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Fabiola Yáñez con Andreas Skevoulis, perfumista: «No hago perfumes, sino biografías líquidas»

Al cruzar el umbral de Nectárion Parfum en la madrileña calle Fernando VI, el tiempo parece detenerse. Entre frascos de cristal que atrapan la luz, Andreas Skevoulis me recibe con esa calidez mediterránea que lo caracteriza. «¿Lista para crear tu propia esencia?», pregunta mientras acomoda unos goteros sobre la mesa de trabajo de sus perfumes.

El atelier de Andreas Skevoulis se presenta como un templo de la perfumería contemporánea. Entre frascos de cristal biselado y esencias en vitrinas iluminadas, el maestro perfumista recibe a sus visitantes con la calidez característica de su herencia griega. Aquí, donde el tiempo parece detenerse, ocurre la magia de transformar perfumes en emociones.

Andreas Skevoulis ha recibido varios reconocimientos por su trabajo en la perfumería, incluyendo premios y críticas positivas de la industria. Su marca, Nectárion Parfum, es considerada una de las mejores marcas de perfumes de alta gama en el mundo. 

«En el siglo XVIII, las fragancias eran como retratos olfativos. Hoy devolvemos ese lujo íntimo»

Con siete años dedicados a rescatar el arte de la perfumería personalizada a través de su proyecto Nectárion Parfums, Skevoulis explica: «En el siglo XVIII, las fragancias eran como retratos olfativos. Hoy devolvemos ese lujo íntimo».

Su reputación traspasa fronteras. Recientemente, Schweppes lo convocó para un desafío creativo: «Recreamos el cóctel La Paloma en notas perfumísticas, capturando el carácter del tequila y la frescura cítrica», relata mientras ajusta un gotero de cristal.

Recreación del cóctel La Paloma con Schweppes en perfume. (Foto: Nectárion Parfum)

El proceso creativo

La creación de perfumes personalizados comienza con un diálogo profundo: «¿Qué emociones debe evocar?», pregunta el perfumista. La respuesta no se hace esperar: «La frescura y la libertad del mar, pero con la fuerza de quien conoce su camino».  Skevoulis asiente con complicidad. «Las flores aportan esa seguridad femenina, pero puedo ver tu predilección por los cítricos y maderas», analiza mientras selecciona frascos con movimientos precisos.

«Veo cítricos para tu energía, pero también maderas nobles para esa solidez que percibo en ti»

La pregunta clave surge naturalmente: «¿Qué debería transmitir este aroma a quien no te conoce?». «La frescura y la esencia de una mujer que construye, que avanza con raíces firmes», es la respuesta inmediata.

El maestro perfumista traduce esta personalidad en notas:  «Antes que nada, dime Fabiola», me interpela con curiosidad genuina, «¿qué emociones quieres que hable tu perfume?». La pregunta me toma por sorpresa, aunque debería estar preparada.

Andreas Skevoulis. (Foto: Nectárion Parfum)

«Quiero algo que capture esa contradicción mía entre la alegría luminosa y la profundidad reflexiva», respondo después de un momento. «Como el Mediterráneo de tus raíces, superficie brillante y corrientes profundas». Él asiente, ya revolviendo entre sus frascos. «Veo cítricos para tu energía, pero también maderas nobles para esa solidez que percibo en ti», comenta mientras hace desfilar ante mí varias esencias en tiras de prueba.

Base de Tiaré: una flor blanca pequeña, prima de la gardenia que crece en la Polinesia, en el Pacífico. Naranja dulce y maderas que evocan la presencia que perdura.

«Si alguien te huele sin verte, ¿qué debería intuir de ti?»

La pregunta clave llega sin previo aviso: «Si alguien te huele sin verte, ¿qué debería intuir de ti?». Mis palabras salen sin pensar: «Que detrás de esta sonrisa fácil hay una mujer que construye, que elige cada paso». Andreas no dice nada, pero sus manos comienzan a mezclar con precisión de alquimista.

El momento culminante llega cuando la mezcla perfecta toma forma. El resultado es una sinfonía olfativa que evoluciona en la piel: desde la explosión solar inicial hasta la calidez persistente de las maderas nobles.  «Esto no es un perfume, es una biografía líquida», sentencia Skevoulis al rotular el frasco.

(Foto: Nectárion Parfum)

En una era de producción masiva, experiencias como esta redefinen el concepto de exclusividad. La perfumería personalizada ya no es un capricho aristocrático, sino una forma de expresión personal en el mundo moderno. Como testigo de este arte renacido, queda claro por qué figuras como Skevoulis son considerados guardianes de una tradición que vuelve a florecer.

«Esa es la magia. No creo fragancias, sólo ayudo a las personas a encontrarse en ellas»

Cuando por fin pruebo la mezcla en mi antebrazo, algo cambia. «No es un perfume», susurro, «es… yo en esencia». Andreas sonríe satisfecho: «Esa es la magia. No creo fragancias, sólo ayudo a las personas a encontrarse en ellas».

Al despedirme, con mi frasco numerado entre las manos, comprendo que hoy no he entrevistado a un perfumista, sino que he participado en un acto íntimo de creación. Y que esta historia, ahora, también lleva mi aroma.

Andreas Skevoulis. (Foto: Nectárion Parfum)

También traigo conmigo varios descubrimientos, como el hecho del que muchas personas creen que el frotar una fragancia entre sus muñecas es una buena práctica, no lo es, por el contrario esto rompe las partículas del perfume: «Sí lo que pasa es que muchas personas se frotan para que su perfume se seque al aplicárselo y eso no está bien, porque la fricción sobrecalienta el perfume y altera su proceso natural de evaporación», nos explica Andreas. Así que hay notas de salida que se pierden. «Es como si al hacer eso le quitaras las primeras horas de vida en tu piel». Se debe aplicar y dejar que seque solo.