‘Aida’: vuelve la gran ópera de Verdi al Teatro Real de Madrid en la inauguración de la temporada lírica
Es la tercera ocasión que Aida se estrena en el ‘nuevo’ Teatro Real de Madrid. «La obra más popular de la lírica italiana» en palabras de Joan Matabosch , director artístico del Teatro Real. Una puesta de largo, de casi 3 horas de duración, para celebrar los 25 años de la reapertura del gran teatro lírico de la capital de España. Un teatro, que por cierto, estrena la tarima de un renovado escenario de dos mil metros cuadrados. «En total, habrá más de 20 funciones seguidas de Aida, lo que supone un récord como teatro», comenta el director Hugo de Ana, satisfecho de la programación. La ocasión lo merece, pues la producción es embaucadora.
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El director de escena, escenógrafo y figurinista Hugo de Ana vuelve a dirigir su histórica producción, con las modificaciones introducidas en 2018 y algunas actualizaciones más, para la actual reposición. De Ana estaba al frente de la producción entonces en 1988, y lo está ahora, en 2022. «La producción ha madurado. Se ha renovado la tecnología y se han introducido algunas modificaciones, actualizando algunos elementos como las proyecciones que se han concebido para trascender la evocación de un Oriente idealizado», reconoce el creador. Una intensa historia de amor, un triángulo amoroso contado con pasión.
«Lo interesante de esta obra es cómo se puede excavar en la sicología de los personajes a través de cada uno de los actos, explica. «Nadie es bueno y nadie es malo, todos los personajes persiguen algo», añade.
También Nicola Luisotti vuelve al foso del Real con Aida, una ópera que ya dirigió con gran éxito en 2018. Será su octava producción verdiana al frente del Coro y Orquesta titulares del Teatro Real. «La obra es muy actual, parece que habla de historias que nos ocurren a nosotros, de nuestra época: hay celos, hay un trío, hay inmigración, pero sobre todo habla de amor …», describe el director musical del Teatro Real.
Sobre Aida
Con el estreno de Aida en El Cairo, en 1871, Giuseppe Verdi (1813-1901), sexagenario y con 25 óperas en su haber, culminaba aparentemente una carrera prolífica (que luego duraría hasta los 80 años), con una partitura muy efusiva, pero también honda e intimista, en la que afloran los temas recurrentes en su obra: el triángulo amoroso, el trasfondo político y social, la prepotencia de los dictadores, la humillación de los oprimidos, los sentimientos paterno-filiales, los celos, los amores prohibidos, la traición, la soledad, la muerte… Increíble, pero son todos temas de absoluta actualidad referidos hace dos siglos.
Desde el punto de vista compositivo, Aida también refleja la veteranía de Verdi: su dominio de la escritura vocal, ─privilegiando los dúos y números de conjunto, en detrimento de las arias─; la genial utilización de la orquestación para obtener efectos dramatúrgicos; la yuxtaposición de momentos de recogimiento y de esplendor; y la pericia en la articulación de grandes números corales y coreográficos con inspiradas melodías solistas, de gran aliento y profundo dramatismo. Y un escenario que sube, que se eleva, lleno de efectos visuales, hacen el resto.
Es precisamente esta dualidad entre la espectacularidad de las escenas de masas ─con el imperio egipcio, ejércitos, faraones, esclavos, sacerdotisas, invasores, prisioneros, ritos religiosos, celebraciones, etc.─ y aquellas, recogidas, íntimas, en las que afloran los conflictos y los dramas de los protagonistas, donde radica la dificultad de la puesta en escena de Aida. Y por tanto su grandiosidad.
Hugo de Ana opta por una producción de fuerte poder simbólico, dominada por una colosal pirámide que sugiere la magnificencia del poder político y religioso y también el triángulo amoroso que respira el drama, contrapuesta a paisajes desérticos que enfatizan la profunda soledad de los personajes, que se debaten entre sentimientos, dudas y contradicciones.
Con casi 300 artistas ─entre solistas, coro, bailarines, actores y orquesta─ y una escenografía ya histórica, Aida trae al escenario del Real a grandísimos intérpretes, capaces de dar a la obra de Verdi su verdadera dimensión universal.
La tercera vez
Entre los días 24 de octubre y 14 de noviembre se ofrecerán 19 funciones de Aida, recuperando la espectacular producción concebida por Hugo de Ana para la inauguración de la segunda temporada del ‘nuevo’ Teatro Real, en octubre de 1998, con las modificaciones introducidas en la producción en 2018. En esta ocasión, la versión actualizada en 2022, estará coproducida con la Abu Dhabi Music and Arts Foundation. Los Reyes de España presiden este estreno, que inaugura la temporada lírica en el Real.
Tres repartos reunirán en el Real a grandes voces verdianas: las sopranos Krassimira Stoyanova, Maria Agresta, Roberta Mantegna y Anna Netrebko (Aida); las mezzosopranos Jamie Barton, Sonia Ganassi y Ketevan Kemoklidze (Amneris); los tenores Piotr Beczala, Yusif Eyvazov y Jorge de León (Radamés); los barítonos Carlos Álvarez, Artur Ruciński y Gevorg Hakobyan (Amonasro) y los bajos Alexander Vinogradov; Jongmin Park y Simón Orfila (Ramfis).
Téllez
«Es una obra íntima. No comienza con un coro, comienza con un diálogo». Lo explica el musicólogo, José Luis Téllez. «Esta obra refleja el enfrentamiento entre el deber y el deseo. Es el punto máximo de la elaboración melódica verdiana», es su cualificada opinión. «Giuseppe Verdi no asistió al estreno de su obra en El Cairo. Sí estuvo, en cambio, en el estreno en La Scala de Milán. Y consiguió que le pagaran un dineral por la obra» cuenta el crítico musical.
La soprano
«Yo no puedo ser sólo cantante , debo de ser también actriz», reconoce la interprete, Krassimira Stoyanova, que encarna a Aida. «Yo necesito que mi personaje sea creíble además de que el público aprecie lo bien que canto», añade la artista.
El Teatro Real mira, pues, una vez más, a su historia pasada y reciente a través de la reposición de Aida como un simbólico auto-homenaje, después del éxito de esta misma producción a lo largo de los últimos 25 años del Teatro Real. Las 8 funciones dirigidas por Luis Antonio García Navarro (1941-2001), se unen a las 353 que tuvieron lugar en las temporadas anteriores al cierre del teatro, en 1925.
Durante ese periodo, el popular título verdiano fue el más representado en el Real, siendo Giuseppe Verdi el compositor preferido del público madrileño, como lo demuestra su presencia constante en la programación de cada temporada y el éxito de ocupación en todas sus óperas.