Cada 20 de noviembre se celebra el Día Universal del Niño con el objetivo de llamar la atención sobre la situación de los pequeños que son más vulnerables. En el caso de los niños con autismo, la formación de profesores en la detección temprana resulta esencial para trabajar en su desarrollo.

«No somos profesionales que trabajen el tema específico del autismo porque somos maestras, pero sí que nos han dado herramientas a los centros para dar la voz de alarma y al menos reconocer algunos síntomas. Cada vez se va detectando a edades más tempranas y es en las escuelas infantiles donde hay que tener una formación mínima para detectar a tiempo esos signos», explica Inmaculada Falcón, de la escuela Infantil Garabatos, gestionada por el Grupo Clece, que ha recibido formación específica.

Según cálculos de las fundaciones Ampans y Althalia, entre el 0,75% y el 1% de las personas conviven con algún tipo de trastorno del espectro autista (TEA). Esas fueron las cifras que desvelaron durante el acto inaugural del IV Congreso estatal sobre alteraciones de la conducta, que se celebró en Manresa el pasado 10 de noviembre con el foco puesto en el autismo.

Además, la semana pasada, la Comisión para las Políticas Integrales de la Discapacidad del Congreso acordó, prácticamente por unanimidad, instar al Gobierno a que implemente la detección temprana del Trastorno del TEA en la revisión del niño sano entre los 18 y 24 meses.

La detección a temprana edad es fundamental para trabajar con antelación en el desarrollo del niño. Es el objetivo que se marca Clece a través de su división de Escuelas Infantiles y mediante su trabajo con organizaciones como la Asociación Autismo de Sevilla. En las escuelas donde está implementado, los profesionales están especializados en la detección diagnóstico y orientación respecto a las necesidades concretas de los niños con TEA.

En las escuelas infantiles no se puede diagnosticar, pero sí es posible dar la voz de alarma y detectar y avisar con la mayor rapidez posible para poder aplicar un modelo de intervención, técnicas y metodología específica para personas con TEA, de modo que se garantice la capacitación del menor.

«A esta cuestión cada vez se le está dando más importancia en las escuelas infantiles. Tenemos un protocolo. Observamos a los niños, nos sentamos con las familias y les decimos lo que hemos detectado. En el caso de los niños de dos años, por ejemplo, es importante detectar si no son capaces de bajar escaleras o si tienen dificultades con el lenguaje y las órdenes sencillas. Pero son muchas cosas, muchos signos, no cuestiones aisladas», explica Inmaculada Falcón.

Resulta importante ser conscientes de que todas las personas con TEA comparten algunas similitudes como la falta de habilidad social para relacionarse, alteraciones en la comunicación verbal y no verbal y problemas para afrontar cambios en sus actividades y en su entorno, aunque sean mínimos.

A los profesores de la Escuela Infantil Los Olivos de Alcalá de Guadaíra y de la Escuela Infantil Garabatos de Lebrija se les han ofrecido herramientas para la inclusión de alumnado con este trastorno en los centros, favoreciendo estrategias de adaptación del entorno, apoyo y colaboración con la familia y estrategias de apoyo con el alumnado, además de buenas prácticas para mejorar la intervención con casos concretos más complejos.

En definitiva, los maestros han aprendido a valorar las señales de alerta que se pueden observar en niños de entre 18 y 24 meses, el impacto del TEA en las familias y la influencia del entorno en el desarrollo del niño.