Gastro

Estos son los vinos que se servirán en la cena de la Gala de Estrellas Michelin 2026

(Foto: Adobe Stock)

La Guía Michelin habla del olimpo gastronómico, donde entra a encumbrar la experiencia genuinamente uno de los productos milenarios que tanto prestigio y decoro internacional han valido a nuestra denominación de origen nacional: los vinos. No unos cualquiera, porque este año Andalucía se viste de gala para ser el mejor anfitrión posible de la gala. De este modo, la cumbre enológica de esta comunidad autónoma acompañará a las elaboraciones de los menús de algunos de los mejores restaurantes con los que comparten vecindad. Dejando a todos los asistentes de la gala Estrellas Michelin una auténtica experiencia en plato y copa de olé.

Viña El Corregidor de Carrascal, de Bodegas Luis Pérez

Como Capital Española de la Gastronomía 2026, una de las famosas bodegas de Jerez de la Frontera será quien protagonice el brindis de bienvenida. Haciendo memoria, me viene a la cabeza aquella conversación con el sumiller Sebastien Leparoux cuando me dijo «en un maridaje puedes improvisar, pero siempre empieza con un espumoso«. Más aún viendo que la primera etiqueta que abrirá el apetito de los asistentes será una copa del elegante y fresco espumoso Viña El Corregidor de Carrascal de Bodegas Luis Pérez.

Viña El Corregidor de Carrascal. (Foto: Bodegas Luis Pérez)

Una bodega joven, que surgió en 2002, pero que lleva a sus espaldas la experiencia de una familia dedicada al vino desde hace varias generaciones, pasando por viticultores, trasegadores, capataces, bodegueros y enólogos. Dentro de sus etiquetas, El Corregidor de Carrascal representa el ideal que tiempo y perfección pueden trasladar a una copa. Un vino de variedad 99% Palomino Fino, 1% Pedro Ximenez: aquí el vino base está fermentado en inox a baja temperatura, y pasa un año de crianza bajo velo de flor en bota jerezana.

Toma otros tres años en botella – siguiendo el método Champenoise, con la adición de un mosto concentrado de Pedro Ximenez asoleado y las levaduras del pie de cuba de la vendimia posterior – hasta que toma el cuerpo y los matices necesarios para estar listo. ¿El resultado? Un culto a las burbujas jerezanas

Molino Real, de Telmo Rodríguez

Telmo Rodríguez es el gran repetidor de la Gala Michelin, con dos etiquetas alzando su savoir faire al olimpo de la gastronomía. Una de las más solicitadas es el vino Molino Real, «un vino dulce de moscatel que invita a recorrer Andalucía en cada sorbo», han declarado desde la organización de la Gala.

Únicamente podemos encontrar las uvas que dan sentido a este vino en 9 hectáreas ubicadas en Cómpeta, entre las montañas de Granada y el mar Mediterráneo. La variedad Moscatel de Alejandría alcanza su carácter distintivo gracias al calor que desprende la pizarra del viñedo, que favorece una maduración intensa. Tras la recogida, las uvas pasan por el tradicional asoleo, un secado al sol que concentra al máximo sus componentes.

Molino Real. (Foto: Telmo Rodríguez)

Este vino requiere un proceso doble: primero se seleccionan las uvas en el campo y luego se vuelven a trabajar en el pasero. Para obtener el mosto se utilizan antiguas prensas de aceite junto a capachas de esparto, una técnica clásica que da origen al reconocido «Mountain Wine». La concentración es tal que hacen falta alrededor de 2,5 kilos de uva para conseguir solo un litro de mosto.

Mountain Blanco, Telmo Rodríguez

De Jerez pasamos a la Sierra de Málaga, a 550 metros de altura. De las bodegas Telmo Rodríguez encendemos en boca la personalidad de la uva Moscatel de Alejandría a través de la etiqueta Mountain Blanco. Un vino blanco seco que deja un despliegue de aromas florales en nariz para después sorprender en boca como un vino seco y sedoso.

