Que levante la mano quien no haya visto aún alguna de esas imágenes con miles de recipientes de plástico flotando en mares inmensos. Las hemos sufrido todos, ¿verdad? Sucede, al menos que se tenga constancia, en cinco lugares del planeta: uno en el océano Índico, dos en el Atlántico (Norte y Sur) y otras dos en el Pacífico (Norte y Sur). Extensiones enormes, llamadas “sopas”, de plástico flotando. Y eso es lo que ve; porque se han llegado a encontrar restos a más de 10.000 metros de profundidad.
Según los datos que ha publicado la Fundación Aquae, cada segundo, se arrojan más de 200 kilos de plásticos a los mares y a los océanos. Se calcula que el 70% se va al fondo marino y solo el 15% se queda flotando. En total, se cree que los océanos acumulan más de 250.000 toneladas de plásticos en sus aguas, a razón de 8 millones de toneladas por año.
Para comprobar cuán importante es el plástico en nuestras vidas basta con echar un vistazo a nuestro alrededor. En nuestro trabajo, por la calle y, por supuesto, en nuestra casa. Cada vez usamos más este producto derivado, en su inmensa mayoría, del petróleo, que cuenta con un proceso de fabricación muy sencillo y con unos costes de producción muy bajos.
Se trata, y de aquí procede el grandísimo problema, de un producto que no es fácilmente reciclable y que no se desintegra rápidamente, sino todo lo contrario. 150 años es el tiempo que tarda una bolsa de plástico común en degradarse y, en el caso de algunas botellas fabricadas con polyester, esa cifra puede alargarse fácilmente hasta los 1.000 años.
Sí al consumo sostenible
Consciente de esta emergencia mundial, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha colocado el asunto entre sus Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) puestos en marcha tras haber sido superados los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM). Se trata de 17 medidas formuladas para erradicar la pobreza, promover la prosperidad y el bienestar para todos, proteger el medioambiente y hacer frente al cambio climático a nivel mundial.
En concreto, la 14ª de esas medidas indica, literalmente, lo siguiente: “Conservar y utilizar en forma sostenible los océanos, los mares y los recursos marinos para el desarrollo sostenible”. La referencia es aquí evidente, aunque también se puede extraer de la lectura de los objetivos 12º (“Garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles”) y 13º (“Adoptar medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos”), respectivamente.
En España, el problema del masivo consumo de plástico también es grave, aunque no tan acuciante como en otras partes del mundo. La cultura del reciclado, tan alejada de la mentalidad española hace solo un par de décadas, está dando sus frutos de manera categórica. De hecho, y según refleja el informe anual estadístico que realiza Cicloplast, entidad formada por el sector de los plásticos, en colaboración con Anarpia (Asociación Nacional de Recicladores de Plástico), 2017 fue el primer año en el que la cifra de toneladas de plástico reciclado superó a la de plástico depositado en vertedero.
Según estos datos, España habría cumplido y superado ampliamente el objetivo legal de la Unión Europea del 22,5% de reciclado de envases plásticos, alcanzando en el año 2017 un índice del 48% de todos los envases, lo que supone un reciclado de 771.000 toneladas. Utilizamos el condicional porque la última estadística hecha pública por Greenpeace cifraba ese porcentaje en solo un 25%. Y lo hacía en 2016, solo un año antes de los exitosos datos publicados por Cicloplast.
Lo que no admite controversia es que el mensaje del reciclado, el del plástico en particular con los más de 300.000 contenedores amarillos distribuidos por las calles de todos los municipios españoles, está calando. Primero, entre la población. Según los datos de Ecoembes, en 2018 cada ciudadano llenó el contenedor amarillo un 12,3% más que el año anterior. Es decir, cada español separó y depositó en los contenedores amarillos 15,7 kg. de envases de plástico, latas y briks.
En este sentido, España se sitúa como el 6º país donde más envases se reciclan de los 28 que conforman la Unión Europea, solo superado por Alemania, Países Bajos, República Checa, Dinamarca y Bélgica, que es donde más concienciados están.
Reducir también en el ámbito laboral
El problema derivado del altísimo consumo de productos plásticos también ha llegado al mundo empresarial. En octubre del año pasado, 250 empresas (muchas de ellas multinacionales) que representan el 20% de la producción de embalajes plásticos del mundo se comprometieron a que en 2025 el 100% de estos plásticos sea reutilizable, reciclable o convertible en compost.
A nivel más local abundan los ejemplos. La cadena de supermercados Lidl decidió eliminar las bolsas de plástico de todos sus establecimientos antes de finalizar 2018, y la compañía hotelera Iberostar está en camino de convertir todas sus instalaciones en “Single Use Plastic Free”. En el terreno político, la Comunidad Autónoma de Navarra fue la primera de España en obligar a cobrar por las bolsas de plástico en todos los establecimientos y ha señalado 2020 como fecha para su prohibición por completo.
Plenamente consciente de su compromiso con la sociedad y el medioambiente, Banco Santander no se ha quedado a un lado en esta lucha. A través de su programa Natura, el banco ha puesto en marcha la limpieza de costas y riberas fluviales con el apoyo de empleados, prejubilados y jubilados, junto con sus familias y clientes, así como con la nadadora Mireia Belmonte. En el último año, más de 450 voluntarios estuvieron trabajando en las playas de gallegas de Cedeira, Baiona, Vilagarcía, Doniños, en el murciano Cabo Cope y en la ribera del Guadiana. En total, se han recogido más de una tonelada de residuos y plásticos en un proyecto que pronto se extenderá a todas las regiones del país.
Además, este compromiso de Santander se ve también reflejado en el reciente anuncio realizado por el Grupo para eliminar todos los plásticos de un solo uso en sus edificios en el mundo antes de 2021, dentro de las 10 metas de banca responsable hasta 2025 que ha definido para contribuir a la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU.
Banco Santander, junto con más de 125 bancos, firma los principios de Banca Responsable para contribuir a los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas, en su compromiso por un futuro sostenible e inclusivo.
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