En España el entramado empresarial está trenzado fundamentalmente de pequeñas y medianas empresas. En concreto, y según datos de CEPYME, las pymes suman al PIB el 62% y crean alrededor del 90% del empleo nacional. Es decir, la fuerza de nuestra economía de país se sustenta sobre pequeñas empresas que apuestan por trabajar en su entorno o seguir adelante con el negocio familiar.

No todo van a ser multinacionales, hay pequeñas empresas y proyectos llenos de ilusión que dan vida a la España rural porque tienen la capacidad de crear empleo, riqueza, bienestar y, sobre todo, ilusionar a las generaciones más jóvenes para que no abandonen sus lugares de origen.

El de Aires de Jaén es uno de esos casos. Está ubicada entre Jabalquinto y Mengíbar, en pleno campo jienense de donde cada año salen millones de litros del “oro líquido” que luego se consume en medio mundo. Y es que además de ser una de nuestras señas de identidad como país, el aceite de oliva virgen extra “tiene mucho camino por recorrer y mucha cultura por difundir más allá de nuestras fronteras”, como reconoce Rosa López, tercera generación de la familia que está detrás de esta empresa y directora general de la misma, junto a su hermano Matías.

Por eso, cuando los hermanos López se hicieron cargo de la empresa familiar allá por 2010 no dudaron es apostar por las exportaciones como vía para hacer crecer su negocio. Para ello, buscaron a un compañero de viaje que les apoyase en este camino, y dieron con Banco Santander como “partner indispensable para poder llevar nuestros productos a todo el mundo”, explica Rosa.

El camino recorrido por Aires de Jaén

Los orígenes de Aires de Jaén se remontan a los años 60 cuando Matías López compró Finca Badenes, el terreno donde hoy desarrolla toda su actividad la empresa de exportación de aceite de oliva. A mediados de los 90, su hijo Miguel Ángel López Barea toma las riendas del trabajo de su padre y decide hacerlo crecer comprando nuevas hectáreas de olivos y dotándolas de la tecnología más vanguardista del momento.

Una década más tarde, sus hijos Matías, Rosa, Carmen y Esther, actuales gestores, también se unieron al negocio conformando la tercera generación de olivareros y aceiteros. Y de ahí hasta hoy habiéndose convertido en una de las principales exportadoras de aceite de oliva virgen extra de Andalucía con 32 trabajadores y 9 millones de litros de aceite comercializados al año, de los cuales exportan aproximadamente 4 millones a más de 50 países.

En este impulso hacia el exterior revierte el trabajo de José Manuel. Es el hijo de Rosa, y por tanto, la cuarta generación de la familia López que continúa con el proyecto que su bisabuelo un buen día puso en marcha.

Actualmente, es el responsable de Exportación de Aires de Jaén en Latinoamérica, Norteamérica y Golfo Pérsico y es ejemplo de esos jóvenes que han nacido y crecido en la España rural que han apostado por quedarse a vivir y trabajar allí: “El campo siempre ha tenido un papel importantísimo en mi vida. Con 18 años decidí irme a Madrid a formarme y fue una época esencial para mi apartado personal y profesional. Sin embargo, siempre tuve claro que quería volver a casa”. Por eso, desde su propia experiencia, anima a que “un joven que tiene la oportunidad de apostar por el entorno rural le diría que, si puede permitírselo, se forme y vuelva aquí”.

Siendo Aires de Jaén un ejemplo de empresa nacida por y para la comarca donde desarrolla su actividad, su tío Matías, quien comparte las labores de la dirección general con su hermana Rosa, coincide con la versión de José Manuel: “Es una forma de vida, una manera de conciliar la vida familiar y profesional, y también permite disfrutar de la naturaleza todos los días. Por eso, tenemos que apostar porque el campo, si lo hacemos, sin duda, ganaremos”.

Más de 3.200 millones de euros en 2022 para el sector agro

Sin embargo, y a pesar de la riqueza y la honestidad que brinda el campo, la industria agrícola en muchas ocasiones tiene que sortear problemas importantes que frenan su crecimiento. La falta de inversión, la escasez de talento joven que aporte innovación y continuidad a los negocios familiares, así como falta de mano de obra que trabaje la tierra.

Por eso Banco Santander lleva años trabajando para impulsar este sector y contribuyendo a que no quede atrás con respecto a los cambios que el conjunto de la sociedad experimenta. Una labor que en 2022 se ha traducido en los más de 3.200 millones de euros en financiación que ha destinado a los más de 415.000 clientes agricultores y ganaderos con los que cuenta en España.

La contratación de los Anticipos Cosecha, el Préstamo I+D+I Agro o los préstamos a largo plazo para la transformación de fincas a cultivos más rentables, con foco en la digitalización y la sostenibilidad, han sido algunos de los productos más demandados durante el pasado año.

Recientemente, la entidad ha dado un paso más en su apuesta por el sector agroalimentario con el lanzamiento del Fondo Agro Smart, dotado con 500 millones de euros, y que supone una nueva vía de financiación estratégica para empresas del sector que quieren ampliar sus inversiones y acometer nuevos proyectos de crecimiento, transformación de fincas, digitalización y creación de empleo.

Una apuesta que, en línea con lo que asegura Matías López, “pone de manifiesto que existen otras alternativas, muy válidas al desarrollo de las personas”.

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