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Las hermanas que han traído de México los vestidos virales del verano: «Los hacen artesanas de Oaxaca»

Isabel y Elena, fundadoras de Tatamana. (Foto: Tatamana)

Desde Madrid hasta Oaxaca, pasando por los rincones más coloridos de México, TataMana es mucho más que una marca de moda. Es el sueño compartido de dos hermanas, Isabel y Elena, que han convertido su pasión por el diseño y lo hecho a mano en un proyecto que viste con alma. «Cada vestido, cada bolso, cada pieza que ofrecemos tiene una historia, un origen y una identidad propia. No queremos vender moda, queremos compartir cultura», explica Elena, quien gestiona la marca desde Madrid.

La conexión con las raíces mexicanas llega de la mano de Isabel, que vive en México y se encarga de buscar los verdaderos tesoros del país. «Trabajo con las mismas artesanas desde hace más de diez años. Son mujeres sabias, generosas y con unas manos prodigiosas. Ellas me enseñaron a mirar la ropa con otros ojos», cuenta Isabel con admiración.

Vestido huipil. (Foto: Dani Sanz)

«Cada prenda y complemento lleva la huella de generaciones de artesanos y la sabiduría que han heredado»

Entre las piezas más emblemáticas de TataMana se encuentran los huipiles, vestidos tradicionales elaborados por comunidades indígenas en Oaxaca. «Son tejidos 100% de algodón, con brocados en hilo negro, hechos completamente a mano. Cada uno lleva la huella de generaciones de artesanos y la sabiduría que han heredado”, explica Isabel. El proceso de creación es lento, minucioso y profundamente respetuoso con los tiempos y las técnicas ancestrales.

«Nosotras no intervenimos en los diseños. Respetamos completamente el trabajo de las artesanas. Ellas nos enseñan su arte, y nosotras lo compartimos con el mundo», añade Elena. Cada huipil es una obra de arte única, con variaciones que reflejan el alma de quien lo ha bordado.

Salida de baño. (Foto: Dani Sanz)

«Los detalles pueden variar ligeramente entre una prenda y otra, y eso es lo que lo hace especial. Cada vestido tiene la huella de quien lo hizo»

En TataMana no existen dos piezas iguales. Esa es precisamente su mayor virtud. «La característica principal de lo artesanal es que cada vestido es único», subraya Isabel. Uno de los más demandados es el vestido clásico mexicano blanco, elaborado en tela de popelina y bordado a mano con hilos de algodón de colores. «Los detalles pueden variar ligeramente y eso es lo que lo hace especial. Cada vestido tiene la huella de quien lo hizo», comenta.

Otra joya de la colección es la línea de salidas de baño: túnicas de algodón 100% confeccionadas con la técnica de deshilado en telar. Livianas, frescas y elegantes, se han convertido en imprescindibles del verano.

(Foto: Tatamana)

Pero la propuesta de TataMana va más allá de la ropa. Su colección de accesorios es un viaje por la creatividad, la sostenibilidad y la fusión de culturas. El bolso Lupita, con forma circular, es uno de los iconos de la marca. «Por un lado, lleva un cactus labrado en latón, y por el otro, piedras de obsidiana volcánica incrustadas. Es una pieza de arte», afirma Elena.

Fabricados con una aleación de latón, alpaca y cobre, los bolsos joya TataMana brillan con luz propia. Cada uno se hace a mano, lo que hace que difieran ligeramente en forma o color. «Ahí está la magia: no buscamos perfección industrial, sino autenticidad», asegura Isabel.

Este bolso precisamente ha conquistado a las mujeres de la alta sociedad como Claudia Ortiz Domecq o Eugenia Osborne.

(Foto: Eugenia Osborne)

La firma también apuesta por la innovación sostenible, como su bolso de mano negro hecho con tiras de plástico reciclado. Y este verano, su producto estrella es el bolso Youcatan, fabricado a mano con fibra natural de sisal por comunidades mayas.

«Queremos que la gente entienda que al comprar una pieza nuestra está apoyando un modo de vida, una cultura»

Lo que distingue a TataMana no es sólo el diseño, sino la intención detrás de cada prenda. «Queremos que la gente entienda que al comprar una pieza nuestra está apoyando un modo de vida, una forma de trabajo, una cultura», reflexiona Isabel. «Es moda lenta, consciente y con propósito».

Artesana de Oaxaca. (Foto: Tatamana)

El nombre TataMana, de hecho, es un guiño a esa conexión profunda entre las hermanas y el mundo que las inspira. «Para nosotras, la moda es una forma de tejer vínculos: con nuestras raíces, con las mujeres que bordan, con las personas que visten nuestras piezas», concluye Elena.