‘Emily in Paris’ en versión madrileña: dónde viviría, qué desayunaría, dónde trabajaría…
¿Y si Emily Cooper cambiara los croissants por churros, el Sena por el Manzanares y las reuniones en París por cafés interminables en Madrid? Imaginemos por un momento que Emily in Paris hace las maletas y aterriza en la capital española. El resultado no sería una copia, sino una versión con más calle, más sobremesa y un encanto castizo-parisino que encaja sorprendentemente bien. Moda, marketing, restaurantes bonitos, arte y ese je ne sais quoi que en Madrid se traduce como saber vivir. Así sería la vida de Emily si viviera en Madrid.
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Dónde trabajaría ‘Emily in Madrid’
Emily no tardaría ni 24 horas en acabar trabajando en una agencia creativa de marketing y comunicación con clientes de lifestyle, moda y gastronomía. Su sitio natural estaría entre Chueca y Salesas, en una agencia boutique que mezcla campañas para marcas de lujo con activaciones virales en Instagram y TikTok. Un espacio con techos altos, mesas compartidas, flores frescas cada lunes y brainstormings que empiezan con café y terminan con vino.
Allí, Emily aprendería rápidamente que en Madrid las reuniones no siempre empiezan puntuales, pero casi siempre acaban con un plan. Y que una buena idea puede surgir igual en una sala acristalada que en una terraza al sol.
El barrio donde viviría ‘Emily in Paris’: Justicia (Salesas)
Emily viviría sin duda en el barrio de Justicia, en una calle tranquila cerca de Fernando VI o Bárbara de Braganza. Un piso luminoso con balcones franceses, molduras originales y una mezcla impecable entre piezas de diseño y hallazgos de anticuario.
Justicia es sofisticado pero relajado, creativo sin ser pretencioso. Perfecto para alguien que ama la moda, los paseos improvisados y las tiendas especiales. Desde allí, Emily iría andando a casi todo: al trabajo, a desayunar, a comprar flores o a tomar un vino rápido que nunca es sólo uno.
Desayunos bonitos: Salon des Fleurs
Si hay un lugar donde Emily se sentiría instantáneamente en casa, ese es Salon des Fleurs. Flores, vajilla delicada, mesas pequeñas y un ambiente que recuerda más a París que a Madrid, pero con acento local.
Aquí desayunaría croissant (sí, Emily no renuncia a eso), café con espuma perfecta y tostadas cuidadas mientras revisa Instagram y responde mails. Es uno de esos sitios donde todo parece posteable sin esfuerzo, y donde cada mañana podría empezar un pequeño ritual.
Tiendas COOL donde perderse
Emily convertiría Madrid en su nuevo mapa de compras. Le fascinaría WOW Concept, por su mezcla de moda, diseño y cultura contemporánea. También entraría con frecuencia en firmas españolas como Redondo Brand o Bimani, sorprendida por lo bien que la moda española combina tendencia y calidad.
En Salesas se dejaría caer por tiendas de autor, concept stores y pequeñas boutiques donde siempre hay algo inesperado.
Dónde comer y cenar: restaurantes monos y de moda
En Madrid, Emily tendría varios favoritos claros:
- Bel Mondo: colorido, alegre y con ese aire italiano-parisino que tanto le gusta. Perfecto para cenas largas entre amigas, copas de vino y fotos espontáneas.
- Amazónico: exuberante, sofisticado y vibrante. Aquí celebraría éxitos profesionales o impresionaría a clientes internacionales.
- Sinsombrero: elegante sin ser rígido, con buena cocina y ambiente cosmopolita. Ideal para comidas de trabajo que se alargan más de lo previsto.
Madrid le enseñaría que aquí se come bien siempre, pero que además se come bonito.
Paseos que la enamorarían
Emily sería habitual del Parque del Retiro, sobre todo entre semana, cuando puede pasear sin prisas, café en mano, escuchando notas de voz y observando la vida pasar. También se enamoraría del Real Jardín Botánico, especialmente en primavera, cuando Madrid se vuelve más romántico de lo que muchos esperan.
Estos paseos serían su forma de desconectar, pensar ideas nuevas y recordar que el equilibrio entre trabajo y placer es parte del encanto madrileño.
Arte y exposiciones: una ‘Emily in Paris’ muy cultural
Por supuesto, Emily visitaría el Museo Sorolla, quedando fascinada por la luz, los jardines y la historia personal del pintor. Le parecería uno de esos lugares que se sienten íntimos, casi como una casa vivida.
También tendría debilidad por el Museo Thyssen, por su variedad y su capacidad de adaptarse a cualquier estado de ánimo, y no se perdería exposiciones temporales en espacios como Matadero o Fundación Mapfre.
Algo más que sólo Madrid
Emily descubriría pronto que Madrid es también punto de partida. Escapadas a Toledo, Segovia o incluso una cena improvisada que empieza a las nueve y acaba bailando. Aprendería que aquí no todo se planifica, pero casi todo se disfruta.
Y entendería, finalmente, que si París es una fantasía constante, Madrid es una realidad vibrante. Menos pose, más verdad. Menos prisa, más vida.