La crisis sanitaria del coronavirus va a dejar poso en todos nosotros. Probablemente daremos valor a aquellas cosas mundanas que antes no contaban con nuestra atención. Todo ha cambiado, nosotros hemos cambiado, aún no sabemos muy bien hacia dónde podemos evolucionar porque, aunque todo está más calmado en los hospitales y las salas de espera y los boxes se van quedando en calma, aún no hemos terminado la batalla contra el COVID-19. Una guerra invisible donde la aportación y la actividad de todo el mundo cuenta. Sin excepciones.

Ante estas circunstancias, a veces teñidas de surrealismo, hemos aprendido que el triunfo de una sola persona es una victoria colectiva. Apreciamos, además, y nos damos cuenta de que trabajar en equipo durante esta alerta sanitaria ha sido la mejor barrera para frenar al coronavirus y que el trabajo de todo el personal que trabaja en los centros hospitalarios, a pesar de las jerarquías internas, ha sido –y es– crucial para evitar el contagio.

Desde el principio, desde que las urgencias comenzaran a llenarse de pacientes afectados por el COVID-19, poco sabíamos de cómo evitar contagiarnos, pero sí sabíamos que una desinfección y una limpieza exhaustiva con los productos adecuados era fundamental para poner a raya a esta letal enfermedad. Por ello, los profesionales de la limpieza, han jugado un papel fundamental para la sociedad, no sólo en los centros hospitalarios, sino también en farmacias, supermercados, lugares de trabajo con actividades esenciales, etc.

“Hemos pasado desapercibidas siempre, las personas de limpieza nos tenemos que aprender un montón de nombres, pero el tuyo no se lo saben y eso, la verdad, es que es muy duro. Ha tenido que pasar algo así para que vean que somos un eslabón imprescindible de la cadena. Ahora entro y las enfermeras y las auxiliares me aplauden en el pasillo, les tengo que decir que paren porque ¡me hacen llorar!”, explica a OKDIARIO Montserrat Sánchez, empleada del servicio de limpieza de Clece en el Hospital de Getafe. “Me gusta mi trabajo, voy muy contenta, estoy encantadísima porque somos muy necesarias”, apunta.

Su compañera, María del Carmen García, también empleada de la filial de ACS en el mismo centro hospitalario madrileño, comenta que lleva 14 años en su puesto de trabajo y que le encanta. “Voy feliz a trabajar, me gusta mucho mi trabajo. Eso sí, estos días lo hemos pasado muy mal porque si a mí me dicen que esto iba a pasar, no me lo creo”.

Ambas coinciden, además, en que tras el estallido de la crisis sanitaria, su labor se convirtió en más importante que nunca y eso lo tenían muy en cuenta. “Contamos con una buena formación, nos dan cursos y teníamos EPIs, algo muy importante que nos dejaba mucho más tranquilas, pero a partir de ese momento la metodología era hacer todo mucho más despacio, vistiéndonos con cuidado y poniendo mucho empeño en hacer una limpieza detalladísima para evitar la propagación del virus”, explica María del Carmen. “Si un quirófano, por ejemplo, no se limpia bien, da igual lo bueno que sea el cirujano. La limpieza es fundamental”, añade.

“Esto no lo vamos a poder olvidar”

Algo común en todos los empleados que trabajan en el ámbito hospitalario, como es el caso de Carmen y Montserrat es el miedo a lo desconocido porque, al principio, si algo reinaba entre toda la sociedad era la incertidumbre. “Hace un mes iba a trabajar con mucho miedo porque no sabíamos bien qué pasaba. Algunos pacientes daban negativo, otros positivos y seguía llegando gente enferma. Ahora llegamos, nos ponemos los equipos de protección y sabemos lo que hay. Eso nos da mucha tranquilidad”, relata esta empleada de Clece en Getafe.

Montserrat, por su parte, reconoce haber pasado “mucho miedo, mucho –recalca–” porque “no reconocía el hospital en el que estaba trabajando hace apenas dos meses. Hemos visto cosas –se le entrecorta la voz de la emoción–, pero nada como esto. Parecíamos vivir en una película, pero era todo muy real”. Explica también que es “muy emocionante cuando ves que los pacientes se van a sus casas, pero sufres de lo que ves, sufres porque hay mucha gente que entra sola con el celador y se muere sola. Eso me ha podido cuando lo he visto, nos va a dejar tocados, esto no lo vamos a poder olvidar”.

El esfuerzo de una gran coordinación y un trabajo en equipo de diez

Lejos de Madrid, una de las regiones más afectadas por el coronavirus tanto por el número de fallecidos como contagiados, el personal de limpieza también ha librado su batalla contra el COVID-19. Pablo Pena, encargado del personal de limpieza de Clece en el Hospital de El Bierzo, que en cuanto apareció el primer caso se pusieron manos a la obra para readaptar todos los protocolos de limpieza ante una situación desconocida hasta el momento.

Nos hemos organizado mejor cada día, claro, a veces hemos tenido que improvisar ante situaciones nuevas, nadie sabía qué era el coronavirus ni cómo se combatía. Pero todo ha salido bien, teníamos los EPIs de protección, era lo que más me preocupaba, y ha habido una gran coordinación con el hospital ante las nuevas necesidades que se han presentado”, explica con detalle Pablo.

Explica, además, que para cubrir toda la actividad que requiere la desinfección constante que requiere la pandemia se ha reforzado la plantilla actual que está formada por alrededor de 75 personas. “Cada alta de un paciente conlleva una desinfección especial, todo lleva más tiempo y necesitábamos más personal, por lo que hemos reforzado todos los turnos. Hemos sido muy minuciosos para no haya contagios ni entre el personal y ni entre los pacientes”, apunta Pablo. 

“El personal de limpieza ha demostrado que son un ejemplo”

Montserrat, Pablo y María del Carmen salen a trabajar, pero reconocen que están deseando reencontrarse con la libertad de salir a ver a sus amigos y sus familiares. Todos sacan lecciones positivas, a pesar de la tragedia instalada en un país con miles de fallecidos. “Esto es una cosa muy muy grave, así aprendamos a que no debemos estar pendiente de tonterías. Incluso estoy en mi casa porque libro y estoy pensando en que me gustaría estar allí para seguir ayudando. Me gusta estar en el hospital”, apunta María del Carmen.

Mientras su compañera, Monserrat, cree que “ahora vamos a valorar lo importante, dar más importancia a la salud porque, fíjate, somos ricos y no nos habíamos dado cuenta hasta ahora”. Y añade: “Espero que esto nos sirva para algo, todos echamos de menos levantarnos temprano para irnos a trabajar, seguir adelante. Tengo un nieto de 10 meses y llevo un mes sin verlo, no nos damos cuenta de nada hasta que dejamos de tenerlo al alcance de la mano”.

Pablo, por su parte, también saca un aprendizaje de todo lo vivido. “Dos lecciones muy importantes he extraído de esta pandemia. Una es que el estar prevenidos para todo, sea lo que sea, es muy importante y, dos, la gente de la limpieza ha demostrado que son un ejemplo. Trabajan día y noche y lo hacen por el hospital, por la empresa y por la sociedad porque su actividad, aunque no se vea, es vital y básica”, apunta este profesional de El Bierzo.

Cuando nos despedimos, María del Carmen, que aún reconoce estar nerviosa por todo lo que sucede, está aparcando el coche en el Hospital de Getafe porque comienza su jornada, pero antes de colgar el teléfono comenta con voz optimista: “¡A ver si dan muchas altas hoy!”. 

Todos sumamos, todos contamos.

Por María Villardón.