Hay imágenes que evocan instantáneamente una sensación de evasión, de lujo absoluto, de vacaciones soñadas. Una de ellas, sin duda, es la de una piscina perfecta. No cualquier piscina, sino aquellas que han trascendido su función básica para convertirse en iconos arquitectónicos, escenarios de ensueño y símbolos de un estilo de vida sofisticado y sin prisas. Algunas se encuentran en los hoteles más exclusivos del mundo; otras, en lugares remotos donde el agua parece flotar entre montañas o fundirse con el mar. Te llevamos a un viaje por las piscinas más impresionantes del mundo. Una oda líquida al diseño, la arquitectura y el hedonismo.
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Marina Bay Sands, Singapur: el vértigo del lujo
La piscina infinita del Marina Bay Sands no necesita presentación: es, probablemente, la más fotografiada del planeta. A 200 metros de altura, en lo alto de una estructura que simula un barco posado sobre tres rascacielos, este espejo de agua de 150 metros de largo ofrece vistas panorámicas del skyline de Singapur que cortan la respiración. Es accesible sólo para los huéspedes del hotel, lo que refuerza su exclusividad.

Hanging Gardens, Bali: levitar sobre la jungla
En el corazón verde de Ubud, este resort boutique alberga una de las piscinas más bellas —y premiadas— del mundo. Se trata de una piscina doble en voladizo, que parece flotar sobre la selva tropical. Su forma orgánica, su construcción con piedra volcánica y su perfecta integración en el paisaje la convierten en un templo del descanso.

Hotel Caruso, Ravello: elegancia suspendida
Imagínate nadar en una piscina infinita desde la que se contempla toda la Costa Amalfitana. El Hotel Caruso, una antigua villa del siglo XI restaurada con mimo, se alza sobre el acantilado en Ravello. Su piscina, situada en la terraza superior, ofrece una de las vistas más románticas del planeta. El agua se funde con el cielo, y las buganvillas enmarcan el espectáculo. Todo aquí huele a dolce vita, a cine clásico y a escapadas sin fecha de regreso.

Amangiri, Utah: belleza desértica y minimalismo extremo
En el desierto de Arizona, Amangiri redefine el concepto de lujo. Su piscina, esculpida alrededor de una formación rocosa natural, se integra con el paisaje árido y monumental. Aquí no hay ornamentos ni artificios: el lujo se mide en silencio, espacio y tiempo. La paleta de colores —arena, piedra, agua— armoniza con el entorno, y la experiencia es casi mística. Perfecta para desconectar del mundo, reconectar con uno mismo y dejarse llevar por el ritmo lento del desierto.

One&Only Reethi Rah, Maldivas: privacidad líquida
En este resort de las Maldivas, cada villa cuenta con su propia piscina privada. Pero no son simples piscinas: son esculturas de agua que se abren directamente al mar turquesa del Índico. Algunas tienen forma de media luna, otras de gota de agua, y todas están rodeadas de vegetación tropical, ofreciendo una privacidad absoluta. El lujo aquí se mide en quietud, en tiempo sin interrupciones, en baños al atardecer sin más compañía que el sonido de las olas.
