Málaga es un hervidero de interesantes proyectos. También gastronómicos. Y entre ellos destaca un palacio malagueño en pleno centro de la ciudad: Balausta. Balausta es el interior de las granadas, todas las semillas que se encuentran juntas en armonía. Y también es el nombre de este restaurante, ubicado en un espectacular palacio del siglo XVIII -el Palacio Solecio- con un precioso patio andaluz, con el sello del interiorista Antonio Obrador.
«Su propuesta gastronómica está formada por referencias fenicias, griegas, romanas, árabes, sefardíes y cristianas, y todas esas culturas o ‘semillas’ constituyen ese fruto», nos comentan.
En sus fogones se mezclan todas estas civilizaciones, como ingredientes de un mismo plato de gran riqueza. Porque la historia andaluza tiene grandes técnicas y una importante historia atrás. Todo eso, tan relevante, se transmite en Balausta.
Aquí lo importante, a parte de la belleza del lugar, es la materia prima. El producto es una parte fundamental en todo lo que ofrece en sus platos. Y en ellos se transmiten estas técnicas culinarias y pequeños toques contemporáneos, siempre respetándolo.
Esos guiños de vanguardias fundamentales para tener una propuesta diferente. Y de todo esto se encarga el chef José Carlos García, el único cocinero de Málaga con una estrella Michelin. Toda una garantía cuando cogemos el tenedor.
Junto a él trabaja Marcos Granado, su jefe de cocina, que se encarga de que el plato salga perfecto a ese espectacular patio. Y todos ellos con unos mismos valores muy claros: sofisticación y personalidad. Destaca la porra antequerana con ventresca de atún confitada y patata en adobillo malagueño, uno de esos platos tradicionales que no falla y que siempre es una buena opción probar. Un plato disponible en el menú degustación.
También su estofado de setas al sarmiento con queso Payoyo, uno de esos platos deliciosos que siempre gusta probar. La crema de alcachofas con cigalas a la brasa o la crema de castañas con lascas de presa embuchada. Platos excelentes para el invierno malagueño, aunque no sea tan frío.
Y por último, destaca su servicio, siempre atento. Uno de esos ingredientes que a veces olvidamos en el restaurante y que hacen de la experiencia algo excepcional. Y junto a ello, hay que destacar detalles dulces.
Y junto a ello, propuestas especiales durante todo el año, que incluyen platos tan exquisitos como el espectacular tartar de gamba blanca con su caldito y vegetales encurtidos; la estupenda merluza de anzuelo con cococha y almejas en salsa verde y la paletilla de chivo lechal malagueño con caldo de puchero reducido, castañas y angula de monte. Todo en un epatante palacio, que como dicen en Andalucía… Quita el sentío.