Dos sofisticados hoteles que miran al mar Mediterráneo
Todo lo que tenga que ver con el Mediterráneo nos gusta. Somos un poco como Serrat. Será que este mar nos recuerda al verano, a todos esos momentos que hemos disfrutado en sus aguas, que suelen estar relacionados con la temporada estival. Por eso nos fijamos en los hoteles especiales que se encuentran cerca de sus aguas, o que tienen la suerte de ser bañados por él. Hoy vamos a hablarte de dos. Son dos hoteles que se encuentran al borde del mar con historias diferentes pero tienen algo en común: son especiales y son sofisticados.
Hotel de Mar, en Mallorca
Con ese nombre es fácil saber que el mar Mediterráneo es un huésped más. Es uno de los hoteles más singulares de la isla, sobre todo por la importancia de su proyecto arquitectónico. Pertenece a The Leading Hotels of the World y eso es por algo. Este hotel lo firma el arquitecto José Antonio Coderch, en la zona de Illetes, y nació con la idea de ser un hotel vertical, cobijado entre los pinos. Que no hiciera demasiado ruido a nivel visual. Y lo consiguió. Es uno de los hoteles más bonitos de la zona. Es un hotel de mar literal, de ahí su nombre.
Las terrazas de sus habitaciones, cobijadas entre persianas de madera -y que miran todas al mar-, su magnífica piscina que casi se junta con el mar, sus terrazas en la piedra, sus restaurantes que miran al Mediterráneo… Y esas paredes en las que vemos grandes obras de Miró conforman un hotel que se convierte en uno de los más especiales de la isla.
Dicen arquitectos que han estudiado el hotel que se inspiraba en los hoteles que se construían en el Caribe en los años 60. Pero no es el único de nuestros hoteles que miran al mar…
Villa Le Blanc, en Menorca
Otro de los hoteles que miran al mar, pero que tiene un espíritu diferente -aunque no demasiado- es el nuevo Villa Le Blanc, el primer hotel de gran lujo en la isla de Menorca.
Un alojamiento especial con una filosofía sostenible, que tiene un objetivo similar al de Coderch: intenta darle protagonismo al entorno. En este caso la playa de Santo Tomás -de arena blanca y agua transparente- forma parte del paisaje.
A nivel arquitectónico, tiene mucho de Menorca. El marés forma parte del paisaje arquitectónico de la isla, y aquí también. Y es que el blanco no solo está en el nombre del hotel, también está en los rincones de Villa Le Blanc, de Gran Meliá. Eso es gracias al arquitecto Álvaro Sans, que ha sido el encargado del proyecto y que tenía un objetivo claro: recordarnos que estamos en un hotel de Menorca.
Y Menorca no solo está presente en las ventanas o en los rincones, también en la carta, porque la filosofía de este hotel es ser sostenible, y en ello es importante ser consciente de lo local. La langosta está presente en la carta -sobre todo gracias a su restaurante S’Amarador, que también tiene sede en el puerto de Ciutadella-. Pero también el queso, los embutidos, la carne de sus platos, en sus postres. En Menorca la sostenibilidad está presente en la vida de sus habitantes y aquí también. Por eso también es un alojamiento que ignora el plástico. Si Hotel de Mar fue una revolución, Villa Le Blanc promete serlo. Cada uno a su manera, eso sí, siendo sofisticados y haciéndole sentirse un afortunado al huésped por encontrarse muy cerca del mar.