Cada 25 de noviembre se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, una fecha clave y muy especial para las mujeres que busca concienciar a la sociedad sobre este grave problema. A menudo pensamos que nosotros, en primera persona, somos ajenos a este tipo de situaciones, pero lo cierto es que no sólo debemos trabajar para construir una red de ayudas dirigida a las mujeres que son víctimas de maltrato, sino también conformar protocolos y formación para prevenir a los más jóvenes y que sean conscientes de esta realidad.
Clece, en el marco de su compromiso con los colectivos en riesgo de exclusión y situaciones de vulnerabilidad, organizó hace apenas una semana la Jornada Técnica sobre Violencia de Género en la Cámara de Comercio de Valencia donde se abordó la actual realidad personal, laboral y social en la que se encuentran estas mujeres, tanto en las ciudades como en los espacios rurales, así como el escenario general de la violencia de género, especificando, entre otros aspectos, las nuevas formas de maltrato hacia las mujeres y las jóvenes, sobre todo en el ámbito digital.
El encuentro, muy enriquecedor, fue inaugurado por María Such, directora general del Instituto Valenciano de la Mujer, quien recordó la importante función que tiene la Administración Pública en la lucha contra este problema social: “La violencia hacia las mujeres se materializa de varias formas, y las administraciones debemos buscar recursos para ayudarlas, así como concienciar a la sociedad de que la responsabilidad para acabar con ella es de todos, tanto de la mujer como de su entorno”.
Por su parte, María Hernández, técnica de esta organización pública, explicó la importancia de contar con recursos bien coordinados entre todos los agentes que intervienen en la red de ayuda, desde las asociaciones hasta la Administración, con el fin de crear espacios seguros contra la violencia de género: “En la Comunidad Valenciana hemos creado unas viviendas para mujeres que han sufrido violencia de género y que, además, tienen una situación especialmente dramática. Este es el caso de una mujer a la que acabamos de ayudar que tiene a su cargo cuatro niños, uno de ellos con una discapacidad importante”.
Un trabajo, un nuevo comienzo
El empleo supone, en muchos casos, un nuevo comienzo para estas mujeres. La independencia económica que les proporciona un trabajo estable les ayuda a salir de la situación en la que se encuentran y tomar de nuevo las riendas de su vida. Un aspecto que puso sobre la mesa Ione González, responsable de la Unidad de Apoyo de Clece en la Comunidad Valenciana y Murcia, durante la jornada: “Tener un empleo y recursos económicos es vital para estas mujeres, es la única forma de abandonar el círculo de violencia en el que viven”.
En este sentido, González recordó a los asistentes que “existe también la violencia económica”, y explicó que en Clece, desde hace años, están comprometidos con la inclusión laboral de mujeres víctimas de violencia de género que, en la mayoría de los casos, se encuentran en una situación especialmente vulnerable: “En muchas ocasiones, y dejándose llevar por los viejos prejuicios sobre estas mujeres pensando que no van a desempeñar bien su trabajo o que van a faltar mucho, las empresas no les dan la oportunidad laboral que necesitan para salir de la frágil situación que tienen”.
Para ello, Clece pone a su disposición la Unidad de Apoyo. Se trata de un equipo multidisciplinar de profesionales que ayuda a cualquier persona procedente de colectivos vulnerables en su proceso de adaptación al nuevo puesto de trabajo.
Psicólogos, terapeutas o trabajadores sociales son algunos de los perfiles que conforman las diferentes Unidades de Apoyo que la compañía tiene en varias zonas de España, y su labor es acompañarlas desde el primer día para facilitar su aterrizaje en la compañía, realizar un seguimiento muy cercano de su evolución, así como escuchar sus necesidades.
“Para ellas es importante tener un empleo, pero también es fundamental escucharlas, darles confianza para que cuenten cuál es su situación. A veces, por pudor, no te dicen nada, por eso en Clece también tenemos una escucha activa para saber si alguna de las mujeres que trabajan en nuestra plantilla tienen algún problema y, en ese caso, ayudarlas”, comentó González.
Sobre este último aspecto, la responsable de la Unidad de Apoyo de Clece en la Comunidad Valenciana y Murcia, durante su intervención, expuso el ejemplo de una empleada con sentencia condenatoria por violencia de género que sentía mucha inseguridad a la hora de solicitar a la empresa algún requerimiento, incluso si necesitaba un día ir al médico. “Hablamos con ella, ganándonos de manera progresiva su confianza para establecer una relación humana, y le hicimos ver que somos personas que le vamos a ayudar y que el cambio es posible. No lo arreglamos todo en la primera reunión, se tarda tiempo en construir una relación cercana”, relató González.
