Jennifer Lawrence, ganadora del Premio Donostia, vende su mansión de Beverly Hills por 14 millones
Jennifer Lawrence es una actriz que no necesita presentación. De todo el panorama hollywoodiense que se observa, podemos afirmar que es una de las intérpretes más naturales que existen y no sólo delante de las cámaras. Su actitud desgarbada y sin tapujos ha hecho que se gane el cariño de millones de personas por sus interpretaciones en Los juegos del hambre, Passengers o American Hustle. Su vida se encuentra en un momento de celebrar, y no sólo porque su último hito ha sido recibir el Premio Donostia, sino que acaba de vender su mansión en Beverly Hills y comenzar un nuevo proyecto personal.
Quizás muchos se extrañen porque estamos tratando esto como un hito especial, pero no todos los días vende una actriz de este calibre su mansión. Es el lugar donde vivió los momentos álgidos de su carrera y sus paredes la han visto convertirse en una de las mejores intérpretes del mundo. Lejos de lo que solemos ver y los estilos de arquitectura más modernos, te adelantamos que el espacio bebe de lo idílico, además de que parece salido de un cuento de hadas.
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Con un estilo francés y romántico, la actriz adquirió la propiedad por unos ocho millones de euros en 2014, con el objetivo de que fuera una casa familiar. Originalmente, la construcción data de 1990 y fue diseñada por Kerry Joyce. Esta mansión, con un toque que mezcla los Hamptons y Hollywood, se ha convertido en un imán para los propietarios famosos a lo largo de los años. La actriz ganadora del Óscar compró la casa originalmente a Jessica Simpson, y estrellas como Ellen DeGeneres e incluso Paul Hogan también la han habitado a lo largo de su vida.
El motivo de la venta es simple. Junto a su marido, Cooke Maroney, están esperando a su segundo hijo y necesitan un espacio más amplio. Con un estilo que enamora, la mansión de Jennifer Lawrence en Beverly Hills está ubicada en un terreno de unos 500 metros cuadrados, con setos altos que proporcionan la privacidad que se busca.
El ambiente interior es muy clásico, con una sobriedad característica. Los espacios gozan de amplitud y una luz que entra a través de puertas de estilo francés, con muebles en blanco, algunos detalles en marrón, beige o incluso animal print.
Entre ambas plantas tiene cinco habitaciones, pero la que destaca por encima es la principal, con un baño en suite, zona de estar y vistas directamente al jardín interior.
Cuando paseas por la parte trasera, el verde conquista la mirada, siendo el protagonista de una historia con esencia francesa. Su jardín es como pasear por los de un palacio antiguo, con la piedra dando ese punto característico, creando un paseo que te orienta hacia una piscina de diseño y dos tumbonas acompañando.
Se nota que Jennifer Lawrence tiene un especial amor por lo idílico y fue capaz de construir un lugar con capacidad de transportarte a la mismísima Riviera francesa. Un espacio con magia propia para un talento sin igual que ahora cede el paso a otra persona, puesto que la ha vendido hace escasos días por 14 millones de euros.