Ikigai no es solo una filosofía japonesa que te ayuda a encontrarle sentido a la vida, también es una de las interesantes aperturas de las que disfruta Madrid desde hace dos años. Fue en el año 2018 cuando el chef Yong Wu Nagahira abrió Ikigai a pocos pasos detrás de la Gran Vía, y desde entonces, se ha convertido en una de las direcciones más interesantes para disfrutar de la gastronomía japonesa. Después de hablar de la fusión argentina-israelí de Fayer, y la carta asiática del londinense Kiln, toca hablar del madrileño Ikigai.
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La dirección
Se encuentra en la Calle de la Flor Baja, una zona poco gastronómica y con pocos locales interesantes que, sin embargo, tiene a pocos pasos muchos restaurantes asiáticos. Además, está cerca de una de las vías principales de Madrid: la Gran Vía. Al ser asiático, tenía que estar situado allí. Además, ¿hay algo mejor que disfrutar de esta calle después de una cena o una comida en Ikigai?
La decoración
Japón se nota en los cuatro costados, aunque no de manera tan evidente. La cocina está algo escondida aunque sabes lo que pasa, el blanco y la madera conviven a la perfección… Y de vez en cuando en cuando elementos marinos que te recuerdan que estás en un restaurante en el que el pescado es importante. La austeridad japonesa se respira en Ikigai, dándole principal protagonismo a los platos.
La cocina
En Ikigai se fusionan España y Japón de una manera epatante, logrando platos interesantes para cualquier sibarita. Para probar esta cocina es interesante pedir una de sus novedades, el menú Omakase, que promueve esta fusión. En él encontramos platos como una crema edamame con espuma de jamón ibérico, la gamba blanca al pilpil de lubina con wasabi o las gyozas de gamba blanca. Si no la carta también es un buen ejemplo de otros platos donde hay una clara fusión entre ambas gastronomías.
El plato
Quedarse con uno es solo es complicado, aunque hay grandes icónicos en Ikigai de los que es necesario hablar. Por un lado, la gyoza de sobrasada ibérica con ponzu brava y por otro, sus deliciosos nigiris: de atún akami, de lubina, de hamachi, de pez mantequilla de miso dulce flambeado, de toro ahumado con crema de aguacate, fideos de daikon encevichados con yuzu… También es recomendable probar uno de sus platos nuevos, su carbonara de atún. Una pasta realizada con udon -claro-, salsa carbonara realizada a base de emulsión de huevo, grasa de atún y queso parmiggiano y un toque de polvo de anchoa y lagarto de atún, que está ahumado, lo que recuerda al sabor del clásico guanciale.
El servicio
Si te colocas en la zona de barra, más informal, siempre tendrás el chef más a mano y podrás enterarse de lo que se cuece en la cocina. En la zona del fondo -porque el restaurante está separado en dos áreas-, el ambiente es más relajado y en el servicio se nota. ¿Lo mejor? Dejarse asesorar y ser consciente de que el pescado es una gran materia prima en Ikigai. Es delicioso dejar que te expliquen los platos, ya te los imaginas antes de comerlos. ¡Qué aproveche!
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