Juan José Otamendi, dueño de la bodega más antigua de Canarias: «Somos la tercera familia de El Grifo»
Lanzarote, en el archipiélago canario, es una de las islas más mágicas que existen. Con su paisaje volcánico, con la huella de César Manrique, con las diferencias entre el norte y el sur, por sus volcanes, por todo lo que ofrece… Y también, por supuesto, por sus viñedos. Lanzarote es uno de esos lugares que hay que visitar y la Bodega El Grifo una de las paradas de la ruta. Es la bodega más antigua de Canarias y una de las más antiguas de nuestro país, de hecho, cumple 250 años el año que viene. De su historia y del futuro hemos charlado con uno de sus actuales dueños, Juan José Otamendi. Hemos hablado y brindado por ello. Por la Bodega El Grifo.
Pregunta: Sois la bodega más antigua de Canarias… pero, ¿qué significa realmente este título para vosotros?
Respuesta: Significa, sin duda, cierta responsabilidad por estar más expuestos a escrutinio público. Los actuales propietarios, mi hermano Fermín y yo, Juan José Otamendi Rodríguez Bethencourt, somos sólo un eslabón más, el último por ahora, de muchas generaciones de las tres familias que han poseído El Grifo.
P: Además, sois de las diez bodegas más antiguas de nuestro país… ¿qué diferencia hay entre la vuestra, de las islas Canarias, y las que están en la península? ¿Tiene más mérito ser de las primeras en un lugar tan remoto?
R: Las bodegas centenarias peninsulares fueron y son bastante más importantes que El Grifo. Por otra parte, mantener el viñedo en Lanzarote supone un trabajo colectivo hercúleo. El Grifo y otras bodegas lanzaroteñas comenzaron cuando bodegas tinerfeñas y de Gran Canaria habían comenzado doscientos años antes, pero fueron cerrando. Nosotros venimos haciendo vino ininterrumpidamente desde 1775.
P: ¿Cómo resumirías vuestra historia?
R: Nuestra historia está estrechamente ligada al viñedo de Lanzarote desde que comenzó con las erupciones volcánicas de 1730-1736. Las erupciones posibilitaron el cultivo de la vid gracias a que la arena volcánica protege de la evaporación de los 150 litros/metro cuadrado de precipitaciones anuales. Por otra, los muros de piedra seca extraídas de la lava protegen cada planta de los constantes vientos alisios. Somos herencia del volcán. Si los primeros vinos fueron para destilar aguardiente, luego fueron mejorando progresivamente hasta llegar a la actualidad. Hoy, los vinos de Lanzarote elaborados por las distintas bodegas tienen excelente calidad. El éxito se acredita por el precio actual de la uva: 3,50 €/Kg.
P: Pocos vinos pero especiales…
R: La producción de la isla es muy modesta: dos millones a dos millones y medio de kilos anuales de promedio. Un rendimiento por hectárea (1.850) también muy bajo.
P: Habéis sido tres familias las que, sucesivamente, os habéis hecho cargo de la bodega… ¿qué destacarías de cada etapa?
R: De la primera, encabezada por el fundador Antonio de Torres, habría que destacar su esfuerzo y el de todos los agricultores lanzaroteños en poner en producción unas tierras asoladas por las erupciones, apartando las arenas volcánicas hasta dar con la tierra vegetal para plantar la viña. Es verdad que no tenían otra alternativa para cultivar la tierra.
La segunda familia, desde 1820, encabezada por Ginés de Castro y Álvarez, impulsó el comercio agrícola y el desarrollo de la isla, singularmente de Arrecife. Una de sus dos hermanas y herederas de su hermano desde 1831, Rosalía, fue a vivir, viuda, a El Grifo donde murió a los 81 años, en 1868. Realizó algunas obras en la casa. Los nietos de ambas hermanas dieron entrada en 1880 a la actual familia encabezada por Manuel García Durán, nuestro bisabuelo. Tenemos algunos libros de contabilidad de finales del XIX que él mismo llevaba.
En 1905 adquirió de un alemán una prensa hidráulica y otras máquinas más modestas que, aunque de segunda mano, modernizaron considerablemente la vinificación, jubilando la prensa de viga. Nuestra abuela Manuela y nuestra madre Antonia, que llevaron directamente la administración de la bodega, dieron también sucesivos impulsos. Cabe señalar que, desde los años cincuenta, hemos tenido siempre enólogos profesionales.
P: Visitar Lanzarote implica, más allá de César Manrique, visitar también una bodega… ¿qué os dicen los que visitan El Grifo? ¿Cómo reaccionan cuando ven vuestro magnífico paisaje oscuro lleno de viñedos verdes?
