La esperanza de vida de nuestro país es digna de celebración. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), los españoles vivimos una media de 80 años en el caso de los hombres y 82,3 años en el de las mujeres, sin embargo, y a pesar de ser datos positivos, lo cierto es que la pirámide demográfica está invirtiéndose y cada día nuestro país está formado por ciudadanos más envejecidos que necesitan de atención, no sólo sanitaria, sino también social porque con el paso de los años, la soledad no deseada se ha convertido en uno de los males de nuestra sociedad.

Hoy en día, el 19% de la población española, es decir, casi nueve millones de personas es mayor de 65 años, y de éstas, más de dos millones –concretamente el 43%– vive en situación de soledad. Y, si vamos más allá, y según los mismos datos, más de 850.000 han cumplido ya los 80 años. Aquí es donde debemos hacer una separación entre aquellas personas mayores que están o no en situación de dependencia. Si se valen por sí mismos, suelen buscar actividades o viajes, por ejemplo, para seguir manteniéndose activos. De hecho, según los expertos, el 45% de las personas mayores no dependientes procuran evitar la conocida como soledad social.

Mayores que quieren seguir formando parte de la sociedad

Sin embargo, los que no pueden salir de casa por sí solos porque tienen movilidad reducida requieren de atención por parte de sus familiares para que no se queden aislados y puedan seguir formando parte de la sociedad en la que viven. En este último caso, los centros de día –lugares donde pasan la jornada y regresan a casa por la noche– repartidos por toda España juegan un papel fundamental a la hora de paliar la soledad no deseada de los más mayores dependientes. Y, no sólo eso, además, son una válvula de escape para los cuidadores que se pasan los días con ellos y terminan aislándose al igual que sus seres queridos dependientes e, incluso, no entendiendo cómo se va a desarrollar la enfermedad de deterioro cognitivo –como una demencia, por ejemplo– que en muchos casos sufren.

La soledad, además, está íntimamente ligada a la buena salud de las personas mayores porque puede desencadenar debilidad en el sistema inmunológico, dolores de cabeza o problemas de digestión y corazón, así como depresión, baja autoestima o problemas de sueño. Juan Manuel Castillo es psicólogo en el centro de día de Tuejar, una pequeña localidad de 800 habitantes ubicada en Valencia, relata a OKDIARIO que las personas mayores que llegan “con un profundo sentimiento de abandono porque sus familiares les visitan poco y la mayor parte del tiempo están solos”. Eso sí, afortunadamente, explica Castillo, “el sentimiento de abandono desaparece al poco tiempo de llegar gracias a todas las actividades que hacemos, dejan fuera el sentimiento de poca valía y se refuerza mucho su autoestima”.

Castillo: “El sentimiento de abandono desaparece al poco tiempo gracias a las actividades que hacemos»

En el centro de día valenciano, que también posee parte residencial donde viven 86 personas, atienden a un total de 10 personas. “Vienen sobre todo matrimonios en los que uno de los dos tiene dependencia y, normalmente, están bastante solos porque los hijos no viven ahí”. El psicólogo comenta, además, que al principio les costaba un poco llenar las plazas porque “el hecho de dejar a sus mujeres en el centro de día y seguir con su día a día era un poco tabú, date cuenta que es un pueblo muy pequeño, pero ahora tenemos lista de espera”.

En este sentido, Andrea Varela Antonete, psicóloga el centro de día Miguel Delibes de Madrid, explica que, efectivamente, algunos familiares acuden con “el sentimiento de culpabilidad y la incomprensión de la enfermedad”. Este último aspecto, a tenor de las palabras de la experta, no es baladí porque asegura que en la mayor parte de los casos “nadie les prepara ni les da herramientas, por eso les ofrecemos terapia familiar para que aprendan a moverles o masajearles en casa, por ejemplo. La desinformación les agobia”, apunta, “y es un trance para el que nadie nace enseñado, por eso les preparamos, para que lo hagan lo mejor posible”.

Por ejemplo, detalla el experto, en el centro valenciano tienen una señora con párkinson que “está fenomenal de cabeza, pero apenas salía de casa, o un matrimonio que ronda los 90 años y que vivía en aislamiento tras el fallecimiento de su hija y sus nietos.

Castillo se muestra muy satisfecho con la evolución tan positiva de las personas que llegan al centro de día de Tuejar tras semanas de trabajo. “Es un pueblo pequeño que, desgraciadamente, cuenta con importantes barreras físicas que impiden que muchos de los mayores que viven aquí puedan salir a la calle y relacionarse”. Por esta razón, añade, “una vez que vienen, la mejoría es espectacular porque se relacionan y, sobre todo, ganan apoyo social. Tienen fisioterapeuta todos los días, se adaptan mejor a las limitaciones físicas o mejoran mucho la alimentación y la autonomía”.

Varela Antonete explica, además, que cada mes preguntan a los usuarios, a través de la organización de pequeños comités, qué les gusta y qué no, de las actividades que se desarrollan. La experta considera que se trata de una eficaz iniciativa porque de este modo, la persona mayor percibe que “que no se trata de una cárcel o un lugar al que está obligado a ir, porque lo que buscamos es que se sientan como en casa, por eso hemos cambiado la decoración, que ahora ya no se identifica con el ámbito sanitario”. La experta añade que, gracias a esta pequeña acción, los usuarios se vuelven menos reticentes, al ver cómo es nuestro día a día. Evolucionan hasta tal punto que muchos no quieren regresar a sus casas porque se aburren”.

Varela Antonete: “Llegan reticentes, pero tras vivir el día a día algunos de ellos no quieren volver a casa”

Ambos centros de día, gestionados por Clece –filial de ACS–, están basados en un modelo centrado en la persona. Es decir, se abandona la institucionalización para que las actividades no sean las mismas para todos, sino que basan su protocolo en base a las preferencias de los usuarios. “Por ejemplo”, explica la experta del Miguel Delibes, “si sabemos que hay personas que son aficionadas al Atlético de Madrid, hacemos una excursión al Wanda Metropolitano, y si a algunos les gusta la botánica, nos vamos a hacer actividades al Jardín Botánico del parque de El Retiro”.

También hay espacio para los rincones orientados a talleres sociorecreativos como manualidades, manicura o lectura, aunque el taller que más éxito tiene entre los usuarios en el caso del centro de día Miguel Delibes es el de ‘Historias de vida’. “Desarrollamos una serie de libritos con la historia de vida de las personas: les pedimos, por ejemplo, que traigan fotografías y, así, día a día vamos ampliando información”, detalla Varela Antonete.

También están muy presentes las novedades tecnológicas que mejoran la vida de los usuarios. La psicóloga del centro de Madrid explica que son “muy beneficiosas, nosotros usamos una Tablet –DigiTablet– con múltiples aplicaciones cognitivas y el índice de participación ha sido muy alto. Lo hemos notado y se han sentido muy motivados, les encanta”.