Antoine de Saint-Exupéry no necesita demasiadas presentaciones, sobre todo porque es autor de uno de los libros más icónicos del mundo: El Principito. Pero, ¿quién era Antoine de Saint-Exupéry? Porque no mucha gente sabe que además de novelista, era piloto. Saint-Exupéry era el tercer hijo de una familia aristócrata francesa, estuvo muy unido a su madre -perdió a su padre siendo muy joven- y su amor por la cultura surgió de su buena relación. Se escribieron cartas toda la vida.
Por esa razón, el escritor francés se dedicó a escribir novelas… Y libros sobre aviación. Su profesión siempre le marcó a la hora de escribir y ha sido una de sus grandes inspiraciones. Pero no han sido sus libros sobre aviones lo que le dieron la fama… Fue ‘El Principito’. De este libro y otros vamos a hablar, para que conozcas un poco más de sus obras.
‘El Principito’
Poco que decir de este libro, uno de los más leídos del mundo. Un libro cuyo protagonista es un príncipe que reflexiona sobre la relación del ser humano con los demás y con el mundo. La amistad, el amor, el sentido, de la responsabilidad… Son algunos de los temas que se hablan en esta novela, tan corta como intensa, que forma parte de la literatura universal. Saint-Exupéry fue piloto militar al comenzar la Segunda Guerra Mundial y ‘El Principito’ fue escrito en mitad de una de sus crisis personales durante su exilio en Estados Unidos, cuando su salud estaba cada vez más deteriorada.
‘Piloto de guerra’
Este libro, escrito en 1942, es un libro de sus memorias, en el que cuenta sus vivencias en el Armée de l’air, en la batalla de Francia de 1940, cuando los alemanes entraron en el país, en la II Guerra Mundial. Durante todo eso tiempo estuvo sobrevolando la ciudad de Arrás, y lo cuenta en este libro que nada tiene que ver con ‘El Principito’, pero también define muy bien otra faceta de Saint-Exupéry. Sus reflexiones rozan el alma.
‘Tierra de hombres’
En este caso este libro es de 1939, y lo escribe después de haber sufrido un accidente y salir de un coma. Con esta novela recibió el premio de la Academia Francesa, así que es una gran obra del escritor. Es otro libro autobiográfico que le dedica a su amigo Henri Guillaumet. «Esstábamos en 1926. Yo acababa de ingresar como piloto en la Sociedad Latécoère, que estableció, antes que la Aéropostale (la actual Air France), el enlace Toulouse-Dakar. Allí aprendí el oficio. Al igual que mis compañeros, pasaba el noviciado obligado a los jóvenes antes de alcanzar el honor de llevar el correo. Prueba de aviones, desplazamientos entre Toulouse y Perpignan, aburridas lecciones de meteorología en el fondo de un hangar helado. Vivíamos en el temor a las montañas españolas, que aún no conocíamos, y en el respeto a los veteranos», así empieza su novela. El resto te puedes imaginar.