Hay muchas bodegas en España… Pero pocas como la de Bodega Otazu, en Navarra. Ligada al arte y la historia de la tierra, es uno de esos lugares especiales donde hay mucho que contar. No solo por los vinos que surgen de sus tierras, también lo que ocurre entre sus parados. Hemos hablado con Guillermo Penso, director de Bodega Otazu, de todo lo que hay detrás. Y esto es lo que nos ha contado… Copa de vino en mano.
¿Cómo surgió Otazu?
Otazu es probablemente uno de los pocos viñedos en el mundo en el cual sus propietarios no comenzaron con esa idea. La familia tiene orígenes en Pamplona y originalmente el señorío de Otazu se compró como una propiedad cerca de la ciudad que serviría para volver a la cuenca con cierta frecuencia. Lo que no se sabía es que estas tierras habían sido viñedo durante más de 900 años.
A raíz de la filoxera los viñedos se perdieron y nunca se replantaron. Más aún contaba todavía con una antigua bodega de 1840 que tenía una capacidad de 200.000 litros de vino -toda una proeza para esa época. Estos indicios nos llevaron a una investigación más profunda que revelo por un lado que Otazu, a causa de las montañas que le rodean, gozaba de un microclima privilegiado para el cultivo de la vid, por el otro lado que un espacio pequeño gozábamos con más de 22 tipos de suelos diferentes. Todo nos llevo a replantar entre 1991-1994 y recuperar la activad tradicional del señorío.
¿De dónde nace esa conexión con el mundo del arte?
Esa conexión nace en primer lugar por ser una pasión compartida por la dirección. En segundo lugar por una consonancia con la filosofía de la bodega. Entendemos que el arte comparte muchos puntos de conexión con el vino. Ambos son expresiones de cultura que han acompañado al ser humano desde los inicios de la civilización y en ese sentido son rasgos muy complementarios que nos ayudan a lograr nuestro objetivo principal que es trascender la noción de producto y situarnos en el ámbito de las experiencias.
¿Qué tiene de especial la bodega?
Lo más importante de cualquier proyecto es su filosofía y su cultura. En Otazu estamos enfocado en la excelencia y ese trabajo se ve reflejado desde el cuidado en la poda de los viñedos hasta el trabajo con artistas para las presentaciones.
Cómo me explicarías Otazu sin haber visitado la bodega…
Este es uno de los mayores retos a los cuales nos enfrentamos a diario. Otazu es un proyecto holístico que mezcla historia, arte, naturaleza y cultura. Estos conceptos tan universales son difíciles de contar porque son experiencias que se se logran sintetizar como un todo en un sitio y en un momento.
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¿Cuál es su best seller en cuanto a vinos se refiere?
Cada línea de vinos esta concebida con idea y un objetivo. La gama Otazu es la gama de entrada y busca ser una línea moderna, fresca y seductora que transmita de forma inmediata el potencial enológico y geográfico de la bodega. Precisamente por ser la gama de entrada, es la línea de mayor volumen y de precio más económico por lo que termina siendo la gama que se encuentra en los restaurantes por copa y que se puede conseguir con mayor facilidad.
¿Qué le dirías a alguien que va a probar un vino de Otazu por primera vez?
Le diría que recuerde que todo gran vino es geografía. Que los vinos vienen de sitios específicos y que su mayor virtud es tener una personalidad que los identifique. El vecino más cercano de Otazu queda a 15 km y en otro valle. Esto ha permitido que Otazu sea reconocido con la D.O.P. Pago de Otazu y en ese mismo espíritu nuestros vinos son representativos del lugar donde se hacen. Todos nuestros vimos comparten colores intensos, equilibrio, longitud y densidad…
¿Qué recomiendas para una cena de verano?
Recomendaría buena compañía, buena comida y un vino de Otazu.
¿Tu vino favorito?
Vitral de Otazu 2013