La inversión en investigación científica encierra el presente y el futuro de la humanidad. Gracias al esfuerzo y empeño de grandes mentes científicas especializadas en diversos campos, avaladas por mecenas públicos y privados, hemos superado la mortalidad de multitud de enfermedades que durante años fueron mortíferas
Es cierto que aún no se han encontrado soluciones científicas para todas las dolencias actuales, sin embargo, sí que muchas de ellas se conocen y se combaten con tratamientos con altos índices de éxito que han requerido de grandes dosis –y horas– de investigación por parte de la comunidad científica nacional e internacional.
Promover convenios de investigación inmunológica y oncológica, entre otros campos, impulsar proyectos que den salida a los jóvenes investigadores, así como conformar entes públicos dedicados a la investigación como, por ejemplo, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), son las iniciativas que permiten construir un verdadero derecho humano a la ciencia.
Construir el derecho humano a la ciencia
Acrecentar día a día el conocimiento de las ciencias, así como fortalecer la capacidad científica en todos los países para paliar los problemas que surgen, a veces, de forma sorpresiva, según detallan desde el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU, son algunos de los puntos que ratificaron varios estados en los conocidos ‘Pactos de 1966’ tras la Declaración Universal de los Derechos Humanos donde el artículo 27 establece que “toda persona tiene derecho a participar en el progreso científico y en los beneficios que de él resulten”.
Irina Bokova, la ex directora general de la UNESCO –cargo que ostentó desde 2009 hasta 2017–, siempre ha afirmado que la investigación “es un factor de aceleración”, no sólo para la comunidad científica, sino también para “el desarrollo económico” de los países. Una línea que ha seguido la actual líder, Audrey Azoulay, quien defiende que “la ciencia puede contribuir a cerrar las brechas en materia de ciencia, tecnología e innovación, asegurando que el progreso científico y tecnológico sea beneficioso para todos y no dejemos a nadie atrás”.
La financiación privada como complemento a los Presupuestos
Cabe recordar, además, que la financiación de la investigación científica ocupa una parte importante en los Presupuestos Generales del Estado de España. Las cuentas públicas de 2018, que son las que se usan en la actualidad hasta la aprobación de las nuevas partidas, elevaron un 8,3% hasta los 7.044 millones de euros la cifra dedicada al gasto en investigación y ciencia.
No obstante, a pesar de las buenas intenciones, la cifra es, desafortunadamente, más baja que la media de los países de la Unión Europea (UE). Según datos del INE, el porcentaje del PIB destinado a I+D+i es del 1,2%, mientras que en Europa se destina algo más del 2%. Es más, Alemania, Suecia o Francia tiene una partida que supera el 2%. Frente a esto, teniendo en cuenta los recortes en financiación pública progresiva en el sector de la investigación que trajo aparejados la gran crisis económica de 2008, son fundamentales e imprescindibles los programas de financiación de las grandes compañías del sector privado.
Banco Santander y su impulso a la investigación
En este sentido, Banco Santander, por sí mismo y a través de la Fundación Santander, cuenta con múltiples iniciativas centradas en dar un impulso a la investigación científica y apoyar a la comunidad de investigadores científicos. A través de la Fundación, destaca el CNInnOtrain, un programa de formación empresarial para científicos que ha sido diseñado ‘ad hoc’ por el IE Business School de Madrid con el fin de proporcionar a la comunidad científica los conocimientos necesarios sobre estrategia, marketing y liderazgo para ampliar su abanico de oportunidades profesionales.
Además, una de las áreas que forman parte de la investigación impulsada a través de la Fundación es la lucha contra el cáncer. Desde hace más de una década, mantiene un convenio con el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas Carlos III (CNIO) para traer a nuestro país al mejor talento en investigaciones oncológicas. Concretamente, investigadores de Reino Unido y EEUU vienen a España durante 24 meses para intercambiar bilateralmente sus conocimientos sobre el cáncer, así como para impulsar la colaboración científica y el acceso al conocimiento de última generación.
Ni un momento de tregua al cáncer
Anualmente, también desde la Fundación Banco Santander y la Sociedad de Científicos Españoles en Reino Unido se convoca el Premio Talento Emergente SRUK/CERU. Un reconocimiento a la trayectoria de un joven investigador menor de 40 años que haya desarrollado su labor en el país británico durante al menos tres años. El premio, además de reconocer y difundir la actividad investigadora de estas brillantes mentes, está dotado con 14.000 libras.
En la edición de 2019, el premio recayó sobre el doctor en Química por la Universidad de Barcelona, Marc Vendrell, entre un total de trece opciones de altísimo nivel. Este catalán desarrolla su actividad investigadora en la Universidad de Edimburgo y cuenta con un equipo –de entre 10 y 13 personas– que está considerado pionero a nivel internacional en el diseño de marcadores para microscopia con una especificidad y una sensibilidad sin precedentes.
“Desarrollamos nuevas tecnologías de imagen, nuevos prototipos para lograr una información más precisa que nos dé respuestas para saber cómo actúa nuestro sistema inmune en situaciones de cáncer. Trabajamos para aplicar estas investigaciones en todo tipo de procesos de cáncer, pero es verdad que actuamos, sobre todo, en los más dañinos”, explica Vendrell a OKDIARIO. Afortunadamente, gracias a la investigación de profesionales como Vendrell, el cáncer ya no es igual a muerte, sino a esperanza. “El cáncer es curable, más de la mitad de los casos se salvan. Estamos trabajando para mejorar la esperanza y la calidad de vida de los enfermos”, añade.
Vendrell, que está agradecidísimo por la evaluación tan positiva que se ha hecho de su labor porque es la confirmación de que “vamos por el buen camino”, va a usar el premio para extender “una red de colaboraciones con otros grupos de investigación, especialmente españoles, con gente con intereses comunes, que están trabajando, como nosotros, en el camino de seguir llevando la tecnología más avanzada a los hospitales”. Además, como reflexión final, asegura que la ciencia “necesita gente formada y presupuesto para investigar. Hay que concienciar, no sólo a los políticos, sino a todo el país. La investigación es básica para todos”. Una afirmación que se pone de manifiesto ahora más que nunca.
Impulsar, compartir e intercambiar el conocimiento científico entre países y colectivos procedentes de diversos puntos del planeta es la combinación perfecta para hallar las respuestas necesarias a decenas de preguntas científicas que aún están por resolver, pero que serán imprescindibles para un devenir próspero.