Gerona es una de las localidades más bonitas de Cataluña. Atravesada por los ríos Ter, Güell, Galligans y Oñar, sus puentes, sus casas de colores en la ribera, sus antiguas murallas carolingias, el barrio judío -uno de los mejor conservados-, su imponente catedral gótica… Hacen de ella uno de los mejores planes para este otoño. Tenemos dos excusas: por un lado, visitar la ciudad. Y por otro, dormir a cuerpo de rey en uno de los hoteles más bonitos, en un palacio del siglo XVIII. ¿Su nombre? Palau Fugit, el hotel de Gerona con más encanto.
«Ese lugar al que huir para disfrutar de todas esas pequeñas cosas que te llenan, que hacen de tu vida, una vida plena», ese exs el leit motiv del hotel. Porque tempus fugit, el tiempo vuela, nos gusta conocer alojamientos con alma y esencia, para disfrutar de pequeñas escapadas. Palau Fugit, en un palacio barroco que antes se llamaba Casa de Heras de Puig, abrió sus puertas hace poco después de un largo periodo de renovaciones. Se encuentra en el Barrio Viejo, una de las zonas más bonitas de la ciudad.
Los fundadores destacan que todas las personas que han trabajado en este proceso son artesanos de la zona, del Alto Ampurdán. Productores, ilustradores, artesanos, floristas, arquitectos y diseñadores de interiores, hasta la perfumista que ha trabajado en el olor del hotel… Porque en este hotel la decoración y el arte son importantes en cada rincón. Pero cada objeto que encontramos tiene detrás una historia.
Todo esto se ve en los espacios comunes, en las habitaciones -de las que no hay dos iguales-… y que cada una tiene una particularidad. Quizá una bañera cerca de su terraza, quizá es una torre para sentirse cual marqués con vistas a la ciudad, quizá te permite ser observador de la vida del hotel sin que puedas ser vistos… Pero todos esos espacios uno recuerda que está en Gerona, no demasiado lejos del Mediterráneo, y en un lugar con un pasado muy presente.
A pesar de no ser demasiado grande, hay muchos espacios para comer y beber. Su bar Gipsy se ha convertido ya en un referente en la ciudad, así que no hay excusa para no tomar una copa. Si queremos comer alguna tapa o beber algo, La Placeta, epicentro del hotel, en su parte más baja. Casa Heras es su propuesta más formal, con una carta que refleja la cocina tradicional de la zona, todo bajo el ojo y la creatividad del chef César Calfa. Y si queremos disfrutar de las vistas que ofrece Palau Fugit, subimos hasta El Terrat. Es el único lugar en alto con vistas a la muralla de la ciudad.
¿La joya de la corona? Nunca mejor dicho… Su cueva de agua, en la parte más baja del palacio. Está situada en la roca calcárea de la muralla romana de Gerona. Es un lugar absolutamente único y especial, no solo por su historia, si no por la historia que comienza nada más poner un pie ahí. Sus tratamientos, con mucha experiencia y trayectoria a las espaldas, otorgan al cliente la posibilidad de disfrutar de uno de los mejores momentos de relajación de su vida. Palau Fugit, para vivir a cuerpo de rey.