Jaime Monge, el artista madrileño del momento: «El 99% de una obra es emoción y el 1% detalle técnico»
Jaime Monge es uno de los artistas más destacados de la escena madrileña. Entrar en su estudio-galería es sentir un vértigo bello, es donde nacen sus obras de arte, donde sucede la magia que comenzó siendo sólo una idea. Nos damos cita en la calle General Arrando donde descubrimos cómo diminutas personas inundan sus cuadros. «La persona siempre va a ser el hilo conductor de mi obra. Me parece que es importante que podamos conectar con ellas y que puedas vivir las mini experiencias que tiene la obra dentro», nos explica. Su inspiración nace «en todos los lugares», así que comenzamos la entrevista rápido no vayamos a interrumpir una idea…
Pregunta: Lo primero, gracias por recibirme en tu estudio y dejarnos conocer más de cerca tu obra. Resulta llamativo cómo cambia una obra vista a través de la pantalla del ordenador a tenerla delante y poder observar cada detalle. Son escenas muy cotidianas del día a día, ¿verdad?
Respuesta: Totalmente, es una representación de escenas cotidianas, intrahistorias dentro de la obra. Mis cuadros giran en torno a la persona, al ser humano, cosa que nos conecta a todos, todo desde una visión muy global. Quito los rasgos a la persona y les tiño de negro para que todos podamos conectar con esta persona que ves en el lienzo. Viven y representan historias de nuestra vida, memorias tanto mías como de muchos y elementos que te unen mucho con la obra.
P: Entiendo lo que dices de no poner una cara clara, así cada uno puede verse identificado en diferentes escenas, diferentes personajes… ¿Es ese tu objetivo?
R: Busco una crítica constructiva hacia la necesidad de saber quién está detrás de cada una de esas caras y esos cuerpos. Me parece que es importante que todos nos podamos conectar con cada una de las personas y que puedas vivir las mini experiencias que tiene la obra dentro.
P: En tus obras he observado que hay muchos objetos como flores, escaleras, globos o una moto… ¡pero no un coche! Como nuevo embajador de Opel en España, ¿veremos pronto un automóvil en tus obras?
R: (Risas) El coche… Si te fijas en mis obras al introducir elementos cotidianos se guarda una escala para que no se pierda el lenguaje de la obra. En muchas ocasiones he tenido la oportunidad de poner un coche o una moto. El problema de ponerlo es que si se pone a una escala humana, la vista se te va a ir a eso. Por ello, yo muchas veces hago un guiño a coches, a elementos emotivos para mis clientes, para mis coleccionistas… pero lo hago de una forma un poco desescalada, como transformada, para que puedan tener ese recuerdo, pero adaptado a mi escala.
P: Tienes la parte de atrás de tu estudio llena de obras apiladas, ¿están inacabadas?, ¿desechadas?
R: Bueno… esto es mi estudio, mi taller, y tengo mucho lienzo que empiezo a trabajar, lienzo en blanco, arrepentimientos, lienzos en proceso… Todo lo que está todavía en el tintero lo tengo ahí detrás. Una vez pasan mi filtro ya los expongo, los pongo aquí para que la gente los vea y pueda disfrutarlos. Pero hay obras en las que tardo un año, dos años… porque al final las hago y no las veo bien terminadas. Le falta una emoción, un momento, un detalle… Las dejo ahí y luego las revisito.
P: No eres el primer artista al que escucho que empieza una obra y la tiene inacabada en su estudio…
R: Entiende que las obras son emociones, son totalmente emocionales. El 99% es emoción y 1% es el detalle técnico. Como artista las obras técnicamente las ves acabadas, pero emocionalmente les falta un gesto, un tono, un toque. ¿Quitar algo, poner algo? Lo que sea que quieras transmitir. Puede ser una pasada técnicamente, pero que no estés transmitiendo todo lo que quieres transmitir. Hay veces que cuesta, sobre todo cuando el coleccionista viene y te dice que la quiere ya pero aún no está y queda darle una vuelta.
P: Eres arquitecto y de pronto das un giro completo a tu vida y te conviertes en artista. ¿Cómo ha influido esa parte tuya de arquitecto en tus obras?
R: Como arquitecto siempre voy a tener ese lenguaje que es el hilo conductor de muchas de mis obras de aquí al final de mis días. Creo que la arquitectura me formó como artista y como persona. Una vez está tan dentro, es imposible sacarlo. De hecho, hay muchas veces que intento no utilizar el lenguaje arquitectónico para trabajar, pero es que está inherente a mi persona, es imposible sacarlo. Me ha influido en el 90% de todo lo que he hecho en la arquitectura. Es mi forma de hablar, por así decirlo.
