Las pinturas de Georgia O’Keeffe ya están en el Museo Thyssen
Una de las citas culturales de la primavera es la llegada de la pintora Georgia O’Keeffee a Madrid. La artista norteamericana, conocida como la «madre del modernismo estadounidense», está presente en el Museo Thyssen Bornemisza con una muestra de 90 obras.
No solo es la madre del modernismo estadounidense, es considerada una de las máximas representantes del arte norteamericano del siglo XX.
O’Keeffe estudió en el Art Institute of Chicago y en la Art Students League de Nueva York. Ella no siguió la tendencia, marcó la suya propia, y fue gracias a la influencia de Arthur Wesley Dow. Mientras era profesora, allá por 1915, empieza a experimentar con el carboncillo.
«Desde comienzos de los años veinte Georgia O’Keeffe representó imágenes aisladas de formas naturales sencillas, conchas, huesos o flores, como reacción a la excesiva intelectualización y hermetismo a los que se veía sometida entonces la pintura», explican desde el museo.
En 1920 ya era una de las artistas más consagradas del país. En sus obras Georgia O’Keeffe refleja la modernidad norteamericana. Sus rascacielos de Nueva York son icónicos, al igual que sus representaciones de flores. «No se puede pintar Nueva York como es, sino tal y como uno lo siente», decía la artista.
Pero no solo Nueva York fue fuente de inspiración de Georgia O’Keeffee, también Nuevo México. En 1929 viajó por primera vez a este lugar que tan poco tenía que ver con la ciudad de los rascacielos o con su Wisconsin natal. La cultura de este lugar fue importante para este nuevo periodo de obras de la artista. De hecho, Nuevo México se convirtió en su lugar de residencia en 1949. Una vez Nuevo México fue fijado como base de operaciones, empezó a viajar fuera del continente americano. Nunca antes había cruzado el charco, mucho menos haber salido del país.
Estos viajes internacionales inspiraron todavía más la obra de Georgia O’Keeffee. Como suele pasar, conocer otras culturales y otros lugares nos inspira. A una persona como ella todavía más. «Para O’Keeffe, el arte no era un modo de simbolizar una idea o una imagen, sino una fórmula para entender sus emociones, su experiencia del mundo. Solía manifestar que sus pinturas representaban «las cosas para las que no encuentro palabras» o «las cosas impalpables dentro de mí que sólo puedo aclarar con la pintura»», explican desde el Museo Thyssen Bornemisza. La muestra está disponible hasta junio en el museo madrileño.