Arte

Jara López Sastre, la pintora que triunfa en Nueva York: «Mi obra nace de la exploración de la mujer»

(Foto: Jara López Sastre)

Con apenas 23 años, Jara López Sastre ha conquistado Nueva York por su profunda exploración de la feminidad. Del 14 al 20 de octubre regresa a su ciudad natal, Madrid, para presentar su primera exposición en solitario en Europa: Lo que queda después de la mirada. La muestra, que se inaugura en el Ateneo de Madrid, representa no sólo un hito en la carrera de esta madrileña afincada en Estados Unidos, sino también un encuentro emotivo con sus raíces. Hablamos con la artista para adentrarnos en su mundo imaginario, de su exposición en Madrid y cómo es triunfar al otro lado del Atlántico a tan temprana edad: «No es una tarea fácil».

Jara López Sastre es una de las artistas españolas con más proyección internacional. Su arte se ha exhibido en Times Square y Palo Gallery, entre otros, y su arte explora la representación del cuerpo femenino, cuestionando la mirada voyeurista y el poder implícito en la observación. Con referencias a mitos como Venus y Afrodita, utiliza símbolos acuáticos y metáforas para deconstruir estereotipos, integrando pintura y poesía en una reflexión crítica sobre la sexualidad y la objetificación.

«Rastreo las nociones históricas de lo femenino y lo erótico, reimaginando su representación al adoptar estos símbolos para construir, deconstruir y reinventar la forma femenina a través de la vida acuática y la naturaleza, como encarnaciones metafóricas y literales del cuerpo femenino».

«Nueva York es una ciudad muy abierta donde a la gente le importa mucho la cultura y apoya mucho el arte», comienza así Jara López Sastre nuestra charla para explicarnos que adaptarse a una ciudad tan vibrante y exigente como esta ha sido un reto que ha enfrentado con determinación.

«El mundo del arte en Nueva York favorece tanto al artista joven como a el más establecido. Siempre salen oportunidades y mientras te tomas en serio tu trabajo la gente te toma en serio«. Esta actitud le permitió crecer como artista en un entorno donde las oportunidades no tardan en surgir, siempre y cuando uno esté dispuesto a trabajar duro y mantenerse fiel a su visión. «La ciudad siempre está buscando novedades en cuanto a pintores, músicos y escritores emergentes, y hay muchos recursos, tanto públicos como privados», reconoce.

«En España el arte va a un ritmo más lento y la escena artística no está tan presente como en Nueva York»

Para Jara, las diferencias entre las escenas artísticas de Estados Unidos y España son evidentes. Nueva York, según ella, tiene un ritmo frenético, donde el arte forma parte del día a día de sus habitantes: «Da igual a lo que te dediques, la gente va al menos dos openings de exposiciones al mes. Es un mercado que mueve mucho dinero y el arte está muy respetado».

En comparación, en España, Jara siente que la escena artística todavía no ha alcanzado ese nivel de integración en la vida cotidiana, lo que supone un freno para algunos artistas.

(Foto: Jara López Sastre)

Lo que queda después de la mirada es mucho más que una exposición para Jara. Es su regreso a casa, a la ciudad donde creció, y un reencuentro con su gente. La emoción y el nerviosismo son palpables en sus palabras: «Me hace mucha ilusión que mi primera exposición individual sea en Madrid, ya que es la ciudad en la que crecí, y estar rodeada de las personas que te quieren te da un apoyo diferente». Para ella, exponer en Nueva York tiene la ventaja del anonimato y hacerlo en su país natal implica una conexión más personal y emocional.

El Ateneo de Madrid se convierte en el escenario perfecto para este encuentro, y Jara espera que el público madrileño reciba con los brazos abiertos su obra, que ha sido elogiada en Estados Unidos por su profundidad conceptual y su exploración de temas como la feminidad, el voyeurismo y la intimidad.

«Mi colaboración con Marcus Jahmal me ha permitido tener acceso a muchos artistas y sus obras»

A lo largo de su carrera, López Sastre ha tenido la oportunidad de trabajar con importantes figuras del arte contemporáneo, como Marcus Jahmal, Agnes Questionmark y Adrian Schachter. De cada uno de ellos ha aprendido valiosas lecciones que han influido en su estilo y enfoque artístico. Su colaboración con Marcus Jahmal es como studio manager y ha sido especialmente significativa para ella: «La relación ha evolucionado hacia una dinámica de mentoría». Aunque sus estilos son diferentes, esta colaboración ha permitido a Jara enriquecer su propio trabajo y conectar con una comunidad de artistas que la han ayudado a crecer.

«Cuando te involucras con otros artistas de manera tan íntima, como estar en el estudio durante la producción y desarrollo de la obra, aprendes a hacer cosas que tal vez no aplicas en tu propio trabajo, pero que amplían tu conocimiento del medio», señala la artista y nos explica que aunque no he adoptado técnicas formales, «este vínculo me ha dado acceso a muchos artistas y sus obras, además de haber generado ideas y reflexiones que me enriquecen al desarrollar mi propio trabajo».

«La relación entre las mujeres y las criaturas marinas ha sido utilizada para caracterizar a la mujer como un ser sexual»

Uno de los aspectos más destacados de la obra de Jara López Sastre es su uso de metáforas visuales para explorar la feminidad. A menudo recurre a la naturaleza y a las criaturas marinas como símbolos de la figura femenina, utilizando estas imágenes para reflexionar sobre la intimidad y la sexualidad. «Al intensificar esta relación entre la mujer y los peces, estoy dialogando con el simbolismo incrustado en la historia del arte», explica Jara. Su objetivo es poner de relieve la forma en que la mujer ha sido representada a lo largo de la historia como un objeto de contemplación y deseo, y cuestionar las implicaciones de esta representación.

