Contar con el apoyo profesional para enfrentarse a cualquier enfermedad es imprescindible para elevar la calidad de vida de los enfermos porque, en muchas ocasiones, los familiares se sienten perdidos ante dolencias que no saben cómo abordar. Este es el caso, por ejemplo, de las familias que tienen en casa personas que sufren Alzheimer, una enfermedad progresiva en la que los síntomas de demencia avanzan gradualmente con el paso de los años.

Este 21 de septiembre, como cada año, se celebra el Día Internacional del Alzheimer con el fin de concienciar y dar a conocer a la población todo lo relacionado con una enfermedad que ya está considerada como la epidemia del S. XXI. De hecho, y según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), España es uno de los países del mundo con mayor proporción de enfermos de Alzheimer entre personas de más de 60 años, con un total de 800.000 casos, y se espera que la prevalencia de esta enfermedad se doble en las próximas dos décadas como consecuencia del envejecimiento de la población.

Ante este escenario, y teniendo en cuenta que esta enfermedad neurológica es la primera causa de discapacidad en el mundo, es muy importante que las personas con Alzheimer tengan los cuidados apropiados en sus casas y, además, haya personas que sean capaces de detectar los síntomas de la enfermedad. En este sentido, los Servicios de Ayuda a Domicilio de compañías como Clece, que ofrece este servicio a más de 115.000 usuarios en más de 90 municipios repartidos por toda España, brinda toda una infraestructura de cuidados profesionalizados a los enfermos de Alzheimer en sus hogares. Un hecho que, por otro lado, y según explican los especialistas de Clece, es muy importante porque son un perfil de enfermos que se desorientan y ponen nerviosos con más facilidad que una persona que no tiene problemas cognitivos.

Desde los diferentes Servicios de Ayuda a Domicilio de Clece, que tiene alrededor de 20.000 auxiliares especializadas en cuidados sociosanitarios, han creado un tejido de seguridad y profesionalización para sus usuarios con Alzheimer que, según apuntan, es complejo de armar, pero muy satisfactorio cuando ven los resultados. Francisco Sánchez Cuellar, coordinador SAD de Adra (Almería) de Clece, relata que para mejorar la eficacia de la labor de  las auxiliares que trabajan con los enfermos de Alzheimer han introducido en su día a día la figura de la integradora social.

El papel de la integradora social que guía a las auxiliares

“Es una persona que posee gran experiencia en trastornos de demencias, valora a todos los usuarios que entran nuevos o detectamos que comienzan a tener síntomas de la enfermedad, y una vez que hace la valoración se reúne con la familia y los auxiliares para indicarles el camino a seguir. Por ejemplo, según el grado de deterioro cognitivo, la integradora puede aconsejar que lea, que escuche música o que cocine porque era lo que solía hacer de manera usual. La integradora hace un seguimiento de todos los usuarios junto con las auxiliares que atienden a los enfermos con reuniones generalmente cada 15 días”, apunta detalladamente Sánchez Cuellar.

El coordinador de Clece en Adra (Almería) explica orgulloso que el papel de la integradora ha sido fundamental para las auxiliares de Servicio de Ayuda a Domicilio porque también ha calmado la frustración individual que tenían a la hora de ayudar a las personas enfermas a las que atienden. “Este servicio nace porque tenemos varios usuarios con problemas de deterioro cognitivo que son atendidos por auxiliares jóvenes que tienen mucha inquietud. Ellas leían sobre el Alzheimer y nos contaban qué estaban haciendo, pero lo hacían de manera independiente. Por esta razón, viendo su inquietud, comenzamos a montar reuniones y puestas en común de experiencias, pero al final, vimos que no se podía progresar y avanzar más, y eso provocaba frustración”, explica Sánchez Cuellar.

En este momento, relata, “tomamos la decisión de contratar a una profesional experta en Alzheimer y ahora todas las auxiliares saben muy bien por dónde tienen que ir. Ahora tienen el camino más claro, saben qué hacer con los usuarios según sus necesidades y la integradora les ayuda en todo, hay un feedback directo entre ellas”. Y, además, añade, “las familias están encantadas, tenemos cartas de agradecimiento suyas que nos hacen muy felices. Somos conscientes de su deterioro cognitivo, pero nos conformamos con  darles un poco de tranquilidad y felicidad”.

