La borrasca Filomena nos ha puesto a prueba a todos. La gran nevada, una de las más grandes de los últimos años en nuestro país, ha afectado a nuestro día a día, ya que no nos ha permitido acudir de manera normal a nuestro puesto de trabajo, la circulación por ciudades y carreteras ha sido prácticamente imposible y los paseos han tenido que ser aplazados para no sufrir caídas indeseadas. De hecho, y según la Agencia Estatal de Meteorología, la nevada –que ha afectado sobre todo a la Comunidad de Madrid– ha sido una de las más espectaculares caídas sobre la capital desde los años 70.
Por ello, y con el fin de volver a la normalidad, ha sido tan importante e imprescindible la labor, coordinación y colaboración de compañías especializadas en la conservación, mantenimiento y mejora de los espacios verdes municipales, así como en situaciones de emergencia como algunas de las vividas durante el temporal Filomena.
Este ha sido el caso de Clece y Talher, dos empresas de servicios que han llevado a cabo labores esenciales de limpieza de carreteras para que hubiera abastecimiento de mercancías, reparto de sal, abrir caminos en zonas y parques o actuaciones diversas que han permitido servicios mínimos en centros estratégicos del país relacionados con la alimentación, la electricidad o los servicios financieros.
Desde Clece, filial de ACS, han desplegado durante estos últimos días el saber hacer de todos sus empleados con el fin de poner al servicio de la sociedad y mitigar el colapso que a su paso había dejado Filomena. En esta ocasión, más que nunca, ha habido decenas de profesionales anónimos que, una vez más, tal y como pasó durante la pandemia, han hecho un trabajo fantástico para que dejaran paso a un funcionamiento mínimo de todos los servicios esenciales para los ciudadanos.
Garantizar los servicios esenciales para la sociedad
En esta línea, por ejemplo, cabe destacar que durante la borrasca la actuación de los empleados de Clece fue clave a la hora de garantizar el servicio de uno de los centros estratégicos de electricidad en España: la sede corporativa de Endesa. Un imponente edificio situado junto a la M-40 de Madrid que posee 60.000 metros cuadrados y en el que, además, operan 50 trabajadores de la compañía que, entre otros aspectos, se encargan de la limpieza y el mantenimiento, así como la gestión de espacio de las instalaciones de la eléctrica a nivel nacional desde 2015.
Concretamente, la mañana del sábado 9 de enero, el día de mayor colapso, los empleados de Clece consiguieron en sólo cinco horas “habilitar los accesos principales y todo el edificio estaba funcionando, incluidos los sistemas de calefacción”, tal y como relata Aníbal Hernández, encargado del contrato adjudicatario de Endesa y buen conocedor de todos los protocolos de actuación, sobre todo teniendo en cuenta que trabaja en el proyecto desde 2015. Es decir, recuerda, “un verdadero logro ante las especiales condiciones de accesibilidad que había en Madrid en esos momentos”.
“¡Hemos trabajado como campeones!”
Por su parte, Gustavo González, técnico de mantenimiento desde 2017 en el mismo edificio, fue uno de los empleados que, a pesar de estar en días de vacaciones y siendo consciente de la gran situación extraordinaria que vivía la región, dio todo su apoyo a sus compañeros y, entre todos, lograron poner en marcha las calderas o quitar la nieve, entre otras cosas. “Hemos trabajado como campeones”, explica González orgulloso de todo el equipo y, además, no es para menos: Clece logró retirar más de 4.000 metros cuadrados de nieve y logró repartir una tonelada de sal en la sede corporativa de Endesa en Madrid.
Otro punto de acción se desarrolló en diversos puntos de la Comunidad de Madrid. María Escudero, jefa de Servicio de Talher en Velilla de San Antonio y Meco, así como los campus de la Universidad Carlos III de Madrid y la Ciudad de la Imagen, narra que en el primero de los municipios “se llevó a cabo un servicio de limpieza diaria” gracias a la férrea colaboración de “los trabajadores que vivían en el municipio, ya que el resto no podía acceder, que sacaron tres piaggio, les pusieron cadenas que habían adquirido ante la previsión de la llegada de la nevada unos días antes y fueron echando sal por todas partes”.
