Las redes sociales, los medios de comunicación y nuestro “carrete” de fotos digitales, archivadas en nuestros teléfonos móviles, se han llenado de estampas navideñas de un Madrid nevado como no habíamos visto hacía tiempo. Unos días después de dar por finalizadas estas fechas tan especiales.
Y es que, el fenómeno Filomena, del que no podemos dejar de hablar por su sorprendente magnitud, quizá no quería compartir protagonismo con otros hitos marcados en nuestro calendario. Como el mágico día de Reyes. Y decidió dejar la ciudad de Madrid cubierta con un manto blanco, como nunca antes la habíamos visto.
El primer fenómeno del año: Filomena
Apenas unas horas después de celebrar la noche más especial para los más pequeños de la casa (y para algunos mayores también) comenzó una tímida nevada, que observamos por la ventana.
Tras varias horas de nevada intermitente, comenzó una lluvia de copos de nieve de más de 24 horas. Esta provocó que el sábado muchos madrileños se despertaran como si hubiesen pernoctado en uno de los mejores puertos de montaña, contemplando desde sus ventanas una postal única digna de enmarcar. Y aunque estábamos más que prevenidos de que Filomena llegaría a la capital para dejar más de 20 centímetros de nieve en sus aceras, prácticamente nadie creyó que este vaticinio quedaría superado con creces. Ya que ha habido puntos en los que la nieve acumulada ha superado los 40 centímetros.
Un nuevo fenómeno que nos ha obligado a quedarnos en casa, puesto que las carreteras fueron cerradas, obligando a muchos conductores a abandonar o pernoctar en sus coches. El aeropuerto Barajas-Adolfo Suárez vio afectadas sus pistas, colegios cerrados, y muchos comercios no han podido abrir sus negocios debido también a la gran bajada de temperatura que ha convertido Madrid en una auténtica pista de hielo de más de 600 Km2. Sin lugar a dudas, uno de los datos más negativos de este acontecimiento.
Un Madrid inmortalizado por María Morenés
Pero también nos hemos encontrado con un lado amable y un escenario único que personas como María Morenés han aprovechado para convertir en arte.
De este modo, María, cámara en mano, decidió poner su profesión al servicio de la capital y captar imágenes únicas de la Biblioteca Nacional, la Plaza de Colón, la estación de Metro de Atocha o el Paseo de la Castellana. Entre otros lugares donde ya no circulaban coches, sino ciudadanos ataviados con su equipamiento de esquí, para poder desplazarse por las calles y callejones de la capital.
María Morenés, licenciada en Ciencias Biológicas y especializada en e-commerce, decidió dar un cambio radical a su trayectoria profesional y dedicarse por completo a una de sus grandes pasiones: la fotografía. Destacan sus trabajos principalmente en medios de comunicación, interiorismo y moda. Trabajos que la artista comparte a través de la red social más visual: Instagram, con más de 4.000 seguidores, donde es muy activa. O a través de su página web, que sirve como carta de presentación e introducción a su trabajo.
Según sus propias palabras, fotografía lo que le gusta “enseñando lo bonito, lo elegante, lo sencillo y lo agradable”. Una visión única y una sensibilidad muy especial como demuestra con este completo reportaje gráfico que hace que nos enamoremos aún más, si cabe, de Madrid.
Una nevada histórica
Serán estampas difíciles de volver a ver con estas mismas características. Pues si tuviésemos que echar la vista atrás o buscar entre nuestras imágenes el recuerdo de Madrid cubierta de nieve, tendríamos que ir hasta el año 2009. Hace ya 12 años, desde que la ciudad se vio sorprendida por un temporal que dejó 15 centímetros de manto blanco en zonas como la Villa y Corte. Un grosor mucho menor al que hemos visto y vivido estos días.
Para encontrar algo parecido, tendríamos que retornar hasta el 7 de marzo del año 1971. Más de medio siglo atrás habría que retroceder para encontrar una nevada con datos similares a los de Filomena, en los que la capital sí que alcanzó esos 40 centímetros de nieve.
Y, como dato curioso, esta no ha sido la mayor nevada caída sobre la ciudad de la que tengamos constancia. Allá por 1904, entre los días 27 y 30 de diciembre, hay crónicas que relatan que el espesor de la nieve alcanzó hasta el metro de altura. O sea, aproximadamente el doble de lo que hemos visto estos días.