Cuando llega el verano, nos gusta hacer planes cada fin de semana. Y lo cierto es que no hay que irse en avión o coger un tren para plantarnos en espacios naturales maravillosos donde poder escaparnos desde por la mañana hasta el atardecer. Uno de los planes que ganan adeptos cada día es el enoturismo, y mucho más si es tras una preciosa ruta en bicicleta.

En esta ocasión, viajamos temprano hasta San Martín de Valdeiglesias, un municipio de la Comunidad de Madrid que está a menos de una hora del centro de la capital y que, además, es muy conocido por la presencia de varias bodegas de uva garnacha donde poder conocer los vinos con D.O. de Madrid. En este momento, están inscritas en esta subzona (de las cuatro en las que se divide la D.O. Vinos de Madrid) alrededor de 18 bodegas, todas ellas tienen el 22% del viñedo y el 25% de la producción anual.

Tan importante es la elaboración de los vinos en este municipio, que uno de los principales atractivos es conocer sus caldos de la mano de sus empresarios bodegueros, los cuales no sólo conocen bien su uva, sino también todo lo que ofrece el estar en plena Sierra de Gredos, rodeados de una dehesa de viñedos –y también olivos– y teniendo a sólo unos 6 o 7 kilómetros, según la ruta, el Pantano de San Juan donde darnos un chapuzón, si la temperatura lo permite, y al que poder llegar en bicicleta.

Pantano de San Juan. @Turismo de Madrid

Allí podemos tomar un refrigerio, antes de regresar de nuestra ruta hasta la cata de vinos de D.O. Vinos de Madrid. La calidad del agua es apta para el baño, tiene una extensión de 14 kilómetros y cuenta con el distintivo de bandera azul que acredita la excelencia de sus aguas y la seguridad del baño. Si no llevamos nada en la mochila, podemos tomar algo en la terraza de La Martuka, un espacio coqueto donde poder tomar un vino o un cóctel con unas croquetas.

Pedalear por las dehesas de viñedos

Bodega ValleYglesias. @Cortesía

Y regresamos para conocer los vinos de la zona hasta llegar a una de las bodegas pioneras en San Martín de Valdeiglesias, una auténtica bodega familiar: la Bodega ValleYglesias. Está regentada por Fernando Ocaña y en ella, además, ya trabajan sus hijos en todo el proceso del vino, desde el cultivo hasta el embotellado; las catas de vino, sobre todo hechas cuando cae el sol, las hace una de sus primas mientras su hermano Luis Ocaña, músico de profesión, dirige un restaurante en el centro del pueblo donde, por supuesto, se pueden probar los vinos de ValleYglesias.

En esta bodega, además, las bicicletas y los vinos van de la mano, porque Ocaña se ha dedicado al ciclismo de manera profesional y sabe muy bien cómo recomendar rutas en bicicleta por la zona de San Martín de Valdeiglesias, el pueblo en el que vive –y en el que, según dice, le encanta vivir–, aunque le resulta complicado quedarse con una de ellas.

“Aquí vayas por donde vayas, aunque cojas un camino u otro, vas a disfrutar porque hay muchos viñedos y mira –dice observando a su alrededor desde la puerta de la bodega– estamos en la Sierra de Gredos, justo entre Toledo, Ávila y Madrid, tres de las zonas más importantes de nuestra historia y con una naturaleza que casi sobrecoge”, comenta.

Ir en bicicleta con la ruta bien preparada

Ruta de Toros de Guisando. @Istock

Eso sí, advierte que ir en bicicleta por las rutas verdes de la zona de San Martín de Valdeiglesias y Pelayos, entre viñedos y olivares, donde se pueden recorrer alrededor de 16 kilómetros, hay que ir con algo de preparación física y logística: “Es importante que se tenga un poco de fondo, ya que algunos tramos entre viñedos tienen un poco de dificultad. Fundamental, por supuesto, llevar agua y algo de comida, por si debemos parar, así como tener claro desde el primer momento qué ruta es la que queremos hacer y no envalentonarnos demasiado, pensemos que lo que recorramos lo tenemos que hacer de vuelta”.

