‘Tardebuena’: la ruta definitiva para empezar la Navidad en Madrid
La tarde del 24 de diciembre tiene algo de hechizo: las luces navideñas parpadean con un brillo especial, el frío se cuela por las calles de Madrid, y el ánimo de tardeo se vuelve más íntimo, más festivo. Es el momento perfecto para alargar el espíritu navideño con un aperitivo que prepare el alma para la cena. Si estás en Tardebuena y buscas lugares con encanto para ese momento previo a la gran cena familiar, aquí tienes una ruta mágica por algunos de los bares más entrañables de la ciudad, clásicos y contemporáneos, donde tomar el aperitivo en Madrid antes de sentarte a compartir historias y risas bajo el Belén.
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El mejor aperitivo de Madrid en Tardebuena se disfruta en estas direcciones
El Buen
Ubicado en la calle Hermanos Bécquer, en el barrio de Salamanca, El Buen es una joya para un aperitivo con clase pero sin excesos. Su propuesta gira entorno a una barra de amigo donde se combina cocina de producto con una buena carta de vinos: más de 80 referencias, entre clásicos y descubrimientos, se dejan disfrutar de pie o en taburetes altos. Es el lugar ideal para que la tarde avance pausada, entre una copa de txakolí o un vino que dé ganas de alargar el brindis.
Bar Trafalgar
En pleno Chamberí, en la calle Alburquerque, se encuentra Bar Trafalgar, un bar que mezcla tradición castiza con sofisticación moderna. Su interior es amplio, con grandes ventanales y un botellero que invita a mirar y elegir con calma. Aquí puedes pedir un aperitivo para compartir: su carta de tapas y platillos (para compartir, como ellos mismos afirman) funciona muy bien con vermús, cócteles o vinos.
La Ardosa
Para un aperitivo más castizo, La Ardosa es un clásico imprescindible. Esta taberna, con historia desde finales del siglo XIX, todavía conserva su esencia de bodega madrileña, con azulejos tradicionales en su fachada e interior. Aquí puedes disfrutar una caña bien tirada o una vermú con anchoas o boquerones, saboreando un rincón de Madrid que parece detenido en el tiempo. Es un lugar con carácter, perfecto para una parada tranquila antes de sumergirse en la cena navideña.
Casa Dani
En el Mercado de la Paz, en el barrio de Salamanca, Casa Dani es un lugar de tradición castiza y sabor auténtico. Desde 1991, la familia detrás del local ofrece cocina de mercado honesta: su tortilla de patata es uno de sus emblemas. Venir para el aperitivo aquí significa sumergirse en la vida del mercado: gente local y visitantes se mezclan, el ambiente es cálido, familiar, con la cocina que huele a casa. Además, tienen una terraza, sí, incluso para una tarde de diciembre si el tiempo acompaña, donde se puede disfrutar de sus tapas y platos sencillos mientras se observa el ir y venir del mercado. Uno de los más míticos para tomar el aperitivo en Madrid.
Jurucha
Este bar de toda la vida, con su nombre tan evocador, es ideal para un aperitivo más castizo, sin artificios. Imagina una taberna donde se conversa sin prisa, donde la cerveza o el vino acompaña a unas olivas, una ración pequeña, un bocadillo tradicional. Jurucha siempre ha sido de esos sitios que parecen invisibles hasta que los necesitas.
Bar Manero
Si quieres elevar el aperitivo a algo más glamuroso, Bar Manero es una opción sorprendente. Se trata de un concepto muy sofisticado: bar de lujo, bistró y speakeasy en uno, con un diseño que recuerda a los salones palaciegos. El local tiene recovecos, rincones con cortinas, iluminación cálida… un espacio ideal para un brindis navideño con una copa elegante, acompañado de pequeños bocados cuidadosamente elaborados.
Bodegas El Maño
En pleno Chamberí, Bodegas El Maño conserva ese aire de taberna madrileña de siempre, con paredes forradas de historia líquida y una barra que invita a quedarse más de lo previsto. Es ese tipo de bodega donde el vermú sabe mejor porque se bebe sin prisa, donde las cazuelitas salen humeantes y donde el vino, servido como mandan los cánones, en copa o en vaso corto, acompaña a tapas que huelen a domingo familiar.
Casa Macareno
Casa Macareno, en Malasaña, es una taberna que combina sabor a barrio con un punto canalla y elegante. Tiene ese encanto del Madrid castizo reinterpretado: azulejos, barra larga, mesas pequeñas y un trajín constante que parece coreografiado. Aquí el aperitivo adquiere forma de tradición bien cuidada: gildas, ensaladillas, croquetas cremosas y vermuts que se repiten. Es el típico sitio donde, sin darte cuenta, te sientes parte del paisaje, como si siempre hubieras venido. Y quién sabe, igual te encuentras con Rosalía.