Luis Vidal: “Torres Colón será el edificio de oficinas más avanzado, eficiente y sostenible de Madrid”
Arquitecto. Luis Vidal (Barcelona, 1969) es uno de los mayores especialistas a nivel internacional en proyectar aeropuertos y espacios colectivos donde se fusiona el trabajo, el ocio y la vida personal para dar más libertad a las personas y, de paso, impulsar la sostenibilidad de las ciudades. A veces trabaja solo, pero la mayor parte del tiempo se rodea de aliados de alto prestigio como Richard Rogers o Renzo Piano. “Ambos son un ejemplo de que la genialidad no está reñida con el trabajo constante y la humildad”, apunta.
Pregunta.— Espero que tras su larga experiencia, tal y como aconseja a los futuros arquitectos, se haya casado ya dos veces, haya dado dos vueltas al mundo y haya estado en prisión. ¿Alguna de estas cosas han sucedido?
Respuesta.— Por contextualizar un poco, eso es algo que yo les decía a mis alumnos antes de licenciarse. Siempre les aconsejaba que no se dedicaran a la arquitectura sin haber viajado y vivido antes. Por fortuna, estoy casado con mi mujer desde hace 26 años y pretendo seguir así durante el resto de mi vida. También he tenido la suerte de viajar por todo el planeta e, incluso, dar la vuelta al mundo. De hecho, sumando todas mis millas recorridas en la última década habría dado la vuelta al mundo más de 40 veces. Mi única experiencia con una prisión ha sido desde el diseño arquitectónico.
P.— Sé que, por motivos de confidencialidad, poco nos puede contar de las Torres Colón, pero, ¿qué cree que va a significar para el panorama urbano de Madrid? Al fin y al cabo, las ciudades son seres presuntamente inertes que, sin embargo, van cambiando a lo largo de los años.
R.— Torres Colón será el edificio de oficinas más avanzado, eficiente y sostenible de Madrid. El mundo está cambiando y las oficinas también. Los usuarios demandan espacios más sostenibles, más confortables, más seguros. Las Torres Colón darán respuesta a todas esas necesidades porque contarán con la certificación Well, garantía de confort acústico, lumínico, térmico y de ventilación. Además, será un edificio accesible y estará preparado para las nuevas formas de movilidad. En definitiva, un edificio
acorde a esta nueva era en permanente diálogo con la ciudad que atraerá inversión, talento y visibilidad.
P.— La movilidad sostenible es uno de los retos de este siglo. Como arquitecto, ¿cuál sería su apuesta con respecto a la arquitectura y las ciudades? ¿Cómo valora la presencia de las bicicletas en las urbes españolas? Muchos conductores no están abiertos a ceder el espacio que tradicionalmente siempre ha estado en su poder.
R.— Bueno, acabarán haciéndolo si esta transformación se plantea como una forma de convivencia vial que beneficia a todos y no como algo excluyente. Hay que dar a la gente la oportunidad de elegir, la ciudadanía tiene que abrazar las nuevas formas de movilidad, que serán inevitables y necesarias, si queremos que las ciudades den respuesta eficientemente a los retos demográficos y de densidad que se nos plantean en la actualidad. Debemos redefinir, además, una movilidad articulada alrededor del peatón que no pase únicamente por el uso de la bicicleta. Hay que generar ecosistemas donde el transporte público conviva con el privado e incluya diferentes modelos de micromovilidad y la aparición de nuevas tecnologías. Hay propuestas como la del distrito de Songdo, en Corea del Sur, donde el uso del coche ya es innecesario y los pocos que circulan son eléctricos, gracias a que se ha dado prioridad al transporte público, como autobuses, metro y bicicletas.
P.— ¿Cree que la ciudad de los 15 minutos de Anne Hidalgo en París es posible? ¿Lo podríamos lograr en una ciudad como Madrid?