Mountain Blanco. (Foto: Telmo Rodríguez)

Stardust, de Forlong

La esencia gaditana toma forma al dejar paso a los matices del vino Stardust, de bodegas Forlong. Lo que en la etiqueta aparece como una estampa que bien nos recuerda a los personajes de El Principito, nos lo tomamos como una declaración de intenciones de que este vino está hecho para disfrutar «como un niño pequeño» del buen hacer de las bodegas.

En este caso, hablamos de la primera de las inclusiones de los Vino de la Tierra de Cádiz con un palomino cuya elaboración es una oda a la tradición viticultora ancestral. Todo en este proceso se elabora a mano: desde la vendimia hasta la selección de racimos y, en ellos, la recolección únicamente de las mejores uvas.

Stardust. (Foto: Forlong)

Navazos Niepoort, de Equipo Navazos

Seguimos con las VT Cádiz de la mano de Navazos. Fruto de la colaboración de Equipo Navazos y Dirk Niepoort –propietario de la bodega Niepoort que revolucionó los vinos de Portugal– a partir de 2008. Nos encontramos ante un vino blanco seco, lejos de cualquier categorización sureña, elaborado con palomino fino de los mejores pagos de Jerez. 

Además de sabor y excelencia, este vino habla de historia, y es que esta etiqueta es fruto de la ambición de ambas bodegas por recuperar una tradición que se remonta al s. XVIII, a un escrito de 1801 donde Agustín Fernández en su artículo Cultivo de las viñas y modo de hacer el vino en Sanlúcar de Barrameda defendía la pureza del vino ecológico andaluz con las siguientes palabras: «Los blancos, en siendo la uva de buena calidad, nada necesitan; es verdad que algunos suelen agregarles una quarta de aguardiente de refino para asegurarlos; pero se exponen con esto à que salgan bastillos».

Navazos Niepoort,. (Foto: Equipo Navazos)

Atlántida Tintilla, de Alberto Orte

Última de las VT Cádiz, en el vino Atlántida Tintilla encontramos el sello del enólogo Alberto Orte. Un gran tinto cuya elaboración parte de una primera crianza en roble francés de 1º y 2º año, donde el vino hace una crianza de 1 año. Pasa entonces durante 8 meses más a barricas de 225 litros de 3er y 4º uso. Y de ahí, pasa a ser servido a todos los asistentes a la Gala Michelin.

Atlántida Tintilla. (Foto: Alberto Orte)

Manzanilla Pastora, de Barbadillo

«Brillará con su frescura salina» define el comunicado de la Guía Michelín sobre este vino. No en vano hablamos de uno de los grandes sellos de la enología sureña. Pastora es una manzanilla pasada, de larga crianza biológica, que hunde sus raíces en las soleras de Solear. Con solera y excelencia reconocida con la Medalla de Oro Trophy Winner (máxima distinción a los mejores de su categoría) en el International Wine Challenge.

Manzanilla Pastora. (Foto: Barbadillo)

Amontillado Gran Barquero, de Pérez Barquero

Pasamos de la frescura al recuerdo profundo y aromático que deja en boca un amontillado. Confiando en la experiencia de 25 años de crianza de esta joya líquida. Su irresistible color, de hecho, podrían valerle el título del auténtico ámbar líquido. Hablamos de 25 años porque es lo que necesita la variedad de uva blanca Pedro Ximénez para alcanzar la supremacía de esta etiqueta. Este tiempo queda dividido en una larga crianza de más de 10  años bajo el velo de flor, seguida de la crianza oxidativa de 15 años. Este vino cuenta con 94 puntos Peñín y 95 puntos Parker.

Amontillado Gran Barquero. (Foto: Pérez Barquero.)

Sedella Tinto, de Sedella

Entre los tintos encontramos el Sedella Tinto, una de las etiquetas del proyecto más personal de Lauren Rosillo. Encontramos así un vino elaborado con variedades romé y garnacha que surge de una viña histórica ubicada a 750 metros de altitud. Lo que deja en copa es un vino complejo y elegante donde el terroir se encuentra presente en cada sorbo.

Sedella Tinto. (Foto: Sedella)