Los Servicios de Ayuda a Domicilio son imprescindibles en nuestro país porque, entre otros aspectos a destacar, son la base que sostiene fundamentalmente la atención a la dependencia. Las personas formadas en atención sociosanitaria, que prestan este tipo de servicio a millones de personas mayores que no pueden valerse por sí mismas o que necesitan ayuda en su día a día, brindan a los usuarios un cuidado personalizado en sus casas creando con ellos vínculos que casi siempre suelen ir más allá del espacio profesional.

En este sentido, Marta de Miguel, auxiliar del Servicio de Ayuda a Domicilio (SAD) de Clece en Madrid apunta que a día de hoy “nuestro trabajo es vital” porque “hay mucha gente mayor que vive sola y sin nosotras no podrían desarrollar su día a día. Somos sus manos, sus ojos, su boca, sus piernas, su forma de hacer la compra, sin nosotras no se podrían asear, no tendrían medicinas… Somos su todo cuando no pueden hacer muchas cosas”, explica con entusiasmo.

“Hay personas mayores que sólo nos han visto a nosotras en pandemia”

Cree De Miguel, además, y así lo manifiesta, que “antes de la pandemia éramos importantes, pero con la llegada de esta crisis sanitaria hemos demostrado que la ayuda a domicilio ha sido imprescindible y que, además, triplica el nivel de usuarios de las residencias”. Destaca también que han puesto todo de su parte para que los usuarios a los que van a ayudar a sus casas estuvieran atendidos durante los días de confinamiento.

“Hay señores que tienen 90 años y que sólo me han visto a mí en toda la pandemia, de hecho, algunos aún no han salido de casa por el miedo al contagio. Que nosotros fuéramos cada día era un alivio, una alegría, porque muchos de ellos se han sentido muy solos y han tenido, literalmente, miedo a morir”.

Por su parte, Tatiana López, auxiliar del Servicio a Domicilio de Clece en Valladolid, también defiende la gran importancia que tiene su trabajo para el conjunto de la sociedad y destaca, además, el papel de su gremio durante los momentos más duros de la pandemia. “Hacíamos un gran seguimiento telefónico a diario de nuestros usuarios, creo que hemos sido importantes porque se han sentido acompañados todo el tiempo”, apunta.

“Ayudamos a las personas a mantener su autonomía”

Subraya López también que su labor ayuda a que las personas a las que atienden no pierdan parte de su autonomía. “Tenemos dos cosas muy importantes: una formación muy específica y tiempo para darles. Tenemos alrededor de dos horas para atenderles, darles toda nuestra atención, darles un paseo, hacer ejercicios en casa y charlar con ellos”, explica.

Apunta De Miguel, al igual que su compañera de Valladolid, que las personas que se dedican al Servicio de Ayuda a Domicilio “somos la base de la dependencia, ya que trabajamos con usuarios que están bien y otros que requieren de nuestra ayuda diaria”. Defienden ambas, además, que con este servicio “se brinda un trato más personalizado, de esta manera entras en su vida, en su casa, le permites sentarse en su sillón” y también, y en esto también ponen énfasis, “convives con su entorno porque muchos viven con sus maridos o mujeres, sus hijos, sus nietos, sales a pasear y hablas con sus vecinos. Todos han sido muy agradecidos conmigo”.

“Se crean unos vínculos muy especiales”

En la misma línea, López expone que, efectivamente, “se crean unos vínculos muy especiales porque coges a los usuarios muchísimo cariño. Ellos te conocen y saben si estás triste o no; tú le conoces y percibes si ellos están o no preocupados o alegres”. Por todo ello, defiende, “la empatía es tan importante para trabajar en el Servicio de Ayuda a Domicilio”.

De Miguel, que está de acuerdo con su compañera y afirma que, a veces, “claro, te llevas sus cosas a casa, son personas y te preocupas por ellas. ¡A veces les llegamos a conocer mucho más que sus propios hijos! En mi caso, te diré que estoy cien por cien implicada, es mi vocación, soy feliz en mi trabajo, un trabajo que es fundamental, pero tan poco visto. Pero, insisto, sin ayuda a domicilio habría mucha gente –¡muchísima!, subraya–,que no estaría viviendo en sus casas”.