Asesoramiento y ayuda integral a los usuarios y sus familias desde el primer día

Por su parte, Coral Falcón Blanco, coordinadora de SAD de Clece en Madrid, relata que “lo primero es dar formación en Alzheimer y deterioro cognitivo a los auxiliares. Esto nos permite atender a los usuarios de manera profesional y, no solo eso, también permite poder identificar y detectar los primeros síntomas de la aparición de la enfermedad. Siempre les digo a las auxiliares que son los ojos que observan los primeros indicios que nos dan las pistas para poder ayudarles”.

Detalla, además, que en SAD Madrid tienen un Departamento de Psicología que “nos ayuda, por ejemplo, a manejar situaciones con los usuarios más difíciles por trato complicado o agresividad. El departamento da pautas a los auxiliares, los familiares y/o los cuidadores. Cuando hay una detección, se hace primero un asesoramiento a las familias sobre qué es la enfermedad y se les recomienda siempre que vayan al médico a hacer una valoración”. Desde el punto de vista físico, detalla Falcón Blanco, “también tenemos estimulación cognitiva y entrenamiento de actividades del día a día –que no se les olvide vestirse, manejar dinero o lavarse los dientes– que hay que entrenar de forma diaria”.

No obstante, las actividades que hacen con los usuarios dependen del nivel de deterioro cognitivo que tengan, por ello desde el Ayuntamiento, en SAD Madrid tienen a usuarios de alto riesgo que tienen un protocolo más concreto. “Una persona de alto riesgo sería un usuario con Alzheimer que vive solo o que vive con alguien que no le puede atender con todo lo que necesita”. Cuando esto ocurre, relata Falcón Blanco, “lo que hacemos es proporcionarle un equipo de cuatro auxiliares con todos los conocimientos necesarios y, si alguien por enfermedad no puede ir a trabajar, ese usuario siempre sea atendido por personas que conoce porque todo lo que son rutinas para ellos es muy importante”.

Parejas de auxiliares para una atención personalizada

En la misma línea trabajan en el Servicio de Ayuda a Domicilio de Valladolid donde han conformado un protocolo especial para enfermos de Alzheimer. Lourdes Valencia Lozano, coordinadora del SAD vallisoletano, señala la importancia que tiene asesorar adecuadamente a los auxiliares y que estén preparados para poder atender a usuarios con enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer.

“Se ha creado la figura de la “pareja emocional”, es decir, se asigna a una pareja de auxiliares para los usuarios más complicados, entre los que se incluyen las personas con deterioro cognitivo con el fin de que éstas siempre estén asistidas por las mismas auxiliares”, señala. De este modo, apunta, “se comparte la carga del servicio y, además, el usuario no se ve obligado a conocer a nuevas personas cuando sus auxiliares están de vacaciones o no pueden acudir por cualquier circunstancia”.

La satisfacción de cuidar y hacer la vida más fácil es la mejor recompensa

Mientras en Valladolid o Almería han incorporado figuras que profesionalizan de forma permanente la Ayuda a Domicilio, en Madrid también han creado al gestor de trámites. “Es una persona que hemos incorporado sobre todo para usuarios de alto riesgo que ayuda a gestionar recursos como, por ejemplo, la necesidad de que les lleven la comida a domicilio, pero no saben bien cómo hacerlo. El gestor de trámites va a por la solicitud, le ayuda a rellenarla y la tramita. Les hace la vida más fácil”, explica Falcón Blanco.

Concluye la coordinadora de SAD en Madrid que desde Clece se coordinan con todos los entes que tienen que ver con la atención al usuario y los servicios que recibe, aunque no pertenezcan a las competencias de la empresa. “Soy consciente de que es un proyecto trabajoso, pero merece la pena porque es precioso, percibes y ves que el esfuerzo tiene recompensas y eso es muy bonito. Nuestro trabajo tiene un impacto positivo sobre las personas, esa es nuestra recompensa”, apunta.