Las personas tenemos que cuidar de las personas, sobre todo de aquellas que tienen un grado importante de dependencia y que requieren del calor humano y sanitario de los profesionales que trabajan en residencias y centros ocupacionales. Espacios donde viven y conviven empleados con usuarios, lugares donde equipos multidisciplinares formados por médicos, enfermeras, fisioterapeutas o psicólogos, entre otros, cuidan de ellos como si fueran una gran familia, más aún cuando se presentan épocas tan extraordinarias como las vividas durante los meses más duros de la pandemia.

En este sentido, Lola Bartolomé, enfermera de un centro ocupacional gestionado por Clece, explica que los últimos meses han sido complicados por la rapidez de readaptación que han experimentado debido a la crisis sanitaria, aunque destaca el amplio aprendizaje que ha supuesto este escenario inesperado. “Hemos aportado todo lo que hemos podido y, además, nos ha servido para valorar que somos un gran equipo. Y no sólo eso, también hemos aprendido que es una situación con la que vamos a tener que convivir durante algún tiempo más”, aclara.

Aprender de situaciones extraordinarias

Detalla, además, que este centro “tiene algunas peculiaridades” con respecto a otras residencias, ya que los usuarios “son todos muy jóvenes y algunos de ellos se iban a casa con sus familias los fines de semana, aunque durante estos meses no han podido ir, claro”. Por esta razón, explica orgullosa esta sanitaria, “hemos intentado darles todo nuestro calor y estar cerca de ellos porque, debido a sus discapacidades, necesitan una rutina muy marcada, ya que cualquier alteración en su día a día supone un desequilibro muy importante”.

Todos los centros residenciales gestionados por Clece han seguido adelante con las actividades que ya tenían en marcha como zumba, talleres de pintura o gimnasia, pero “organizando todo en dos grupos burbuja porque, sólo de este modo, si hay algún caso de contagio no tenemos que aislar a todos los residentes”, detalla Silvia Tolosa, coordinadora de la residencia La Llum de Valencia también bajo la gestión de Clece.

No obstante, aclara Bartolomé que “la familia es la familia y es complicado poder suplir su presencia, pero tenemos que decir con orgullo que hemos recibido el apoyo y el calor de todo el mundo, tanto de la empresa como de las familias. Para nosotros todo ello ha sido –y es– muy importante”.

“Somos como una casa grande donde nos cuidamos todos”

Desde el minuto cero, tal y como recuerdan ambas, se pusieron en marcha iniciativas para que estuvieran más cerca de sus familiares a través de videollamadas. “Les alegraba saber que estaban al otro lado de la pantalla. Además, algunos de los residentes con discapacidades bastante grandes que casi no hablan repetían lo que escuchaban a sus hermanos, por ejemplo. ¡Nos daba muchísima alegría!”, explica Tolosa.

Todas ellas, además, han querido agradecer que, incluso en los peores momentos de la pandemia, han tenido a su disposición todo el material de protección que han necesitado para protegerse y proteger a los residentes. “Desde el minuto cero Clece se ha preocupado de proteger a los chicos a través de nosotros. Y eso también ha sido muy importante para nosotros”, expone Bartolomé.

La cercanía diaria con la familia

Por su parte, Ayda Quintero, médico en la residencia Patio de los Palacios de Valladolid, explica que para ella, a pesar del escenario Covid-19, en la organización sanitaria cuenta con un protocolo diario muy exhaustivo. “Cada día leo todos los registros, ver cómo han pasado la noche, controlar que se hidraten bien, si hay curas o consultas. También controlamos si hay alguna sintomatología, sobre todo ahora teniendo en cuenta la presencia de Covid-19 y, si lo hubiera, lo comunicamos al área de Salud correspondiente”, explica Quintero.

Quintero asegura, en esta misma línea que, efectivamente, están muy cerca de los familiares. “Hablamos con ellos todos los días para que puedan trasladarnos cualquier consulta que tengan por si, por ejemplo, hemos cambiado alguna medicación o ponemos nuevos tratamientos”, relata.

“Somos sus ojos, sus manos; somos su familia”

“Somos como una casa grande, como una gran familia donde nos cuidamos todos”, concluye Tolosa desde Valencia. “Para mí, la verdad, trabajar en un centro pequeño es un lujo. Como detalle, por la mañana temprano, si se levanta alguien reconozco los pasos inmediatamente y sé que va a venir a verme. Es muy bonito, me encanta mi trabajo”, detalla.

En la misma línea, Quintero aclara que “trabajar en un centro o una residencia es diferente a hacerlo en un hospital, claro, porque al ser espacios más pequeños vemos a diario a los pacientes y, además, les conocemos mucho y de forma muy cercana”.

La médico de la residencia vallisoletana, que siempre se ha dedicado al mundo de la geriatría porque su abuela sufría Alzheimer, destaca que “me encanta trabajar en un lugar tan familiar, es gratificante, te llena de fuerza porque, al final, somos sus ojos y sus manos, somos también como su familia”.