Durante los meses más virulentos de la pandemia, hemos tenido que renunciar sin remedio a gestos tan cotidianos y humanos hacia nuestros seres queridos como los besos y los abrazos. Cualquier contacto con ellos, sobre todo con los colectivos más vulnerables, podía suponer un peligro de contagio real y, por ello, los centros de atención a discapacitados o residencias de ancianos de toda España adoptaron de manera inmediata protocolos muy estrictos y precisos para proteger a sus residentes del virus.

Poco a poco las cosas van regresando a la normalidad, y aunque aún debamos tomar todas las medidas pertinentes para cuidar de nuestros mayores y las personas dependientes que necesitan de atención continua, y los familiares están regresando a ver a sus familiares a los centros donde llevan semanas, meses o años conviviendo con los profesionales que les asisten. Es más, muchos de los familiares que acuden a pasar tiempo con sus padres, tíos, abuelos o hermanos ya son parte del día a día de las residencias. Unos lazos que, además, se han estrechado durante esta pandemia inesperada por la intensidad de la situación.

Así lo comentan varias directoras de algunas residencias y centros para personas con discapacidad de Clece, la filial de ACS que desde el minuto uno, incluso antes de que el Gobierno decretara el estado de alarma, impuso un protocolo férreo de medidas sanitarias e higiénicas y, además, restringió todas las visitas del exterior, incluidos todos los familiares de los residentes. Estos han estado semanas sin poder ver a sus seres queridos, tan sólo podían acariciar una pantalla para saber cómo estaban pasando una de las peores crisis sanitarias del S. XXI y hablar con los responsables de los centros para conocer cualquier dato sobre su salud.

Rocío, que dirigió la Residencia de Martos (Jaén) durante la pandemia, explica que estos meses, y desde el principio a todos se les ha contado cualquier información sobre sus familiares, así como las medidas que se han tomado porque “ya existía una gran relación de confianza antes de la crisis sanitaria”. Detalla, además, que la residencia “es pequeña, tenemos 24 usuarios con discapacidad y 16 empleados, por esta razón es siempre muy familiar y tenemos trato directo y cariño entre todos. Nos tenemos una confianza recíproca”.

También Rocío quiere poner en valor la gran confianza que los familiares ponen en toda la plantilla de la residencia de Martos porque, según destaca, “muchos son de Jaén y de otras provincias como Cádiz o más lejos y tenemos comunicación permanente con ellos. Evidentemente, los que están lejos hacen visitas menos continuas, pero sí que hay un gran trato con ellos. Cuidamos a sus familiares, a los que nosotras llamamos nuestros niños a los que cuidamos con afecto y cariño, eso hace que tengamos una relación muy estrecha y directa porque sabemos muchos detalles de sus vidas”.

En último lugar, además, agradece que “siempre hayan acatado todas las normas que les hemos dicho durante la pandemia porque, incluso cuando la Junta de Andalucía permitía las visitas a los centros y residencias, nosotros les aconsejamos que no vinieran hasta que todo estuviera 100% controlado y todos, de manera unánime, decidieron que no iban a venir al centro porque no querían poner en riesgo a los residentes”.

De la misma opinión es Eva, la directora de la Residencia Clece Vitam Altos Hornos (Barakaldo), que ha destacado la gran familiaridad con la que las familias de los residentes tratan a la plantilla de la residencia. De este tándem de familia y empleados, lo que valora la responsable de este centro vasco es la “comunicación permanente que hay entre ellos, pero no sólo cuando vienen a ver a los usuarios, sino también gracias a las tecnologías disponibles como las tablets o los WhatsApp. Usamos todas las herramientas que tenemos para darles la máxima transparencia”.

No quiere dejar de resaltar que ahora, con esta nueva situación de visitas con cita previa, la relación sigue siendo “estupenda” y “hemos intentado que todos estemos más cómodos y seguros con las visitas”. En este sentido, explica Eva, “nuestra residencia ha contado con la ventaja de tener grandes ventanales a una plaza para que las familias pudieran verse después de semanas de total restricción. Es una escena muy divertida ver todas las ventanas siempre ocupadas y llenas de charla. Nos gusta que haya buena sintonía”.

También María Luisa, directora de la residencia de Adra (Almería), explica aún emocionada que, a pesar de lo complicado que ha sido todo, “hemos tenido una maravillosa respuesta por parte de los familiares de nuestros residentes, la actitud ha sido muy colaboradora como siempre ha sido”. Asegura, además, que la “relación es que es buenísima, no tienen que llamar para nada si quieren venir a ver a sus familiares, sólo vienen a la residencia y se les recibe, ahora las cosas están más complicadas por el Covid, pero les abrimos las puertas y tienen libertad de movimiento total para disfrutar del día”. Destaca, al igual que la residencia de Martos que es un centro de 37 plazas, por eso no sólo “los familiares interactúan con sus seres queridos, también se estrechan relación con otras personas que terminan, incluso, siendo amigas”.

No obstante, explica, estos meses “nos ha unido más con los familiares por las videollamadas, hemos interactuado mucho más porque, claro, antes estaban permitidas las salidas y ellos lo valoran mucho porque aprovechaban para ponerse al día de la salud de sus familiares y de sus vivencias diarias”. Y añade: “Estamos pendientes de todos y de todo, imagina que cuando un ingreso es nuevo tienes que estar más pendiente de la familia porque hay nuevos gustos y, sobre todo, cuidar los detalles porque esto es lo que nos diferencia. Nada es perfecto, puede haber alguna queja, pero si hay un fallo, lo reconoces, te disculpas y tomas las medidas para remediarlo”.

Prosiguiendo con la actitud positiva de todos los familiares, concluye María Luisa, “hemos intentado que todo el mundo estuviera bien y creo que las familias lo han agradecido mucho. Bueno, prueba de ello es que se unieron para regalarnos una placa por nuestro esfuerzo durante la pandemia. Nosotros también estamos muy agradecidos por la comprensión que han tenido, de verdad, estamos muy contentos y queremos que todo siga igual, nos emociona”.