Atención, fanáticos de las compras. Las tarjetas revolving son un tipo de tarjeta de crédito -compras y pagas después- que permite aplazar los pagos con sus respectivos intereses. La diferencia con las tradicionales reside, precisamente, en el pago del crédito, ya que las revolving permiten fraccionarlo en vez de devolverlo de golpe.

Los usuarios tienen varias opciones a la hora de devolver el crédito: pagar un porcentaje del crédito consumido o pagar una cuota fija mensual (con independencia del gasto de la tarjeta). Las entidades financieras recomiendan tener este tipo de tarjetas porque además de tener estas ventajas, tienen los mismos beneficios que las convencionales: desde contratar seguros hasta tener descuentos.

Lo cierto es que los ciudadanos españoles cada vez se animan más a contratar este tipo de tarjetas. Según datos de la Asociación Nacional de Establecimientos Financieros de Crédito (Asnef), el crédito revolving se disparó en 2017 un 13,23% hasta superar los 10.578 millones. De esta cantidad, 9.988 millones de euros corresponden a crédito con tarjeta.

Cantidades pequeñas

Los expertos recomiendan utilizar las tarjetas revolving para pequeñas compras, con un límite aproximado de 1.000 euros. De esta manera, el usuario puede devolver el importe en plazos de una forma cómoda sin que los intereses encarezcan de forma considerable la financiación.

Al ser un crédito que no tiene un número fijo de cuotas -las establece el cliente- y tiene un carácter rotativo -el límite del crédito se reduce a medida que se va pagando-, la principal ventaja es que los intereses a pagar son en base al dinero que se utiliza, no al crédito concedido.

Para aquellos que no tienen tiempo para acercase a la oficina de su banco, otra de las ventajas de estos créditos revolving es la flexibilidad: no hay que volver al banco para pedir un crédito nuevo, ya que se restablece las veces que el usuario elija.

Y, si en un momento dado el usuario está pasando por un momento económico difícil, este tipo de tarjetas permiten retrasar el pago o pagarlo con antelación para evitar el incremento de intereses.

Sin embargo, las ventajas de estas tarjetas pueden ser, al mismo tiempo, sus principales inconvenientes si no sabemos gestionar nuestros gastos. Es decir, si las cuotas que establecemos para el pago del crédito son muy bajas, se corre el riesgo de que paguemos muchos intereses por no ser capaces de cubrir la financiación. Como con cualquier préstamo que solicitemos, la demora en el pago puede provocar que lo ‘barato salga caro’.

Banco Santander: Mi Otra 1/2/3

Con el auge del consumo, la mayoría de entidades financieras reforzaron su oferta de financiación al consumo con el lanzamiento de sus tarjetas revolving. En 2016, Banco Santander comenzó a ofertar Mi Otra 1/2/3, una tarjeta para compras especiales con un límite de crédito de 12.000 euros.

Esta tarjeta, exclusiva para clientes con la Cuenta 1|2|3, es gratuita durante el primer año y se puede renovar sin ningún coste a partir del segundo para aquellos clientes titulares de otras tarjetas de crédito.

La tarjeta Mi Otra 1/2/3 permite el ‘crédito en el bolsillo’, una financiación inmediata sin compromisos ni gastos extra y a un tipo de interés mensual del 1% TIN en pago aplazado -en el mercado, la media para estas tarjetas se sitúa en el 2%-.

Los titulares de la tarjeta pueden configurar la duración y el importe a devolver con flexibilidad: se puede materializar en una cuota mensual fija entre 50 y 600 euros -siempre que sea más de un 5% del límite dispuesto-. Además, la entidad ofrece obtener acciones de Santander por su uso trimestral.

La tarjeta puede destinarse a compras especiales o inesperadas, pero también puede utilizarse para obtener Dinero Directo (traspaso de saldo de la tarjeta a la cuenta) y disposiciones en efectivo sin comisión en cajeros Santander España.

Más pagos con tarjeta

Aunque el efectivo sigue siendo la forma de pago más habitual de los españoles, no es su preferida, según Mastercard. Cuatro de cada diez consumidores prefieren utilizar la tarjeta de débito o crédito.

En 2018, se contabilizaron más de 3,4 millones de operaciones de compras en terminales de punto de venta, según datos publicados por el Banco de España (BdE) y los expertos apuntan que estas cifras seguirán creciendo en los próximos años.

En función de cómo se abone el importe de las compras, hay diferentes tipos de tarjetas: de crédito, donde el titular contrae una deuda con la entidad financiera y debe ‘devolvérselo’ a fin de mes; de débito, donde el pago se carga directamente en la cuenta del cliente; o revolving, donde se puede financiar el crédito de la tarjeta.

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