Al final de un pasillo que estaba sumido en la oscuridad comienzan a atisbarse pequeñas ráfagas de luz. La cifra de fallecidos por coronavirus desciende cada día, estamos inmersos en un proceso que, progresivamente, nos va a permitir recobrar la normalidad de nuestro día a día, aunque, irremediablemente, nada será igual después de esta pandemia. Durante esta crisis sanitaria, es cierto, se han hecho cosas mal, pero también se han hecho cosas muy bien a la hora de proteger a los grupos de riesgos como son las personas con patologías crónicas –problemas coronarios, respiratorios o renales, entre otros– y personas mayores que, por su avanzada edad o sus cuidados especiales, viven en residencias de ancianos.

En este último espacio la virulencia del coronavirus ha sido muy fuerte y se ha tenido que adaptar a una situación muy complicada a marchas forzadas, a pesar de que muchas de las residencias de nuestro país adoptaron de manera inmediata protocolos de higiene y de prevención, incluso antes de que el Gobierno decretara el estado de alarma y, por tanto, el Ministerio de Sanidad ordenara la restricción total de visitas a los centros de mayores y conformara un protocolo de actuación ante la oleada de contagios que se preveían.

Con estas medidas, tomadas por parte de la dirección de las residencias, hay muchos centros en toda España que han logrado mantener el virus a raya. Un hecho que, teniendo en cuenta la complicada situación que atravesamos, resulta casi milagroso. En este sentido, cabe destacar que 53 de las 71 residencias de ancianos que Clece gestiona de manera integral en nuestro país están limpias de Covid-19. Es decir, en este medio centenar de centros, confirman desde la compañía, no ha habido ningún empleado o residente que haya dado positivo en coronavirus.

Protocolos de higiene y prevención aplicados con celeridad que han mantenido a raya a Covid-19

Un hecho que, desde luego, no es baladí en absoluto. Desde que se conocieron los primeros casos de Covid-19 en España, explican a OKDIARIO desde la empresa, Clece puso en marcha de forma inmediata protocolos de actuación en todas sus residencias, brindó formación específica a todos los trabajadores para la gestión de una pandemia desconocida y, sobre todo, suspendió a finales de febrero –mucho antes del decreto gubernamental de estado de alarma– el acceso de las visitas a familiares, así como a contratas o proveedores y, además, se anularon todas las actividades conjuntas dentro de los centros.

Gestos sencillos adoptados con gran celeridad que, sin duda, han sido imprescindibles para mantener blindadas a las residencias del Covid-19. Además, Clece hizo reparto y suministro constante de EPIs y material sanitario entre sus empleados y usuarios con el fin de proteger tanto a las plantillas como a los empleados que iban a trabajar cada día y también se han extremado e intensificado las labores de limpieza y desinfección con productos especiales que Clece ha distribuido en todos los centros que gestiona. En este sentido, Patricia Molina, directora de la Residencia de Mayores U.E.D. Cuevas de San Marcos (Málaga), centro limpio de Covid-19, señala que percibían que «algo muy fuerte venía y conocemos la vulnerabilidad de las personas a las que cuidamos, éramos conscientes de que si una persona se infectaba, todos enfermarían».

Fernando Marín, jefe de Servicios de Residencias de La Rioja, región que ha sido muy azotada por el virus, señala que la gestión de los tres centros de mayores riojanos –’El Sol’, ‘La Estrella’ y ‘San Lázaro’ en Calahorra, en los que viven alrededor de 150 personas– durante la crisis del coronavirus ha sido “un reto” porque “hemos necesitado readaptar el espacio, los turnos de trabajo, elevar las labores de desinfección o dotar de material y formación a los empleados, entre otros aspectos, a una gran velocidad”. Y, no sólo eso, detalla el riojano, “hay que tener en cuenta que muchas personas que viven en las residencias sufren demencias y que no es fácil tenerles aislados o hacerles entender que no pueden salir de sus habitaciones”.

Una de las primeras medidas que tomaron, por supuesto, fue la de cerrar las puertas a las visitas, pero, además, todos los residentes, alrededor de 150 personas entre los tres centros, tuvieron que ser reubicados dentro de las propias residencias. “El personal se ha implicado, impresionante, de una forma brutal, ha sido una pasada cómo se ha portado y el compromiso que han mostrado. La alegría que sentimos cuando vemos que nadie se ha contagiado o enfermado es inmensa. No lo puedes ni imaginar”, concluye satisfecho. Además, añade, “quiero agradecer también la gran ayuda que hemos tenido de la UME que han acudido a nuestra llamada siempre que lo hemos necesitado, dicen que es su trabajo, pero yo no quiero dejar de agradecérselo porque nos han dado unas pautas que han sido muy importantes”.