Además, prosigue Escudero, pusieron remedio a uno de los problemas que trajo Filomena: las dificultades para recoger la basura. “Recogieron todo a mano, ya que el viernes no hubo servicio de recogida de basura porque el vertedero estaba cerrado”. El lunes, cuando dejó de nevar, los empleados también llevaron a cabo otras labores de limpieza “con pico y pala en mano para abrir paso junto a los operarios del Ayuntamiento con el fin de que todos los ciudadanos tuvieran acceso a la compra de medicinas, alimentos, se pudiera transitar por las aceras o acceder a las paradas del autobús, etc”. De hecho, apunta Escudero, “el miércoles todos los colegios tenían el acceso abierto” para que los niños regresaran a las aulas.
En Aranda de Duero, Clece también presta servicios en la planta industrial de Michelin, un espacio donde la compañía realiza labores de mantenimiento como limpieza, jardinería o desinfección de plagas, entre otros aspectos, y pusieron al servicio de las instalaciones todo su esfuerzo para que la nevada afectara lo menos posible a su funcionamiento.
Desde el viernes por la mañana, explica César Bermúdez, jefe de Servicio de Clece en la zona noroeste, Michelin pidió planes de contingencia detallados donde se contempló, por ejemplo, el trabajo de reparto de sal tanto en sus instalaciones como en zonas más amplias como carreteras y las vías de acceso a la fábrica.
“Mereció la pena el esfuerzo que hicimos”
“Había escasez de sal, pero el equipo de Clece se movilizó para encontrar la sal necesaria para poder cubrir todas las zonas necesarias. En total se utilizaron más de 9.500 kg de sal entre el viernes y el lunes”, asegura Bermúdez. Según explica, además, en todo momento se respetó la prioridad marcada por Michelin, garantizar la seguridad de los empleados despejando todas las zonas para que la nieve no se convirtiera en hielo, así como garantizar la circulación de camiones en el interior para el abastecimiento de materia prima y sacar a tiempo la mercancía para conseguir el mayor nivel de satisfacción del cliente.
“El domingo por la tarde todas las zonas indicadas por la compañía quedaron limpias. Ha merecido la pena, servir la mercancía a tiempo es fundamental, pusimos todos los medios a nuestro alcance. Compramos palas, contamos con voluntarios de la plantilla, pero estamos muy contentos porque el objetivo se ha conseguido”, concluye Bermúdez.
Otra de las grandes actuaciones de los servicios de Clece en Madrid se llevó a cabo en la Ciudad Financiera del Banco Santander, ubicada en Boadilla del Monte, en Madrid. La sede corporativa de la cotizada constituye un complejo de 250 hectáreas de superficie donde tres excavadoras están trabajando de manera diaria durante 24 horas para retirar la nieve que ha traído el temporal. Es más, a pesar de haber esparcido 30.000 kg de sal durante los días previos a la llegada de Filomena, la nieve ha llegado a alcanzar el metro de altura en algunas zonas del complejo.
Una complicada situación que, desde luego, vivieron algunos de los empleados en primera persona. Uno de ellos fue Francisco Toledano, el jefe de equipo de producción en la Ciudad Financiera de la compañía bancaria, el cual explica las dificultades de movimiento que tuvo que sortear para recorrer sólo un kilómetro a las 5 de la madrugada con el fin de rearmar un automático general de la línea de tensión eléctrica que se había caído debido a la borrasca. Es más, Toledano fue uno de los doce empleados de Clece que se quedaron aislados en la sede corporativa del Santander debido a la nieve, por lo que el banco les habilitó una zona de hotel para que pudieran descansar.
El secreto del éxito: unidos frente a las dificultades
Al igual que su compañero, Roberto Martín, también jefe de equipo en el mismo proyecto, quien recuerda que el temporal impidió la llegada de refuerzos, así que tuvieron que organizarse bien entre ellos para afrontar las averías que ocasionó Filomena como congelaciones de máquinas, fugas de agua, techos caídos por acumulación de nieve o cortes eléctricos. Todo esto, además, sumado a las horas de cansancio acumulado. “Ese fin de semana sobrevivimos”, explica Martín.
En definitiva, momentos extremos como el que nos dejó el temporal Filomena, son los que despiertan la solidaridad y el compañerismo, situaciones con las que, en general, apenas contamos, pero que cuando acaban suelen despertar una sonrisa por el trabajo bien hecho y la ayuda prestada para que todo funcione. En este sentido, concluye, Martín, “si no hay unión, no se puede llegar a ningún sitio”.