La teleasistencia que atiende las 24 horas del día a personas mayores o con dependencia es mucho más que una llamada de teléfono. Muchísimo más. Este servicio, aún desconocido para gran cantidad de gente, crea un vínculo de confianza y respeto entre los usuarios y los operadores que están al otro lado del teléfono atendiendo su llamada porque conocen detalles de su vida y su salud que hacen que su día a día sea mucho más fácil.

Además, debemos tener en cuenta que los servicios de teleasistencia, que son un bálsamo para las personas que viven solas y que no reciben apenas visitas, se verán incrementados en los próximos años, al menos si tenemos en cuenta los datos del INE. Éste afirma, entre otros aspectos, que en el año 2033 habrá casi 6 millones de hogares unipersonales en nuestro país, un hecho que pone en evidencia el amplio desarrollo que tendrá la teleasistencia en las décadas venideras.

Con respecto a esta ayuda permanente en la distancia y el valor de la misma, la compañía Clece conoce muy bien la relación de confianza que se construye con los usuarios a los que hacen seguimiento diario o semanal, según los casos, ya que actualmente, según afirma Ángel Mediavilla, responsable de Teleasistencia de Clece, atienden a más de 10.000 personas que cuentan con este servicio en toda España gracias a las diversas centrales que tienen en algunos puntos del país como Coruña, Valladolid, Palencia o Tarragona.

“Es un servicio que asegura el bienestar y la seguridad de personas mayores o con discapacidad (y la tranquilidad de sus familias) porque con tan sólo accionar el dispositivo que el usuario lleva colgado en el cuello constantemente, y desde cualquier lugar de la casa en que se encuentre, entra en comunicación con los operadores de Clece, ya sea porque se encuentre mal, porque haya tenido un incidente o sencillamente para informar sobre alguna cuestión que consideren”, explica Mediavilla de manera detallada.

De todos modos, asegura, “el pulsador, ese que todo el mundo conoce, supone sólo un 20% de nuestra actividad, el resto del porcentaje se usa para hacer un seguimiento semanal o diario de muchas personas a las que llamamos para ver cómo están, felicitarles por sus cumpleaños, recordarles que tienen una cita médica o que a las 19 horas deben tomarse una de sus medicaciones”. De hecho, cuenta Mediavilla, “algunas de las personas a las que llamamos para que se tomen la pastilla, por ejemplo, ya se apuntan que les llamaremos y te esperan con la pastilla, el vaso de agua y ganas de charlar un rato. Se han acordado de la toma de medicación, pero esperan tu llamada, son muy agradecidos”.

En caso de accidente, relata el responsable de Teleasistencia, se ponen en marcha todos los protocolos para salvaguardar la salud de los usuarios con la ventaja, además, de que en Clece cuentan con una amplia y detallada base de datos que permite a los servicios sanitarios del 112 que acuden al domicilio saber, por ejemplo, qué medicación toman o qué dolencias sufren.

“Al activarse la alarma, y si es necesario, se envía una unidad móvil para prestar toda la ayuda que sea necesaria y verificar el estado del usuario. Antes de esto, además, salta directamente la ficha del usuario que está almacenado en nuestro centro de datos donde se aglutina toda la información para ayudar con rapidez a los servicios sanitarios de emergencia y que lleguen a los domicilios con todos los detalles posibles”, apunta Mediavilla.

Con respecto a la información, explica Alberto Cuesta, responsable de una de las unidades móviles de Clece, “es la base de nuestro trabajo y lo que nos permite que seamos más rápidos en la movilización de los servicios médicos porque, en una caída, por ejemplo, debemos saber si toma Sintrom, medicación concreta o alergias”.

Clece, según afirman, recibe unas 150 alarmas diarias, aunque Mediavilla asegura que “el 70% de las mismas suelen ser por un error en la pulsación de la alarma, en este caso, si ocurre, no pasa nada, sólo nos ponemos en contacto con ellos, preguntamos si todo está bien y así, además, aprovechamos para saludar y ver que todo funciona bien”. Eso sí, cuando las alarmas son reales, sin embargo, el responsable de Clece explica que son “sobre todo caídas o dolencias que requieren recursos sanitarios”.

Con los errores al pulsar, añade Mediavilla, les han pasado algunas anécdotas como, por ejemplo, “pensar que les vamos a reñir por pulsar sin querer el dispositivo, así que cuando llamamos no nos contestan y al final tenemos que ir a sus casas para ver y comprobar que están bien”. “Una vez”, cuenta Mediavilla sonriendo, “entramos a las 3 de la mañana en la casa de un señor con la Policía porque había pulsado la alerta sin querer y no nos contestaba, estaba plácidamente durmiendo, pero debíamos ver cómo se encontraba”.

Cuesta, en este sentido, relata que a los diez días de llegar a Clece tuvo también que entrar en el domicilio de un usuario con los agentes de Policía y el cuerpo de Bomberos para ayudar a una persona que lo necesitaba. “Así supe muy rápido cómo sería trabajar ayudando a los usuarios en la unidad móvil, entré de lleno con los protocolos de ayuda, por eso en este trabajo también es muy importante, no sólo ayudar a los usuarios al llegar a sus casas, sino también aprender a mantener la calma y poder tranquilizar a las personas a las que ayudas y que en momentos puntuales pueden estar nerviosos. Deben saber, y en esto pongo mucho empeño, que no están solos, que les vamos a ayudar y a acompañar en lo que necesiten”, añade Cuesta.

Cuesta, que está encantado con su trabajo, relata que “lo más importante es el trato con las personas, las conocemos y creamos un vínculo muy cercano con ellos, recibimos el agradecimiento diario de las personas a las que ayudamos porque, sobre todo, son personas mayores que pasan mucho tiempo solas. Me encanta sentir que hago algo bueno por alguien, esa es una de las cosas más importantes para mí”.

También les pasan cosas divertidas a los empleados de Clece, por ello, Cuesta asegura que “me ha cambiado de cómo era a cómo soy, aprendes a relativizar todo muchísimo porque ves situaciones de verdad complicadas porque hay mucha gente que no tiene a nadie. Es muy duro, no te vas a casa sin sentir nada, pero sí con mucha satisfacción por la labor que hacemos”.

Mediavilla añade que, aproximadamente, el “45% de las personas que atendemos son mayores que viven solos en sus casas. Es cierto que algunas son más autónomas, salen de casa o van a hacer compra, por ejemplo, pero a medida que pasan los años la salud se deteriora y ya no pueden estar en sus casas, aunque nosotros estemos cuidándoles en la distancia”.

Aquí es cuando entra en valor y en juego el Servicio de Ayuda a Domicilio de Clece que brinda atención sociosanitaria a miles de usuarios en nuestro país porque combinando ambas ayudas muchas personas pueden seguir viviendo en sus casas sin necesidad de ir a residencias o a otros domicilios. “Es un equilibrio perfecto porque las personas que van hasta sus casas tienen un trato de confianza con los usuarios, así no solo les cuidamos desde nuestros teléfonos, sino también con la mejor atención en persona”, apunta Mediavilla.