R: Se sorprenden de que la viña pueda cultivarse de esa manera. Y es que Lanzarote es muy singular -todas las islas en Canarias son bastante distintas entre sí-. La mano de César se ve por todas partes, no solo en los centros turísticos que él puso en valor. La Fundación César Manrique, liderada por su heredero José Juan Ramírez, continúa su labor de dique de contención de barbaridades urbanísticas.
P: ¿Qué podemos encontrar en vuestro museo?
R: Es la bodega antigua, con algunos elementos y útiles que se emplearon a lo largo de su existencia y que se conservaron en su mayoría, porque en Lanzarote no se tiraba nada en la esperanza de que se pudiera aprovechar en algún momento. A ojos de hoy parecería que nuestros antepasados tuvieran el síndrome de Diógenes. Nos vino muy bien recuperar diversos elementos cuando, tras hacer la bodega actual, junto a la antigua, a comienzos de la década de 1980, quedó aquella sin función, detenida en el tiempo. Hasta que el enoturismo del siglo XXI le dio una nueva utilidad.
P: Os ha dado tiempo a que haya grandes revoluciones en la bodega a nivel tecnológico pero, en estos casi 250 años, ¿cuáles destacarías?
R: Además de lo dicho antes, podríamos destacar la construcción de nueve depósitos de cemento para unos 100.000 litros, construidos en 1924 y recubiertos diez años más tarde de unas láminas de cristal. Eso permitió jubilar un par de centenares de barricas, porque hasta entonces, en Lanzarote el único envase utilizado era de madera. Desde la década de los cuarenta, un grupo electrógeno generaba electricidad que movía algunas máquinas y el agua de los aljibes. Hasta la segunda mitad de 1980, no llegó la electricidad, el agua, ni el teléfono. Y en este siglo estamos especialmente satisfechos de la certificación como viñedo ecológico de las cuarenta hectáreas de El Grifo.
P. Está claro que la tierra volcánica de la isla influye mucho en vuestros vinos pero… ¿qué más tiene de especial?
R: El viñedo de Lanzarote es de secano. Contamos con variedades locales que introdujeron los antiguos ocupantes del archipiélago en el último cuarto del siglo XV, provenientes de lo que hoy llamamos el Marco de Jerez. Los lanzaroteños las trajeron de las otras islas vinateras. La malvasía, listán negro, vijariego, y otra decena más, se mantienen en producción cuando la mayoría de ellas fueron desapareciendo en la península por culpa de la filoxera. Ésta no llegó a Canarias de forma que seguimos plantando la viña a pie franco, sin necesidad de portainjertos. La influencia del Atlántico no es menor, y el escaso rendimiento de la producción potencia la calidad.
P: ¿Cuál es el vino más antiguo de la bodega?
R: Tenemos un fudre de algo más de 1.000 litros de malvasía dulce que hizo nuestro bisabuelo, Manuel García Durán en la vendimia de 1881. Se conserva estupendamente gracias a que lo alcoholizó con aguardiente. Lógicamente no se comercializa. En ocasiones muy especiales, como en Vinoble, hemos llevado una o dos botellas para que la caten los profesionales.
P: Si tuviera que llevarme una botella a casa… ¿cuál me recomendarías?
R: Una botella de Malvasía Volcánica Seco o Semi, o un Rosado, que tienen una relación calidad/precio bastante razonable. Si se quiere, podría ser un Malvasía de Lías (que será en el futuro el vino lanzaroteño por antonomasia, que va más allá de los vinos jóvenes), o un Grano a Grano, un Espumoso Natural o un Orange Wine de Moscatel.
P: Una pequeña guía… ¿cuáles son tus lugares favoritos de Lanzarote?
R: Hay múltiples Lanzarotes a gusto de cada visitante. El norte está muy alejado del sol y playa; los senderos para conocer la isla están al alcance de varias compañías que los organizan, los fondos marinos son sorprendentes, la gastronomía es una tentación y la gente es acogedora. Se echa en falta únicamente un palacio de congresos por ser la única isla que no lo tiene.
P: ¿Qué vino, de todos los de la bodega, escogerías para brindar por el aniversario de la Bodega El Grifo?
R: De la vendimia de 2018 seleccionamos una partida de Malvasía Volcánica que mantuvimos en sus lías año durante año y medio. La embotellamos año y medio más tarde y desde entonces reposa en botella hasta el año que viene, 2025, en que la bodega cumplirá 250 años. Ese será el vino del Aniversario: Malvasía de Lías 250 Aniversario. Pero cualquier vino de la inmensa mayoría de las bodegas de Lanzarote es de garantía, con la supervisión además del Consejo Regulador.