R.— Tenemos que pensar en un urbanismo ad hoc para cada ciudad. Las necesidades y los desafíos de París no son los mismos que los de Madrid, Ámsterdam o Tokio, por ejemplo. Creo en las soluciones a las que se llega mediante el diálogo de los diferentes agentes de la ciudad, que es lo que está haciendo Anne Hidalgo, y también en la cooperación entre las ciudades para buscar soluciones de forma conjunta, como las iniciativas UCLG y Under2 Coalition. No creo en fórmulas, sino en un urbanismo “hecho a medida” en el que las lecciones aprendidas y la experiencia de otras ciudades pueden aportar mucho. Es lo que hacemos en nuestro estudio, Luis Vidal + arquitectos, cuando hemos participado en planificaciones urbanas en Santiago de Chile, Santo Domingo, Londres y Houston.
P.— Por otro lado, ¿habría alguna parte de la ciudad de Madrid que podríamos recuperar para la cohesión social como se hizo hace décadas con la Barceloneta? Se me ocurre, no sé, la zona de la Colonia de la Guindalera.
R.— Una forma de cohesión es la física: unir lo que está separado. En ese sentido, Madrid tiene un reto muy grande al que lleva intentando dar solución desde hace décadas: cerrar la brecha que separa la ciudad de la zona norte. Lo que primero fue la Operación Chamartín y ahora se conoce como Madrid Nuevo Norte, empezando por la futura estación de Chamartín y su distrito de uso mixto con viviendas, oficinas, comercio y ocio.
P.— Usted como arquitecto apuesta por espacios mixtos: ocio, trabajo, vivienda. ¿Algo como lo que se hace en Toronto, por ejemplo?
R.— Yo lo resumo en un concepto que va a ser clave para afrontar los retos urbanísticos: flexibilidad. Las ciudades del S. XXI tienen que ser lo suficientemente flexibles para dar respuesta a los retos urbanos derivados del crecimiento demográfico y del cambio climático. El resultado de esa flexibilidad es, por un lado, una mayor conectividad que permitirá descentralizar la vida urbana para llevar más actividad e infraestructura a los barrios, que serán autosuficientes. Por otro lado, y gracias a esa flexibilidad, conseguimos corregir problemas de desigualdad y accesibilidad. Se trata de dar más opciones al usuario, mejorar su vida, contribuir a su seguridad y libertad.
P.— Ronald Reagan decía: “Quiero en mi Administración a gente que dé un paso atrás en sus carreras”. ¿Usted aceptaría ser concejal de Urbanismo llegado el caso?
R.— Te respondo con otra cita: “La política debería ser la profesión a tiempo parcial de todo ciudadano”, como decía Eisenhower. Es una obligación del arquitecto dialogar con los políticos, trabajar conjuntamente y aportar nuestra visión como urbanistas para, juntos, mejorar las ciudades. Esa asesoría con gobiernos locales y nacionales ya la realizamos en nuestras oficinas de Chile, República Dominicana y Estados Unidos. Si el Ayuntamiento o la Comunidad de Madrid quisieran conocer mi visión, estaría encantado de ofrecérsela.
P.— ¿Cuál cree que ha sido el mayor logro a lo largo de su carrera?
R.— Llegar a donde estoy manteniendo mis principios, trabajando duro y ofreciendo calidad. En más de 20 años de carrera he trabajado en casi todos los continentes, con equipos multidisciplinares y de diferentes culturas. He tenido clientes públicos y privados, y he diseñado desde un grifo hasta hospitales, oficinas, universidades y más de 15 aeropuertos internacionales. No he tomado atajos y me he mantenido fiel a los valores con los que me comprometí cuando empecé a estudiar arquitectura en la Universidad de Greenwich (Londres). Y celebro que todo mi equipo comparta ese ADN y que cada nuevo miembro de Luis Vidal + arquitectos lo viva como algo diferente y único.