En la residencia ‘La Purísima’, ubicada en Totana (Murcia), al igual que en La Rioja, también se comenzaron a espaciar las visitas de familiares hasta que el 9 de marzo cerró toda entrada a personas ajenas a la plantilla. “Es cierto que el Instituto de Salud de Murcia nos dio pautas, pero nosotros nos adelantamos mucho porque antes del estado de alarma comenzaron a llegar los EPIs completos, nos dieron formación y aumentamos las medidas higiénicas al máximo. Cuidamos de todos los detalles desde el principio en las zonas comunes. Siempre todo ha sido cuestión de prevención para tener margen de maniobra y no tener que aislar a tantas personas en caso de contagio”, explica con detalle su directora Paloma Sánchez.

“Han sido días duros, de tomar decisiones y de redistribuir todo el espacio para que nadie se contagiara”

“Han sido días duros, semanas muy complicadas de tomar decisiones y redistribuir todo el espacio dentro de la residencia para que nadie se contagiara o aislar a los ancianos ante cualquier peligro o sospecha de coronavirus”,  detalla la directora de esta residencia murciana en la que viven 82 personas y trabajan más 50 empleados entre enfermeras, auxiliares, cocina, limpieza o fisioterapeutas, entre otros.

“Desde que comenzó la pandemia”, asegura Sánchez, “jamás nos ha faltado material de protección comprado por la empresa y eso ha hecho que pudiéramos trabajar seguras y no poner en peligro a los ancianos porque ellos no salen de aquí, nosotras somos el foco de contagio, por eso necesitábamos estar muy protegidas para atenderles con todas las medidas de seguridad”.

No obstante, Sánchez, a la que se escucha con voz agotada, cree que ahora, tras esta tragedia en la que han muerto tantas personas mayores, “es el momento para que la Administración escuche la voz de las residencias y las necesidades que tenemos porque somos centros sociosanitarios, no sanitarios, no somos hospitales y hay aspectos sanitarios que no podemos llevar a cabo. Siempre hemos sido las grandes olvidadas, pero ahora nos han recuperado para echarnos por tierra, dicen que hay que cuidar a nuestros mayores, pero no lo hacen”.

“Desde que comenzó la pandemia no nos ha faltado material de protección y eso ha hecho que pudiéramos trabajar seguras”

Cree, y así lo explica, que desde el Ministerio de Sanidad se han hecho protocolos que “no siempre se pueden llevar a cabo” porque, apunta, “estamos hablando de personas que, a pesar de las pautas de referencia dadas para una crisis como esta, pueden ser salvadas, independientemente de su edad o sus dolencias previas. No están desahuciadas por mucho que lo diga un protocolo, pero son los médicos los que pueden poner un antibiótico, por ejemplo, no nosotros”.

“Tenemos carga sanitaria”, aclara la directora de ‘La Purísima’, “pero no para enfrentarnos a un virus así y, ante una situación en la que cuidas de personas tan vulnerables, nos hemos sentido desprotegidos porque ante un posible Covid-19 desde Sanidad no han hecho planes concretos y, sin embargo, lejos de ayudarnos, nos han atacado, nos han deshumanizado y no es así. Nosotros les cuidamos como si fueran de nuestra familia, estamos con ellos, no se mueren desatendidos, están con nosotras que luchamos por ellos, que no se equivoquen. Las soluciones no están en un papel, necesitamos que actúen y nos ayuden”.

En este sentido, Marín comenta que quiere “poner en valor todo el trabajo que hace el personal de residencia porque se habla mucho de los sanitarios de los hospitales, pero ellos, los sociosanitarios también están aquí al pie del cañón luchando cada día” y, además, añade, “las cosas se hacen correctamente para que los residentes estén bien, el personal se desvive por ellos y las familias nos valoran mucho porque saben que cuidamos a sus personas mayores”.

“Desde el minuto uno explicamos todo a los empleados, a las familias y a los residentes”

Por su parte, José María Prellezo, director de la residencia ‘Otazu’ de León, explica que desde el “minuto uno fuimos muy transparentes con los empleados y les dijimos que la situación era complicada, la plantilla sabía que las medidas de protección y precaución no eran un capricho, sino que simplemente se tenían que hacer por una alarma social”. A los residentes, al igual que los empleados, aclara, “también se les explicó muy pronto lo que pasaba, nos veían con mascarillas, veían que sus familias no venían y se preocupaban, así que siempre les dijimos todo lo que estaba ocurriendo, al igual que sus familiares”.

Molina, desde Málaga, comenta que le gustaría resaltar que “en este sector, como en todos, hay de todo, y quiero dejar claro que, tanto en mi caso como en el de mis compañeras de Clece, tratamos a los mayores como si fueran de nuestras familias, como si fueran nuestros padres o nuestros abuelos. Pongo todo de mí en mi trabajo, por eso, ver cómo se está hablando de nosotros nos hace sentirnos muy mal”.

En este momento, explican todos, siguen con los protocolos de limpieza y prevención activos, los residentes siguen confinados como todos los españoles para evitar que se contagien, pero todos los directores llegan a la misma conclusión tras estas semanas. “Ahora trabajamos en nuevos protocolos para cuando los familiares puedan regresar a ver a sus mayores, pero lo que está claro que tenemos que adaptarnos y saber que vamos a tener que trabajar de manera diferente”, aclara Molina desde Málaga.