Sandro Albaladejo (Carmina): «El estilo de los 80 era un Lacoste, Levi’s y nuestros mocasines»
En un momento de la vida, donde lo rápido y lo efímero dominan, la autenticidad se convierte en el mayor lujo. Pocas firmas encarnan ese espíritu con tanta verdad como Carmina, la histórica casa mallorquina de zapatos y mocasines artesanales que, desde 1866, representa la excelencia silenciosa y el saber hacer que sólo el tiempo y la dedicación familiar pueden otorgar. Es, además, una de las firmas favoritas de nombres como Pablo Castellano, Nacho Yanes, Melissa Villarreal… Todos confían en sus diseños para reflejar una sofisticación atemporal en cada paso. Hablamos con Sandro Albaladejo, director comercial de Carmina y bisnieto del fundador.
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«Formar parte de una saga de zapateros que comenzó en 1866 es un privilegio», confiesa Sandro. «Junto a mis hermanos, continuamos fabricando integralmente en Inca, como lo hicieron nuestros antepasados. Hemos heredado el know-how de generaciones anteriores y nos sentimos comprometidos en perfeccionarlo y transmitirlo a los que vendrán».
«En casa siempre hemos estado rodeados de diseños… sin saberlo, nuestra trayectoria profesional ya estaba marcada»
Desde el pequeño taller fundado por Matías Pujadas, hasta la gran industria creada por José Albaladejo en los años 70 bajo el nombre de Yanko, la historia de Carmina está entretejida con la de Mallorca. El propio Sandro recuerda su infancia entre hormas, patrones y dibujos de zapatos. «En casa siempre hemos estado rodeados de diseños, escandallos y muestras. Sin saberlo, nuestra trayectoria profesional ya estaba marcada».
Entre sus recuerdos están también las tardes en la fábrica jugando con los primeros videojuegos del IBM AS400 y los juguetes que se mostraban al personal para elegir los regalos navideños de sus hijos. Una infancia entre cuero, artesanos y tecnología, que con el tiempo ha dado forma a una visión empresarial moderna pero con alma tradicional.
«Siempre he oído que los jóvenes de la época vestían un Lacoste, unos Levi’s y nuestros mocasines 1330 para ir a la moda»
Los mocasines 1330 fueron, durante los años 70 y 80, el emblema de una generación. «Siempre he oído que los jóvenes vestían un Lacoste, unos Levi’s y un 1330 para ir a la moda», recuerda Sandro. Pero hoy Carmina no se limita a un modelo. Oxfords, chelseas, botines o mocasines, para hombre y mujer, conforman colecciones que seducen a clientes de todo el mundo.
«Utilizamos los mejores materiales disponibles: terneras francesas de Annonay o Puy, antes ingleses de Charles F. Stead o Cordovan de Horween, desde Chicago. Todo fabricado por nuestros artesanos en Mallorca». Este compromiso con la calidad es parte de su ADN y la razón por la que clientes de EEUU, México, Asia o Europa acuden a sus tiendas con auténtica devoción.
«Estamos a punto de firmar el contrato de nuestra próxima tienda en Londres, en el barrio de Mayfair»
«Estamos a punto de firmar el contrato de nuestra próxima tienda en Londres, en el barrio de Mayfair», anuncia Sandro. Carmina ya tiene presencia en ciudades como Madrid, París y Nueva York, y planea nuevas aperturas en Múnich, Luxemburgo y Tokio. «Queremos abrir una Casa Carmina en Tokio, en 2026: una combinación de tienda, oficina y almacén».
Pero crecer con coherencia es también un reto: «Como empresa familiar, articular los recursos necesarios para nuevas aperturas sin afectar a la tesorería es un desafío constante». A esto se suma la necesidad de reforzar el reconocimiento de marca: «Debemos seguir invirtiendo en marketing, tanto digital como tradicional, para posicionarnos donde queremos estar».
«Estamos notando que la moda sneaker de los últimos años se está relajando y parece que la tendencia a la hora de vestir vuelve con zapatos refinados y con estilo»
Lejos de quedarse anclados en la tradición, Carmina ha implementado tecnología de escaneado 3D para garantizar un ajuste perfecto. «Hemos realizado eventos bespoke en Nueva York y San Francisco, y en abril lo haremos en nuestra tienda de Madrid», explica. El objetivo es que cada tienda cuente con escáner propio para ofrecer calzado a medida.
Este avance convive con su filosofía atemporal. «Nuestro producto está diseñado para perdurar. No seguimos tendencias pasajeras; queremos que cada par de zapatos tenga sentido dentro de muchos años». De hecho, Sandro observa cómo el auge del sneaker comienza a dar paso de nuevo al zapato refinado y clásico: «Estamos notando que la moda sneaker de los últimos años se está relajando y parece que la tendencia a la hora de vestir vuelve con zapatos refinados y con estilo; desde mi punto de vista, y respetando todos los gustos, entiendo que un sneaker no puede sustituir a un buen zapato en determinados ambientes o a la hora de combinar con prendas de vestir».
«Muchos clientes nos traen sus Carmina de hace diez o quince años para que los rehagamos»
Otra señal de esta vuelta al valor tradicional es el servicio Re-crafted. «Muchos clientes nos traen sus Carmina de hace diez o quince años para que los rehagamos: nuevas suelas, plantillas, tacones… y vuelven a estrenar zapatos”. Este gesto resume lo que Carmina representa: sostenibilidad, calidad y respeto por el oficio.
En paralelo, la firma está desarrollando un nuevo centro logístico que permitirá atender con eficiencia a todos sus canales de venta. Un paso más hacia la excelencia operativa que se espera de una casa que aspira a competir en la primera división del calzado mundial.
«Nuestra máxima ilusión es dejar una empresa sólida para las siguientes generaciones», concluye Sandro. En Carmina, la sexta generación ya está presente: su sobrina Carmina dirige las operaciones en Estados Unidos. Un puente generacional que garantiza que la pasión por el detalle, el amor por el oficio y la visión internacional sigan marcando el paso de esta firma centenaria.
Desde su fábrica en Inca, donde artesanos dan forma a cada zapato y (mocasines) con manos expertas, Carmina no solo fabrica calzado. Fabrica legado, elegancia y una manera de entender el lujo donde lo que realmente importa no pasa de moda.