Desde Clece también aseguran que cuando estas mujeres se sienten ayudadas y escuchadas, perciben una importante evolución tanto laboral como personal en ellas. “Se les ve otra luz, otra actitud, felices, libres y serenas. A esta mujer se la veía muy temerosa, con miedo a hablar por si ofendía a alguien, y ahora está más segura y ha tomado decisiones que para ella son muy importantes”, concluyó González.
La violencia hacia la mujer en el mundo rural
La violencia hacia la mujer en el mundo rural también tuvo su espacio en estas jornadas. No es baladí prestar especial atención a estos entornos, ya que, según los últimos datos del Observatorio contra la Violencia de Género del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), el 24 % de las víctimas asesinadas en 2022 por sus parejas (o exparejas) vivía en pueblos de menos de 4.000 habitantes.
Sobre ello, Isabel Escuder, responsable de la Federación de Mujeres Rurales de Valencia, comentó que en los pueblos se denuncia menos porque en un municipio pequeño todo el mundo se conoce y eso preocupa a las mujeres y a sus familias, quienes sienten vergüenza y culpa. Por tanto, este tipo de violencia se tiene que tratar de un modo diferente a como se gestiona en las ciudades donde hay más anonimato.
Escuder, en este sentido, detalló el trabajo que están haciendo desde su organización, sobre todo en materia de concienciación para que las mujeres sientan que tanto la denuncia como la prevención son importantes. “Estamos trabajando con el programa ‘Cultivando igualdad’, mediante el que les informamos de los recursos disponibles, de la ayuda que tienen en los ayuntamientos y cuarteles de la Guardia Civil, y también hacemos talleres de prevención para mayores, jóvenes y adolescentes”, explicó.
Nuevas formas de violencia de género en el entorno digital
Estefanía García, teniente de la Unidad Orgánica de la Policía Judicial (UOPJ) de la Guardia Civil de Valencia, destacó la importante labor de este tipo de jornadas a la hora de prevenir la violencia de género porque dan difusión sobre los peligros que nos podemos encontrar en internet y en las redes sociales. “Internet ha traído cosas muy buenas, pero también riesgos”, explicó la teniente. Por ello, aconsejó que para prevenir los delitos se debe pensar bien a quién se acepta en las redes sociales: “¿Abriríamos las puertas de casa a un desconocido? Pensemos, y la respuesta sería que no. Es fundamental saber con quién hablamos cuando iniciamos una relación por internet”.
García recordó que la “ciberviolencia” es un acto de control obsesivo contra la pareja, teniéndola geolocalizada, espiando sus dispositivos electrónicos, publicando fotos sin permiso o dejando comentarios humillantes en las redes sociales. “Las nuevas tecnologías han traído problemas nuevos, sobre todo con los más jóvenes porque no son conscientes de que están sufriendo violencia y que eso tiene graves consecuencias”, señaló.
Destacó, además, el gran papel de los padres a la hora de evitar que sus hijas caigan en situaciones de violencia de género: “Es importante enseñarles a identificar que algunas de las situaciones que viven no son normales. Por ejemplo, que su pareja les pida en todo momento la ubicación por el móvil es una forma de control, es peligroso y puede llevar a una futura situación de violencia de género, aunque a veces las jóvenes puedan confundir control con preocupación”.
En esta misma línea, Joshua Alonso, director en programas educativos GéneroEduca y ponente en la jornada, hizo hincapié en la importancia de prevenir este tipo de violencia entre la población infantil y juvenil. “En este momento, hay 886 menores con órdenes de protección. Por tanto, es importante que en los centros educativos se impartan programas que dejen resultados eficaces para prevenir la violencia de género”, comentó.
La labor y el compromiso de Clece con las mujeres víctimas de violencia
Clece es un ejemplo de empresa comprometida con la inclusión laboral de colectivos vulnerables. En este momento, da empleo a más de 10.000 personas que, por diferentes circunstancias, tienen más complicado el acceso a un puesto de trabajo. Algunas de ellas son mujeres víctimas de violencia de género —actualmente, casi 250—, y contar con una estabilidad laboral les ayuda a recuperar y reforzar su autoestima, su independencia y sus relaciones sociales.
Una labor que, para ser desarrollada, tal como apuntó González, es imprescindible el trabajo en red, la multidisciplinaridad y la coordinación porque en este proceso entran en juego varios factores y departamentos: “No nos podemos quedar cada profesional en su parcela, tenemos que construir juntos y trabajar por ellas”.