(Foto: Jara López Sastre)

Su obra también explora la vulnerabilidad que conlleva ser observado, una dinámica que compara con la de los peces atrapados en un acuario: «Estos hermosos peces vivos están atrapados y expuestos para que los contemplemos. Los peces se vuelven vulnerables ante las masas al despojarse de la intimidad». De esta manera, en la exposición en Madrid, López Sastre invita al espectador a reflexionar sobre su papel en el acto de mirar, cuestionando las relaciones de poder inherentes a la observación.

Jara recuerda El nacimiento de Venus, de Botticelli, donde «la figura femenina desnuda (sexual) emerge de una gran concha marina que flota en la orilla del mar. Se establece una relación entre el mar y la mujer».

La artista escudriña la obra del pintor del Renacimiento italiano: «Venus es un sujeto de contemplación. Ha sido capturada, típicamente en un dormitorio aislado, para que la admiremos. Admiramos su belleza, su desnudez, y al admirarla, la hacemos impura. Ella se convierte en un objeto de deseo sexual, disponible para todos. Hacemos que su vulnerabilidad sea pública, un objeto de exhibición. El acuario simboliza esta misma idea. Estos hermosos peces vivos están atrapados y expuestos para que los contemplemos».

«Lo que vemos y cómo lo vemos juega un papel importante en generar dinámicas de incomodidad»

En la exposición en Madrid, hay una importante alusión a lo que significa «ser el ojo que ve». La artista subraya que lo que observamos y, especialmente, cómo lo hacemos, juega un papel crucial en generar dinámicas de incomodidad y poder. Este poder inherente al acto de mirar se manifiesta en la interacción entre el espectador y la obra, en este caso, los cuerpos femeninos representados. “Se establece una clara dinámica de poder, intrínseca al acto de mirar. En el tanque, a pesar de que los animales son conscientes de que están siendo exhibidos para la contemplación, también busco generar conciencia en el espectador sobre las repercusiones de su participación. De alguna manera, la pintura se activa por la naturaleza interactiva entre el observador y el sujeto», afirma la artista.

(Foto: Jara López Sastre)

Esta interacción plantea cuestiones incómodas sobre el tipo de mirada que aplicamos a lo que tenemos ante nosotros. La artista invita a reflexionar sobre la noción de «mirar lascivamente», que va más allá del mero acto de observar; «Mirar de una manera lasciva es mostrar un deseo sexual excesivo, un deseo que es ofensivo o no deseado», aclara. Aquí, surge una pregunta inevitable: ¿Quién mira y de qué forma miramos?

«Mi obra parte de la exploración de la mujer y su representación en el arte»

La obra de la artista está profundamente influenciada por el trabajo de la historiadora del arte Catherine McCormack, especialmente su análisis sobre la representación del cuerpo femenino en la cultura occidental. «Mi obra parte de la exploración de la mujer y su representación en el arte. La importancia de Venus y Afrodita como punto de partida en mi trabajo proviene de la aceptación de estas obras maestras como los primeros iconos de belleza y sexualidad femenina en la civilización occidental», explica.

McCormack, en su análisis, señala cómo la cultura grecorromana ha establecido cánones inquebrantables sobre la figura femenina, transformando a Venus y Afrodita en emblemas de sexualidad. «A diferencia de la Madonna, Venus y Afrodita son de naturaleza sexual. Representan a la mujer como un cuerpo sexual, lo que refuerza su importancia en el establecimiento de los parámetros del cuerpo femenino deseado», añade la artista, haciendo eco de la historiadora.

Este análisis se hace presente en la exposición en Madrid a través de una serie de cuerpos femeninos que evocan no sólo la belleza y sensualidad clásicas, sino también el contexto social y mediático actual. McCormack también destaca cómo los símbolos y mitos antiguos se perpetúan en la cultura popular contemporánea, una idea que la artista explora mediante imágenes cargadas de connotaciones acuáticas. «La idea de la mujer como una criatura mágica del mar es adoptada por grandes empresas y ampliamente difundida en los medios de comunicación», sostiene, destacando ejemplos como el anuncio de las maquinillas Venus de los años 90, que mostraban cuerpos femeninos emergiendo del agua, reproduciendo la misma postura y estética de Afrodita.

(Foto: Jara López Sastre)

Al invitar al espectador a interactuar con sus obras, la artista cuestiona la naturaleza del deseo, la mirada y el poder en la representación del cuerpo femenino. Esta dinámica de «observador-observado» busca que el público reflexione sobre su rol en la perpetuación o el cuestionamiento de estas nociones.

«Hay una mala manía en apoyarse en los textos de las exposiciones que hace que el visitante haya entendido demasiado rápido»

En la exposición en Madrid, la poesía tiene un papel especial, ya que acompaña a las pinturas sin invadir la experiencia visual. La artista explica que «un texto debería aportar de una forma que no obstruya la experiencia. Creo que hay una mala manía en apoyarse en los textos de las exposiciones que hace que el visitante haya entendido demasiado rápido la obra y una vez entendida no buscas nada más en la imagen y te vas sin haberte llevado nada». Para ella, la relación entre texto e imagen es vital, pero debe mantener el equilibrio para no interrumpir el diálogo que ocurre entre el espectador y la obra.

«Lo que puedes generar con una imagen no lo puedes hacer con la literatura, y viceversa», dice. En su opinión, la pintura y la poesía están en constante conversación, cada una con sus propias capacidades y limitaciones, complementándose sin que una reemplace a la otra. «El lenguaje, como el conocimiento, es una herramienta que permite el cambio y la resistencia. Concienciar a un número creciente de personas sobre el sexismo en el lenguaje es una tarea importante», concluye.