P.— ¿La colaboración con Renzo Piano en el Centro Botín de Santander vino de la mano de su trabajo con Richard Rogers tras su trabajo en la T4 de Barajas? ¿Cómo es trabajar con ellos?
R.— La conexión fue, efectivamente, a través de Richard Rogers. Nosotros somos sus socios en España y cuando Renzo le llamó, Richard, que se había convertido no sólo en mi maestro sino en mi amigo, nos puso en contacto. Con Rogers he trabajado en la T4 de Barajas y en numerosos proyectos, como el Campus Palmas Altas de Sevilla; mientras con Piano hemos hecho el Centro Botín de Santander. Ambos son un ejemplo de que la
genialidad no está reñida con el trabajo constante y la humildad.
P.— Usted, al menos así he leído que ha señalado en alguna ocasión, comenta que la arquitectura debe tener vocación social, ¿se refiere a la vivienda social más pura o a dar un servicio y una respuesta a un momento concreto de la sociedad?
R.— Me refiero a la responsabilidad de la arquitectura de dar respuesta con calidad a los problemas del usuario y de las ciudades, más allá de un momento concreto y del corto plazo. El arquitecto tiene que aportar todo su conocimiento, capacidad de escucha, flexibilidad y visión para trabajar desde el presente adelantando posibles escenarios futuros, por muy imprevisibles que sean. En parte, el futuro del planeta depende de
cómo diseñemos y gestionemos esas dos velocidades. Y esa es la responsabilidad con la que, en Luis Vidal + arquitectos, hemos abordado más de 200 proyectos en todas las escalas a lo largo de estos 16 años de vida del estudio.
P.— Su trabajo es predominantemente urbano, ¿qué le parece la tendencia más rural de los últimos tiempos impulsada sobre todo por el compromiso con el medio ambiente y en línea con las nuevas necesidades de la pandemia?
R.— Es un fenómeno reciente muy relacionado también con las nuevas tecnologías y los nuevos modelos laborales que permiten una mayor flexibilidad y deslocalización. Pero si llevamos esta tendencia a una escala mayor, lo verdaderamente interesante es la convivencia entre reurbanización y regionalización. En la actualidad, asistimos a una
redefinición de espacio urbano y, a la vez, a una regionalización de las ciudades. El crecimiento de las urbes tradicionales hacia áreas circundantes está generando nuevos espacios flexibles, dinámicos y mixtos más allá de los núcleos clásicos. El objetivo es generar regiones policéntricas e interconectadas. En Europa, un buen ejemplo de este urbanismo a dos escalas lo encontramos en la transformación de la cuenca del Ruhr, en Alemania.
P.— ¿Qué inquietudes artísticas le gustan? ¿Qué movimientos artísticos prefiere? ¿Colecciona arte?
R.— Basta pasar un solo día en alguno de los grandes museos que atesora Madrid para incrementar la inspiración y fortalecer las ganas de hacer cosas mejor, con más calidad y propósito. Por lo tanto, cualquier momento es imprescindible para atrapar la curiosidad que uno lleva dentro y dejarse atraer por cualquier inquietud artística, aunque nunca la haya experimentado. Algunos cifran en 20 los movimientos artísticos
del S.XX. Posiblemente los que más me comunican y enseñan son el expresionismo, la Bauhaus, y el pop art; mientras que también destacaría el movimiento Land Art. Además, creo que todos, de una forma u otra, coleccionamos arte; todo aquello que adoramos, veneramos y cuidamos, aquellos objetos que nos transmiten alguna emoción, recuerdo o fascinación, son obras de arte.
P.— Si pudiera recomendarnos un libro biográfico sobre algún arquitecto/artista, ¿cuál sería y por qué?
R.— Ahora mismo tengo en mis manos el libro de María de la Peña ‘Diez artistas y el Museo del Prado’ con el que estoy redescubriendo la pinacoteca y a algunos de mis artistas más queridos.