El calzado español que Claudia Schiffer hizo icono y hoy lleva Kate Middleton factura 30 millones
Hace dos décadas, bajo los focos de una sesión editorial inolvidable, Claudia Schiffer caminó por las calles de París ataviada con unas bailarinas españolas que rompieron moldes. El efecto fue inmediato: estilosas, funcionales, impregnadas de una discreta elegancia artesanal, aquellas Pretty Ballerinas de Menorca dejaron de ser solo un guiño estilístico para convertirse en declaración de intenciones. Aquellas bailarinas fueron vistas en portadas, un zapato aparentemente modesto redefinía el glamour sin alzar la voz. Ahora, con ese mismo poder silencioso que transforma un paso en un gesto, Kate Middleton ha inaugurado septiembre paseando por los jardines del Museo de Historia Natural de Londres.
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Las bailarinas de ante cámel con flecos y hebilla que ha llevado Kate Middleton en su primera aparición tras el verano han captado nuestra atención y no hemos podido evitar recordar el nacimiento de una marca de calzado plano que rompió moldes.
Una exportación del 70% de su producción y una facturación de 30 millones
Al igual que aquel recuerdo de Claudia Schiffer, este momento, el de Kate Middleton, consagra una narrativa sofisticada: la unión entre moda, historia familiar y estrategia empresarial. Desde su nacimiento en 2005, bajo el paraguas del grupo Mascaró, Pretty Ballerinas ha sostenido una filosofía: hacer del zapato plano la expresión máxima del lujo discreto.
La primera colección, lanzada en Londres, se agotó en un solo día. Desde entonces, la marca ha abierto más de 60 boutiques en ciudades clave, exporta aproximadamente el 70 % de su producción, y facturó cerca de 30 millones de euros en 2023, según informó La Vanguardia en 2020, cuando Lina Mascaró, presidenta del grupo, recibió el premio Mujer Empresaria CaixaBank. El valor radica en este equilibrio: innovar sin olvidar raíces, expandirse sin alterar la artesanía, modernizarse sin traicionar la tradición.
El valor radica en este equilibrio: innovar sin olvidar raíces, expandirse sin alterar la artesanía, modernizarse sin traicionar la tradición: «Queremos que cada par de zapatos transmitan lo que somos: autenticidad, cuidado artesanal y un lujo que no necesita ser estridente”, explica Lina Mascaró, presidenta del grupo, convencida de que la clave del éxito está en mantener el vínculo con Menorca, donde todavía se fabrican los más de medio millón de pares que salen cada año al mundo.
El día que Kate Moss se casó, Pretty Ballerinas dio la vuelta al mundo
Claudia Schiffer fue pionera en incorporar ese zapato plano como elemento indispensable en el armario de moda, un símbolo de comodidad sin renunciar al estilo. Siguiendo ese legado, Kate Middleton ha elevado ese gesto: al escoger el modelo Ella, vincula a Pretty Ballerinas a su narrativa pública de elegancia accesible y refinamiento real.
Y no son episodios aislados. En 2011, Kate Moss sorprendió al encargar bailarinas de la firma para todas las damas de honor de su boda. Aquel gesto convirtió a Pretty Ballerinas en una referencia internacional del lujo silencioso, esa categoría cada vez más apreciada que prioriza la discreción, la calidad y la atemporalidad frente a la ostentación.
Es una estrategia tan poderosa como sutil: sin discursos, sin eslóganes, sólo un par de zapatos que cuentan historias de Menorca, de glamour europeo y de crecimiento empresarial.
Lo que empezó como una apuesta visual en una sesión parisina ha alcanzado ahora su máxima expresión: la realeza británica validando una firma española.