca

Para la versión Cabrio, se recurrió al fabricante alemán especializado en descapotar coches: Karmann, quien también ya había descapotado al escarabajo, y que hizo una fantástica adaptación del modelo que perduró generacionalmente, y con un claro aire girly en su versión totalmente blanca.

La primera generación del GTI reinó prácticamente en solitario, pero ya en la segunda la competencia aprendió la lección con vehículos como el Peugeot 205 GTI o el Opel GSI, éste de público distinto, tan efectivo como el Golf y ambos competidores más rápidos. El segundo GTI de Golf se comenzó a producir en los años 80 y con él llegaron las versiones supervitaminadas como el 16V o el G60. Sin perjuicio del valor que tiene la primera de las versiones, también en términos económicos para coleccionistas, a mí esta segunda generación me gusta muchísimo. Me encanta su concepción y diseño, el sonido del motor, su esencia alemana y sobretodo unos desarrollos y tacto del cambio acertadísimos, que potencian al máximo su deportividad.

El Golf GTI hoy en día ha quedado diluido dentro de una inmensa oferta de modelos similares, y no presenta más rasgo diferenciador que lo que fue en su día, su glorioso pasado, pese a seguir siendo una magnífica opción. Era un coche con el que podías ir a cualquier lado, y siempre quedar bien sin gastarte un dineral. Yo siempre pensé que era como el Swatch en el mundo de los relojes, en lo que se refiere a concepto y a público. Esto es precisamente lo que trataba de simbolizar aquel fantástico spot del hombre que salía del Casino de Montecarlo y que había perdido todo su dinero apostando en la ruleta al color equivocado. Eso además de otra serie de infortunios. Pero ante el cúmulo de desgracias y entre lujosos Rolls y Bentleys aparcados, introdujo la llave en la cerradura de su Golf GTI. Porque todo el mundo necesita algo en lo que pueda confiar ¿o no es así?