La electrificación de nuestra economía –y por ende, y en definitiva, de nuestras propias vidas– es clave para alcanzar la descarbonización real y cumplir con los objetivos de emisiones marcados por la Cumbre de París de la ONU y la Unión Europea (UE). Para ello, es fundamental que los países, con el apoyo del sector privado, impulsen el desarrollo de las energías renovables que permita abandonarr definitivamente los combustibles fósiles.

Pero, además, esta apuesta por la electrificación es más urgente que nunca. La electrificación basada en las energías renovables es clave porque es sinónimo de independencia energética y estabilidad de precios. Esta premisa, en el contexto bélico, social y económico actual, tiene más sentido que nunca, sobre todo cuando la dependencia europea de países exportadores de energía, como es el caso de Rusia, es tan alta: un 40 por ciento del gas que consume Europa llega desde ese país.

Pisar el acelerador de la electrificación y energías verdes

La crisis de precios que vivimos hoy –que comenzó en junio de 2021 y está agudizada por el ataque a Ucrania– está determinada por el precio del gas. Una escalada de precios sin precedentes que viene provocada por decisiones de carácter geopolítico que usan las materias primas –sobre todo los combustibles fósiles– como herramienta de presión y que ha puesto sobre la mesa un asunto urgente por ser un bien de primera necesidad: la urgencia de la electrificación de la economía basada en la generación de energías renovables.

Un paso fundamental tanto para España como para Europa, ya que se trata de la conformación progresiva de nuestra propia independencia energética, la cual permitirá una mayor estabilidad de los precios, el fin de las presiones externas y, por tanto, de la volatilidad del suministro eléctrico al generar energía más barata.

La solución para independizarnos del gas y de todos los problemas que conlleva, es dirigirnos con firmeza hacia un horizonte eléctrico, renovable y, por tanto, descarbonizado. Se está caminando por la senda correcta, pero la coyuntura de inestabilidad actual debe ser una palanca para acelerar el proceso y apostar de forma firma por el futuro energético independiente y sostenible.

No hay otro camino, será el único que permita a los países tomar decisiones estratégicas libres e independientes y, desde luego, conformar modelos sociales, económicos y democráticos propios.

Fuentes renovables de energía: la gran alternativa

Alrededor del 80% de la población mundial vive en países importadores de combustibles fósiles; sin embargo, lo cierto es que también la mayor parte de ellos también posee capacidad de generación de energías limpias. Con ello, ganarían seguridad e independencia energética, y con un coste menor. Este es el caso de España, un país rico en sol y viento, pero no en combustibles fósiles. Por tanto, no poseer crudo, pero sí tener demanda del mismo, hace que se trate de un elemento de presión porque necesitamos exportarlo y, en ocasiones como la actual, a precios disparados.

La gran alternativa energética de España es que somos un país enormemente rico en fuentes renovables. En la mayoría del territorio hay entre 2.400 y 2.800 horas de sol al año, por ejemplo. Pero, además, también somos líderes en investigación, por lo que las energías renovables son cada vez más competitivas y los sistemas de almacenamiento –uno de los grandes desafíos – pronto abrirán nuevas perspectivas.

Más renovables, menor precio de la energía

En este momento toda Europa está viviendo un incremento de los precios energéticos debido al elevado precio del gas. En concreto, si hablamos de la luz, detalle, de toda la subida del precio en el mercado mayoristad en  2021 (+230%), un 85% se debió la increíble escalada de los precios del gas; mientras que el resto (un 15%) fue producida por la subida de los costes de los derechos de CO2.

En definitiva, y como conclusión, para abaratar el precio de la factura de la luz y tener independencia energética, tenemos que ir a esta descarbonización de la economía y de forma más acelerada. En el medio y largo plazo apostar por la electrificación y las energías renovables nos acercan a una factura mucho más económica y cada paso que demos, todos, hacia la descarbonización, es un paso hacia una energía limpia y más barata.

La inversión de hogares y empresas

La actual volatilidad de los precios, así como la inversión inicial que puede conllevar la electrificación, son dos ingredientes que pueden desanimar inicialmente  a cambiar de opciones energéticas. Sin embargo, y muy importante, es tener en cuenta que los beneficios económicos que conlleva serán en el medio plazo mucho más amplios que la inversión.  De hecho, por ejemplo, no hay más que mirar los datos de desarrollo de proyectos de autoconsumo en nuestro país:  en 2021, tuvo un crecimiento del 85%, según datos de la patronal de renovables APPA, y en concreto, el sector residencial acaparó ya el 22% del total de las instalaciones.

El decisivo papel de la investigación

Además, la investigación ha hecho que haya gran innovación en los materiales, lo cual hace más competitivas las plantas fotovoltaicas incluso desde el punto de vista económico respecto a las fuentes fósiles, de acuerdo con IRENA (International Renewable Energy Agency). De hecho, gracias a la investigación, la capacidad fotovoltaica global ha aumentado de 40 GW en 2010 a 580 GW en 2019.

Los mismos organismos energéticos aducen, además, que si la primera década del S. XXI ha sido para las energías renovables, la segunda será para llevar a cabo la electrificación y conseguir la neutralidad energética en 2050, abandonando lo más rápidamente el gas y, por supuesto, los combustibles fósiles.

De todos modos, y a pesar de que las tecnologías de electrificación están maduras y listas para el mercado, aún obstáculos económicos, fiscales y técnicos que debemos sortear para poder sacar el máximo potencial y rendimiento. Señalan, además, que los Gobiernos deben fijar estrategias y hojas de ruta coherentes a largo plazo para acelerar el proceso de electrificación y que se implementen a través de planes regionales y nacionales.

Y, por supuesto, en este proceso también debe haber una implicación de los grupos de interés como empresas, consumidores y proveedores que permita, entre otros aspectos, desarrollar y promover aún más las soluciones específicas de electrificación.