Están disponibles, en este momento, diferentes rutas –que pueden consultarse en la página web del Ayuntamiento de San Martín de Valdeiglesias–, como la del Mirador del Romanticismo que llega hasta la ermita Virgen de la Nueva, pasando por el Pico Trasierra o el Cerro Valdelaosa. También el Alto de la Mira, el Boquerón y la Pesquera, que es uno de los paseos más clásicos; así como el carril del Rey o la preciosa e histórica ruta de los Toros de Guisando.

Ésta es una de las favoritas, tanto para hacer a pie como en bicicleta, al transcurrir por la Cañada Real Leonesa y terminar en las esculturas de los Toros de Guisando, los cuales ya son citados por Cervantes o Lope de Vega, y fueron testigos del tratado firmado entre el rey Enrique IV y su hermana Isabel, por el que se reconocía como princesa de Castilla y, por lo tanto, heredera del trono, a su hermana paterna, la infanta Isabel, futura Isabel la Católica.

Una cata al atardecer

Una cata al atardecer. @Archivo

Si ya hemos practicado deporte con nuestra bicicleta entre la naturaleza, entre dehesas de olivos y viñedos, es hora de conocer los vinos de Madrid. Regresamos con Ocaña hasta la Bodega ValleYglesias, una elaboración del vino que venía de tradición familiar, aunque sólo para consumo doméstico, y que hoy se ha profesionalizado y ofrece unas catas muy detalladas desde su bodega boutique, absolutamente rodeada de viñedos.

“Este entorno le gusta a todo el mundo, estamos a 750 metros de altura ahora mismo. Esta bodega es privada, hace producciones pequeñas y muy cuidadas, que era cómo veía en mis viajes que hacían otras bodegas en diferentes puntos del mundo por los que viajé mientras corría en bicicleta”, explica Ocaña.

Por eso, al retirarse del ciclismo, le propuso a su hermano, que es músico, montar una bodega con este espíritu alejado de las grandes cooperativas. “Y así es como nace esta bodega en la que elaboramos un vino muy cuidado y donde hacemos catas de vino donde damos lo mejor de nosotros, un trato buenísimo, que es muchas veces lo que te diferencia de otras visitas a bodegas del mundo”, apunta.

Aperitivo en la cata de Bodega ValleYglesias. @Cortesía

En el recorrido, los visitantes conocen la sala de depósitos donde está el vino, con “una capacidad para hacer alrededor de 50.000 botellas de vino, es pequeña, pero tenemos todo lo necesario para hacer nuestros vinos con la mayor calidad posible”.

“Me resulta complicado elegir uno de nuestros vinos, pero en las catas me gusta explicar el primero que hicimos: el G2, hecho sólo con uva garnacha centenaria. También elaboramos vinos de pueblo, es decir, cogemos uva de muchos viñedos del pueblo y elaboramos vino de San Martín de Valdeiglesias, que tiene mucha tradición vinícola”, resalta.

Vinos y ciclismo

En esta bodega la bicicleta está muy presente. Dice Ocaña que en la Bodega ValleYglesias tienen impregnados los valores del ciclismo como la disciplina, la pasión o el esfuerzo, entre otros. Lo que hacía encima de la bicicleta, el mismo sacrificio lo pone en sus vinos.

Edición limitada de la bodega. @Cortesía

“Al principio, sin contactos, todo el mundo nos comentaba que íbamos a hacer una locura, pero hemos aprendido mucho y lo hacemos todo nosotros como esta edición de Los tres grandes: un tinto, un blanco y un rosado. Todos homenajean a esos primeros ciclistas de la Vuelta a España, el Tour de Francia y el Giro de Italia”, explica con las botellas en las manos.

En verano, el porche de esta bodega protege de los últimos rayos del atardecer, al lado de cultivos de lavanda, donde se charla sobre vinos y sobre la vida. Y en invierno, cuando el frío de Gredos pega duro, los visitantes de la bodega se resguardan en el interior mecidos por el calor de la chimenea. Un plan de diez a sólo una hora de Madrid.