El mundo del vino es tan complejo como apasionante, es una auténtica corriente cultural repleta tanto de anhelos y notas, así como de creencias y palabrería. Muchos hablan de vino, pocos lo hacen con acierto, y en muchos casos debemos desaprender lo aprendido. Prueba de ello es la gran cantidad de mitos que se han originado alrededor del consumo y disfrute del vino. El más extendido a lo largo del mundo es el de establecer que con el vino blanco se ha de tomar pescado y con el vino tinto carne… No es del todo incierto, pero esta verdad es de todo menos completa. ¿Es un mito todo lo que sabemos del vino? A continuación desvelaremos falsas creencias a la hora de maridar, no sólo carne o pescado, sino también la pasta, el jamón ibérico y los postres. Más de uno te sorprenderá…
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Mitos sobre el vino a la hora de maridar
Jamón ibérico
De la misma manera que sucede con las carnes rojas, por extensión también se cree que el jamón 100% ibérico de bellota se debe maridar con vino tinto… Nada más lejos de la realidad, ya que el vino tinto cuenta con una mayor presencia de taninos (lo que les aporta mayor amargor) que merma y diluye el sabor del jamón.
Por ello, lo más recomendable es acompañarlo de un vino blanco muy suave, bajo en taninos y con un toque de acidez, que ayude a eliminar la grasa del jamón de la boca y fomente más su sabor, haciéndolo más intenso y persistente.
Pasta
La pasta, uno de los platos más versátiles de la gastronomía. Puede maridarse de múltiples maneras, incluso cuando hablamos de vinos. Todo depende de cómo se cocine la pasta y su acompañamiento.
La pasta más tradicional, con tomate, pide un vino tinto con mayor tanino para compensar la acidez de la salsa. Por otro lado, si está acompañada de una salsa a base de quesos, boletus, pesto, carbonara o diferentes hortalizas, su mejor compañero será un vino blanco, más fresco y con sabor afrutado.
Pescado
Siempre se ha pensado que el mejor acompañante para el marisco o el pescado es un vino blanco seco, dada la ausencia de taninos en ellos permite potenciar mejor su sabor delicado. Pero no tiene por qué ser así y la respuesta está en la acidez, su contenido en grasa o la intensidad de su sabor.
De esta manera, si optamos por un pescado graso o semigraso, como el salmón o la dorada, lo ideal es acompañarlo con un vino tinto sedoso, potente y con una acidez elegante. Por otro lado, los pescados blancos que tienen un menor contenido graso, tales como el bacalao o el lenguado, se deberían acompañar por vinos tintos muy afrutados y aromáticos, pero suaves, que acompañen pero no pisen.
Carne
Sí, la carne roja marida exquisitamente con vinos tintos, pero las aves como el pollo, las carnes blancas como el cordero o las ahumadas, maridan mejor con vino blanco versátil y armonioso en intensidad.
Postres
El postre para el final. Idealmente, el momento dulce debe ser acompañado por vinos espumosos, sin embargo, en este caso hay múltiples opciones válidas: vino dulce, blanco seco o incluso tinto. ¿A quién no le gusta una tabla de quesos para finalizar una deliciosa comida acompañada de un vino tinto?
En resumen, lo más importante a la hora de elegir es ser consciente y priorizar que ambos se complementen, pero que no se pisen, que se potencien el uno al otro y encuentren un equilibrio perfecto, en el que puede haber contrastes y no ser armónico completamente.