P: Claro, entiendo que al final van unidos, ¿no? No puedes poner por separado al arquitecto y al artista. Por otro lado, comentabas que las escenas son vivencias tuyas, actos cotidianos… ¿Hay algún Jaime escondido en alguna obra?
R: Un gesto que he empleado en muchas obras es un padre con un hijo. Hay un padre lanzando al aire a un hijo, y es la representación más pura de lo que para mí es la felicidad, que es mi familia, y en este caso mi nuevo hijo. Ya desde que había proyecto o desde que quería un hijo lo empecé a representar y ahora ya es más real que nunca, porque lo tengo en casa y es para mí.
P: ¿Cómo es un día típico en tu estudio? ¿Algún ritual?
R: Sí, hay ritual, que al final es una rutina como la de todas las personas, lo que pasa es que en mi caso lo tengo muy arraigado. Yo me hago un café todas las mañanas, preparo el set para pintar (que tardo un rato porque lo dejo todo muy ordenado). Tengo una serie de carros, una serie de colores. Y luego decido en qué voy a trabajar porque tengo muchas cosas abiertas. Una cosa es cómo empiezas una obra y otra es cómo empiezas a trabajar. En este caso, ¿cómo empiezo a trabajar? Me siento en mi silla ergonómica que es la que utilizo para pintar y miro al lienzo en cuestión, el que sea que esté en proceso. Hay muchas veces que pongo dentro, que lo vuelvo a poner en el caballete para analizarlo como un lienzo en blanco. En base a eso me quedo un rato pensando, un rato mirando. Luego ya empiezo directamente a pintar con el carboncillo, el óleo o lo que sea.
P: ¿Eres de los que está en casa un día por la noche y de pronto te viene la inspiración?
R: Bueno, diría que la inspiración viene en todas las ocasiones. Me viene mucho cuando estoy viendo exposiciones. Me apasiona ver arte, conocer, leer. Me paso el día leyendo de otros artistas, tanto vivos como muertos, y leyendo y viendo documentales. La grandeza de otras generaciones te ayuda a abrir tu parte creativa. De repente te emociona como para seguir avanzando y seguir haciendo cosas. Me enciende el motor ver otros artistas, otras obras, otras galerías, otras exposiciones… En el día a día, si me levanto a las 3h con una idea y tengo un cuadernito al lado de la cama lo apunto. Hay ideas que de un año para otro las cocino, las tengo ahí y de repente me cuadran el año siguiente.
P: Antes de la entrevista hemos comentado cuánto cambia una obra vista a través de la pantalla del ordenador a observarla en persona. Dicho esto, te quería preguntar por tu opinión sobre el auge de los NFTs como nuevos formatos para exponer el arte.
R: Los NFTS me parecen una propuesta interesante. Al final, cada vez van evolucionando más las formas de ver, tener y obtener piezas de arte. No tengo ahora mismo proyección de trabajar NFTs porque estoy en un momento muy plástico, muy con las manos. De hecho, estoy yendo casi más hacia la escultura que hacia lo digital, pero al final veo que el futuro avanza y estoy intentando siempre investigar cosas nuevas. Igual en un futuro… ¿quién sabe?. Pero me parece que los NFTs pueden ser un arte interesante, aunque es verdad que hay mucho que se tiene que ver, que sentir, se tiene que vivir.
P: Has expuesto en Alemania, Estados Unidos, Japón, España… ¿Un sueño que te quede por cumplir?
R: Muchos sueños. Exponer en los grandes museos, El Prado, el MOMA, en grandes ferias, en México, Londres… Tengo muchas ganas de exponer por el mundo. Por supuesto, dejar huella en la historia, que aparezca en los libros de Historia. Eso sería un sueño.
P: Por último, quería terminar hablando del coche del que eres embajador, el nuevo Opel Grandland y su similitud con tus obras. Tiene líneas limpias y juega mucho con la luz, un poco como tus cuadros, ¿no? ¿Qué similitudes encuentras entre una obra tuya y un coche?
R: Creo que en mi obra ves líneas limpias, esas geometrías y esos paisajes inventados con elementos muy limpios y que vienen mucho de mi parte arquitectónica y de mi forma de representar mis ideas. Es verdad que tienen esa conexión de la elegancia y de la sutileza a la hora de representar cada uno de los gestos. Y yo creo que la conexión es lo que comentaba antes sobre Alemania, sobre su arquitecto, sobre ese diseño alemán, es que tratan de llevar todo al máximo control y al al máximo cuidado. Y se nota cuando las formas, las, las formas, los volúmenes, La propia pieza es está tan cuidada que parece que está esculpida en una obra de arte en un mármol. Entonces yo creo que guardamos esa, esa, esa, esa, ese tecnicismo, esa forma técnica de trabajar los volúmenes y las geometrías.