Ruta por los mejores balnearios de Hungría
Casi 1.500 manantiales de agua termal, más de 270 tipos diferentes de aguas minerales y medicinales, recursos naturales curativos e infinitos tratamientos de salud y bienestar, no es de extrañar que Hungría tenga todos los ingredientes para ser considerado el país de los balnearios.
Budapest: capital balneario
De todo el territorio, sin duda su capital, Budapest, es la primera parada para descubrir el país. No hay ciudad en el mundo con tantos balnearios termales por metro cuadrado como en el corazón de Hungría. Allí, los más de 2.000 años de cultura balnearia cobran vida a través de su red de manantiales de agua e infinitos tratamientos que, junto con su imponente arquitectura, hace sentir al visitante como si estuviera a las mismísimas puertas de un museo.
Uno de los más reconocidos en la capital es el balneario Széchenyi. Conocido por los lugareños como ‘Sechka’, este balneario cuenta con un total de 21 piscinas, cuya composición química de su agua termal es muy similar a la del Nilo. Aunque probablemente muchos lo conocerán por las mundialmente famosas partidas de ajedrez que juegan en su piscina al aire libre.
Otro de los más reconocidos es sin duda el balneario Gellért, a los pies de las Colinas de Buda. Este balneario es uno de los ejemplos más destacados del Art Nouveau húngaro. Por cierto, ha sido testigo de varias películas de éxito y celebridades como Ryan Gosling no han podido evitar sumergirse en sus aguas.
Viajar al pasado
Aunque si lo que se busca es revivir la atmósfera de los tradicionales baños turcos, el Baño Veli Bej, del siglo XVI y el Balneario Rudas, de casi 450 años de antigüedad, son el refugio perfecto.
Arquitectura de vértigo
Los balnearios de Hungría tienen una arquitectura de vértigo. El Hagymatikum, diseñado por el reconocido arquitecto húngaro Imre Makovecz, es uno de los tesoros de la arquitectura orgánica en el país. Aunque desde fuera recuerda a una iglesia católica, al entrar en el balneario los visitantes quedan cautivados por la visión del árbol de la vida que aparece en los cuentos populares húngaros y la mitología pagana.
Lagos termales de récord
Es Hévíz el lago de aguas termales más grande del mundo. Solo el hecho de flotar entre los nenúfares rojos que salpican la superficie ya es una experiencia en sí misma. Sin embargo, este lago curativo es conocido por los húngaros por su fondo, revestido con una profunda capa de barro medicinal.
Por su parte, Bükfürdő es el segundo complejo de baños más grande de Hungría y ofrece terapias que consisten en bañarse y beber de su agua termal medicinal, que tiene un contenido mineral excepcionalmente alto. Los más atrevidos deberían probar la «sauna del diablo»a 100 °C.
Entre cuevas y volcanes
Además, Hungría cuenta con cinco cuevas que, gracias a sus microclimas, ayudan a mejorar las afecciones respiratorias. Una de las más visitadas es la cueva terapéutica en el hospital municipal de Tapolca, aunque también esperan con su imponente belleza la cueva de Abaliget; la de István, en Lillafüred; la cueva de Szemlőhegy, en Budapest; o la cueva de Béke, en Jósvafő.
Terminamos este paseo curativo en el pueblo de Mátraderecske, al norte del país, donde desde una profundidad de aproximadamente 1.000 metros brotan gases de dióxido de carbono de actividad postvolcánica, recomendados especialmente para enfermedades arteriales periféricas relacionadas con la diabetes.