El hotel retro junto a Nôtre Dame en el que hacer una parada
Nos gustan cada vez más los lugares con personalidad. Y cuando elegimos un destino, pensamos mucho en el hotel. Porque queremos conocer alojamientos diferentes, soñar con habitaciones distintas… Y como decían en Casablanca, «siempre nos quedará París» y a la Ciudad de la Luz viajamos para descubrir el Hotel Sookie.
El hotel se llama así por Sookie Sookie de Grant Green, grabada en Newark en el año 1970. Un hotel con encanto y con cierto charme rústico ubicado en una de las mejores zonas de la ciudad: Le Marais. Un hotel en la rue Commines, a pocos metros de lugares como Merci, de la galería Perrotin, el Marché des Enfants Rouges… Lugares icónicos y que transmiten, además, los valores de este hotel.
El Hotel Sookie tiene 31 habitaciones, todas con encanto y repletas de detalles. Y por supuesto, elegantes. Porque en París hay elegancia y belleza por todas partes. Por eso en las habitaciones también encontramos retratos poco convencionales, obras abstractas, fotografías arquitectónicas… Porque en París también hay más arte.
Y seguimos hablando de detalles y nos centramos en la decoración: encontramos apliques de mármol, de vidrio, papel pintado texturizado, cortinas de lino, terciopelo en las colchas… «Parece que ha sido decorado hace poco y que haya pasado el tiempo por las habitaciones», nos explican desde el hotel. En general encontramos un ambiente inspirado en los años 50, siguiendo las líneas de Gian Franco Frattini.
En las habitaciones, además de todos estos detalles de decoración, también encontramos toallas de gran calidad, wifi de alta velocidad, ropa de cama de alta gama… Y cosméticos de Terre de Mars, veganos, ecológicos y realizados en Francia. En el Hotel Sookie se piensa en todo.
Pero si no dormimos en el hotel, no pasa nada, siempre podemos entrar en su Coffee Shop. Y eso que hace competencia con las cafeterías de toda la vida de la ciudad… Pero el hotel tiene una gran personalidad que se traslada también a este rincón para amantes de la cafeína. En la mañana encontramos bollería –made in France, claro- y pastelería… Pero a lo largo de la jornada podemos relajarnos con una copa de vino, también francés. ¿El rincón más especial? Un salón repleto de vinilos con jazz, funk y soul para relajarse. Porque al final los hoteles son para estar mejor que en casa, ¿no?
