David Frei: «La escasez de residencias en St. Moritz garantiza exclusividad, aquí nadie viene a ser visto»
Históricamente, los primeros turistas llegaron a St. Moritz para disfrutar del verano. Lo hicieron atraídos por el aire puro de la montaña, la altitud que aliviaba las dolencias respiratorias y la belleza de un entorno alpino donde la aristocracia podía dejar atrás las altas temperaturas sin renunciar al lujo. En pleno siglo XXI, este rincón de los Grisones suizos (más asociado ahora al esquí y al après-ski invernal) empieza a redescubrir su vocación estival. Hablamos con David Frei, director general del hotel Grace La Margna, para entender cómo St. Moritz vuelve a enamorar cuando se funde la nieve.
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«Históricamente, St. Moritz atrajo visitantes en verano desde el siglo XIX, por su entorno prístino y el aire fresco de montaña», explica Frei. «Con la llegada de los deportes de invierno y unas instalaciones de esquí de clase mundial, el destino evolucionó naturalmente hacia el turismo invernal. Pero hoy hay un renovado enfoque en el verano. Queremos mostrar la impresionante belleza de la región más allá de la nieve».
La clave está en ofrecer un estilo de vida relajado y exclusivo. «Las temperaturas moderadas nos permiten evitar el calor extremo de otros destinos de lujo y eso lo valoran mucho nuestros huéspedes. Podemos ofrecer una experiencia de lujo durante todo el año».
Aunque muchos asocian St. Moritz a la nieve, Frei insiste en que el verano revela un lado totalmente diferente. «Senderismo por rutas alpinas, navegación en el lago, golf en campos espectaculares, retiros de bienestar, rafting, parapente, equitación… Incluso natación en lagos cristalinos. A sólo unos minutos, el Lago Silvaplana es famoso para kitesurf y windsurf», describe.
«Y para los que prefieren lo cultural, organizamos visitas privadas a museos como el de Segantini, el de Milli Weber o experiencias locales como conocer una fábrica de quesos. Incluso vuelos panorámicos en helicóptero, que ofrecen una perspectiva impresionante de la región«.
Uno de los símbolos de este nuevo verano alpino son las regatas de vela. «Se han convertido en eventos clave del calendario estival. Combinan deporte, tradición y encuentros sociales. Mejoran nuestro posicionamiento internacional y refuerzan la idea de St. Moritz como un destino de lujo activo también en verano».
«El aeropuerto privado, uno de los más altos de Europa, facilita una llegada discreta y sin interrupciones para viajeros de alto perfil»
Frei señala también que parte de la magia de St. Moritz reside en su exclusividad, protegida incluso urbanísticamente, aquí tiene ni más ni menos que su residencia Norman Foster. «La escasez de residencias privadas asegura una atmósfera exclusiva. Nuestros huéspedes valoran enormemente la privacidad. Aquí nadie viene a ser visto. La discreción forma parte de nuestro ADN».
En ese sentido, la infraestructura tiene un papel determinante. «El aeropuerto privado, uno de los más altos de Europa, facilita una llegada discreta y sin interrupciones para viajeros de alto perfil. Nos permite ofrecer traslados personalizados, horarios flexibles y estancias completamente adaptadas a las preferencias del huésped».
Y es en esta línea donde Grace La Margna redefine el lujo alpino con una propuesta elegante, discreta y contemporánea. Reabierto tras una cuidada remodelación, este edificio histórico de 1906 ha incorporado una nueva ala moderna, conectada de forma fluida con la estructura original. El resultado es un espacio donde el diseño sereno, los materiales nobles y el confort silencioso crean una atmósfera única.
Con 74 habitaciones y suites, spa de más de 700 m² y una oferta gastronómica que va desde la cocina suiza de autor en The View hasta propuestas más informales en N/5 – The Bar, el hotel ofrece una experiencia refinada sin estridencias. Aquí, el lujo no se exhibe: se siente en los detalles, en la privacidad y en la armonía. Un refugio donde todo está pensado para disfrutar con calma y sin artificios.
«Muchos de nuestros visitantes eligen venir aquí porque saben que no serán molestados. Esta mentalidad refleja la esencia del verdadero lujo»
Y es que St. Moritz se diferencia de otros enclaves alpinos como Courchevel o Gstaad precisamente por su historia y su enfoque. «Aquí no hay ostentación, hay tradición, estilo y respeto por la privacidad. Nuestro legado se remonta al siglo XIX y por aquí pasaron personalidades como Greta Garbo, Sean Connery o John Lennon. Muchos de nuestros visitantes eligen venir aquí porque saben que no serán molestados. Esta mentalidad refleja la esencia del verdadero lujo».
Pero hoy, el nuevo lujo también se mide en experiencias holísticas. «La gastronomía, el arte y el bienestar son pilares fundamentales. Contamos con restaurantes con estrellas Michelin, centros de bienestar de vanguardia y una escena artística vibrante, con eventos como el NOMAD Circle que enriquecen la estancia. Nuestros huéspedes buscan algo más que un paisaje bonito: buscan profundidad cultural, salud y una conexión auténtica con el entorno».
En este aspecto, muy recomendable es llegar a St. Moritz en tren, el paisaje es espectacular. Con el Swiss Travel Pass puedes viajar por toda Suiza (además de en tren) en bus y hasta en barco. También incluye el Grand Train Tour, que pasa por once lagos y cinco destinos Patrimonio de la UNESCO.
¿Y qué tipo de experiencias son las más demandadas? «Excursiones privadas guiadas, programas de bienestar a medida, cenas exclusivas o servicios de conserjería discreta. Todo está pensado para que cada estancia sea única, personalizada y profundamente satisfactoria».
St. Moritz vuelve a ser ese refugio silencioso donde el verano se disfruta con la misma intensidad (aunque con otro ritmo) que el invierno. Un lugar donde el lujo no grita, simplemente se siente.