Estas son las curiosidades más llamativas sobre la MET Gala
Ya sean de arte o de moda, las exposiciones están destinadas a despertar los sentidos y a hacernos vivir una experiencia que no se asemeje a otra. Con la MET Gala a la vuelta de la esquina, surge la exposición de moda temporal del Museo Metropolitano de Nueva York, siendo una de las más destacadas del mundo, y Andrew Bolton, director de la exposición, es el responsable de darle forma a tan gran hito. Este año la muestra está repleta de curiosidades y os las contamos a continuación.
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El diseño no es solamente un boceto y de ahí pasar al patrón, corte, costura y listo, es toda una experiencia que hay detrás y es bastante complicada de mostrar. Hay que saber jugar mucho con las texturas, las formas, los largos e incluso hay diseñadores como Viktor & Rolf que evocan a la fantasía para llevar a cabo una ilusión óptica con un análisis artístico muy propio. Otros usan las flores como llamamiento al olfato, con el objetivo de no sólo admirar la composición y las costuras, sino también crear una experiencia olfativa individual.
«Es algo con lo que siempre luchamos: cuando una prenda pasa a pertenecer al museo, muchas de las experiencias sensoriales que damos por sentado con la ropa se pierden», explica Andre Bolton, comisario del Costume Institute, en el Museo MET de Nueva York y uno de los hombres más poderosos de la moda, a la edición de Vogue USA. «La parte positiva de todo esto es que somos los guardianes de la ropa, estamos aquí para cuidarla a perpetuidad. Pero eso implica mantenerla en condiciones muy específicas: no se puede tocar, no se puede oler, no se puede usar, no se puede… escuchar», añade.
La exposición estimula los sentidos
El motivo es algo muy importante y, por eso, en esta edición la exposición que nace de la gala del MET 2024, Sleeping Beauties: Reawakening Fashion (Bellas durmientes: el despertar de la moda), se genera bajo el objetivo de dar una vida a todas aquellas prendas que estuvieron dormidas y que han tenido un motivo en la formación de las costuras que han tejido la historia de la moda. Puede parecer un tema plano, pero el museo ha puesto a un equipo de expertos que han analizado con tecnología avanzada cómo esas piezas han estimulado los sentidos con su mera existencia.
Adquiridas 75 piezas
Hemos visto ocasiones en las que otras instituciones hacen donaciones para exposiciones de tal calibre, pero, en esta ocasión, no ha sido así. El Costume Institute ha hecho una inversión en 75 piezas icónicas, con motivos florales, como un delicado vestido de pétalos de Dior y una magnífica prenda drapeada de Iris van Herpen, delicada como las alas de una mariposa, hasta un tocado de Philip Treacy basado en la forma invertida de una rosa. Todo esto se une a una colección previa de otros 33.000 objetos, sobre los que recaen patrones de flores e inspiraciones en el mundo natural, que crearán toda una oda a las sensaciones que produce la moda.
Una oda a las ‘Bellas Durmientes’
La temática es la que decide el nombre con el que se bautiza la exposición y se hace una pequeña oda a esa fantasía que vivimos con Disney. Cuando hablamos de una bella durmiente, pensamos en aquellas princesas que duermen plácidamente y no se las puede tocar, puesto que gozan de una sensibilidad y una fragilidad que puede alterar su pureza. Esto es lo que pasa con las prendas, que su delicadeza evita que las podamos mantener con las manos o incluso ponerlas en un maniquí, porque pueden descomponerse e incluso alterar esa forma y esencia de la que gozan.
La pieza original data del siglo XIX
Toda exposición se mueve en torno a una temática, pero siempre tiene que existir una pieza central, desde la que parte el hilo de la historia. Esta data del 1887 y está diseñada por Charles Frederick Worth, desconocido para muchos, pero es el emblemático diseñador inglés cuya House of Worth sentó las bases de una alta costura que no existía en la Europa del siglo XIX. Perteneció a una mujer de la familia Astor, una familia brillante en negocios y política en Estados Unidos e Inglaterra en el mismo siglo. Según palabras del curador de la exposición: «Si hoy en día metes este vestido a un cajón, nunca más lo volverás a sacar porque se descompone». Es un riesgo muy grande, puesto que cada vez que se toca, su deterioro sigue avanzando y sus costuras pueden desaparecer.
La pieza más moderna
Como la temática va relacionada con la naturaleza, otra muestra que se va a exhibir es un abrigo que diseñó Jonathan Anderson para Loewe, que está sembrado, en el sentido agrícola, con semillas de hierba. Con el tiempo, esa hierba crece y crea una exuberante piel verde. La misión de Bolton era llevar un abrigo vivo, es decir, con plantas incorporadas, pero hubiese necesitado riego y un sistema de iluminación diferente.
Tecnología y sentidos
Este es un punto primordial en la exposición, puesto que nos van a hacer reflexionar sobre cómo debemos mantener un objeto de este estilo, sin perjudicar su integridad. Una serie de técnicas que nos ayudará a revivir la prenda y poder resucitar su esencia. Por ejemplo, una de las técnicas empleadas para devolver la vida a algunos vestidos icónicos es la de los fantasmas de Pepper, una ilusión holográfica mediante la cual una proyección de imagen plana aparece como un objeto en un espacio tridimensional. Todo esto se une a una investigación de dónde vivieron las prendas por primera vez y el tipo de perfume que tenían, además de cómo era el aire del entorno en el que vivían y los aromas que las impregnaban.
La exposición cuenta con una investigadora olfativa
Una de las personas que han formado parte de este superlativo equipo es la artista e investigadora olfativa Sissel Tolaas, afincada en Berlín, y pionera en el trabajo de crear y registrar el mundo del olfato. Es increíble, porque ella es capaz de identificar, a través de una investigación, los olores de la época y asociarlos a cada prenda. Es un proyecto en el que ha estado trabajando un año, con el objetivo de que cada prenda vaya unida a un olor que nos cree una reminiscencia de los olores que las rodeaban y podamos disfrutar de un ápice de historia. Hay que dejar claro que ella no se dedica a perfumar estos espacios, sino que su misión es amplificar la información oculta que hay en la prenda. Una de las piezas ocultas de esta MET Gala.