Es una de las mujeres más poderosas de la moda y ha sido lo ha demostrado durante casi cuatro décadas, la emperatriz del front row, la mente detrás de las portadas más icónicas de Vogue y la anfitriona suprema de la Met Gala. Este miércoles, en una reunión de personal, Anna Wintour ha anunciado que deja su cargo como directora de Vogue US, poniendo fin a una era que comenzó en 1988. Aunque no se desvincula del todo pues seguirá como directora global de contenidos de Condé Nast y como directora editorial de Vogue a nivel internacional, su marcha de la cabecera estadounidense marca el final de uno de los capítulos más influyentes en la historia del periodismo de moda.
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Con su imperturbable melena bob y sus inseparables gafas de sol Chanel, Wintour no sólo dicta tendencias, sino que las crea. En una industria que muchas veces ha oscilado entre lo efímero y lo superficial, ella ha impuesto una visión de largo recorrido, donde la moda se funde con la cultura, el arte, la política y el poder.
Fue quien llevó a Michelle Obama a la portada de Vogue siendo Primera Dama, quien consagró a modelos como Gisele Bündchen y celebró el ascenso de diseñadores como John Galliano, Tom Ford o Marc Jacobs, convirtiéndose en una figura esencial en la consolidación del star system de la moda.
«Si no puedes ser ser mejor que tu competencia, al menos vístete mejor», Anna Wintour
Son muchas las frases célebres de Anna Wintour, como «crea tu propio estilo. Que sea único para ti y, al mismo tiempo, reconocible para los demás». Bajo su mando, Vogue no sólo es una revista, es una institución.
Su influencia se extiende desde las semanas de la moda de París y Milán hasta las oficinas de la Casa Blanca. Tan poderosa es su presencia, que incluso ha sido inmortalizada en la cultura popular: El diablo viste de Prada (2006), con Meryl Streep encarnando a la glacial Miranda Priestly, fue un retrato inspirado abiertamente en ella.

Aunque Wintour nunca admitió oficialmente que se viera reflejada en el personaje, tampoco le hizo falta. Su estilo directivo, entre el mito y la realidad, consolidó su imagen como una mujer inquebrantable, perfeccionista y visionaria.
La moda es cambio
Pero si hay un evento que lleva su sello indeleble, es la Met Gala. Desde que tomó las riendas de la organización en 1995, la convirtió en el acontecimiento de moda más mediático del planeta. Su capacidad para reunir a diseñadores, artistas, celebridades y políticos en una única noche, bajo una narrativa estética y cultural cohesionada, habla del poder casi curatorial que ha ejercido sobre el gusto colectivo.
Wintour ha transformado la manera en que consumimos y entendemos la moda, y su legado se siente tanto en las páginas impresas como en los algoritmos de Instagram. Su salida de la dirección de Vogue US no es una despedida, sino una transición hacia un rol menos visible pero igualmente influyente. Como ella misma demostró una y otra vez: la moda es cambio. Y nadie ha sabido coreografiar ese cambio como Anna Wintour.
Aunque no se desvincula por completo, como hemos dicho, seguirá como directora global de contenidos de Condé Nast y como directora editorial de Vogue a nivel internacional, supervisando todas las ediciones del grupo. Todo apunta a que ha llegado el momento de bajar el ritmo, de ceder parte del control sin renunciar del todo al poder, en un gesto que recuerda al de Jordi Hurtado dejando las ediciones de fin de semana de Saber y Ganar: el imperio sigue, pero la intensidad del mando se suaviza.