La educación debe ser la base de nuestro cambio social porque será el presente y el futuro de nuestro progreso. Un afán de superación que como país debemos tener y del que, además, deben participar todas las personas independientemente de sus aptitudes. La abundancia de perfiles diversos en una organización o colectivo lo que hace es, sin duda, elevar su riqueza. Para lograr el objetivo de la plena inclusión, explican a menudo los expertos en educación, es necesario abrir los ojos a los demás, al mundo que nos rodea, y valorar en los demás, en nuestros conciudadanos, sus habilidades y sus potencialidades listas para incorporar a cualquier plan, ya sea empresarial, social o cultural.
Lo diferente jamás resta, sin embargo, lo cierto es que el colectivo de las personas con discapacidad es uno de los más castigados por el desempleo debido a la estigmatización, la discriminación o por el desconocimiento que se tiene en general de sus capacidades reales.
En este sentido, el Observatorio sobre Discapacidad y Empleo (Odismet), que emite un informe anual sobre la situación de este colectivo en el mercado laboral a través de la Fundación ONCE, señala que el “problema no está sólo en la baja tasa de empleo, sino también en el hecho de que las personas con discapacidad a veces no se plantean trabajar porque creen que no pueden acceder al mercado al no darles la oportunidad”.
Una sociedad inclusiva debe ser nuestra meta como personas
El mundo necesita que nos escuchemos como personas y que, además, tendamos las manos a aquellos que, aún teniendo grandes dosis de potencial que aportar, no tienen voz. Una sociedad inclusiva y de calidad debe ser nuestra meta como personas. No obstante, y afortunadamente, cada vez es menos común la idea de que las personas con alguna discapacidad, ya sea física o psíquica, no pueden trabajar de la misma manera que lo hace cualquier otra persona.
Sin embargo, para ello, se requiere no sólo de una renta mínima estatal que garantice el acceso de estas personas a un bienestar real, sino, además, unas políticas sociales de empleo activo directamente impulsadas por el Gobierno, tal y como demandan desde CERMI Estatal. Por ejemplo, desde ASPACE se ha señalado, hace apenas unas semanas en la jornada ‘Renta mínima estatal y personas con discapacidad: un nuevo horizonte contra la exclusión’, que en este momento solo el 5% de las personas con discapacidad cerebral han accedido al mercado laboral o aseguran que tampoco las personas con TEA lo tienen fácil a la hora de buscar un empleo con el que llevar “una vida digna”.
Pepa Torres, secretaria general de la Comisión de Inclusión Laboral de CERMI, recordó, además, que en los últimos años “los sistemas de protección social se han debilitado” y lamentó, además, que “el empleo haya perdido su papel central como promotor de la inclusión social”.
El cambio de las personas marca la evolución de las empresas
El cambio de las personas marcará, sin duda, la evolución de las empresas como organización y espacio plenamente inclusivo donde nadie se quede fuera de la formación o el mercado laboral. Con el tiempo las compañías, independientemente de su tamaño, han aprendido que descartar a un empleado por esta razón podría cercenar la posibilidad de incorporar a sus plantillas talentos inesperados.
Es cierto que aún, y a pesar de los esfuerzos de las administraciones públicas, las asociaciones sociales y las compañías por la inclusión al funcionamiento diario de la sociedad, queda mucho camino por recorrer. De todo el entramado social, no obstante, la colaboración público-privada será clave, aunque probablemente sean las compañías de carácter privado las que, con su afán de tener un impacto positivo sobre la sociedad y sus capacidades económicas, las que protagonicen las iniciativas más importantes.
Conocer y dar a conocer iniciativas inclusivas
Por ejemplo, Banco Santander, una de las principales entidades bancarias del mundo, ha convocado, a través de la Fundación Universia y junto a la Fundación Konecta, las Ayudas a Proyectos Inclusivos que dotarán de 50.000 euros a aquellas entidades que lleven a cabo iniciativas inclusivas. Un proyecto de carácter social que tiene como fin impulsar la participación y la independencia de las personas con discapacidad.
Sonia Viñas, directora de la Fundación Universia, detalla que estas ayudas surgen porque detectan que hay “un tejido asociativo –tercer sector– que trabaja por las personas con discapacidad, que tienen contacto directo con ellos y sus necesidades, y que, además, poseen proyectos muy interesantes que tienen como objetivo la inclusión”. Con estas Ayudas a Proyectos Inclusivos, que poseen varias categorías, la Fundación Universia logra conocer –y dar a conocer– proyectos que transforman las vidas de este colectivo en peligro de exclusión laboral y teje todo un ecosistema para facilitar que puedan llevarse a cabo.
Proyectos muy pequeños con impactos enormes
“Nos hemos dado cuenta, además, de que no hay tanta concentración en Madrid y Barcelona, sino que también hay planes muy innovadores en muchos puntos de España que, además, comparten muchos puntos en común. Lo que más me gusta es que hay muchos proyectos muy muy pequeños, pero con un gran poder transformador”, añade. Estos premios están dotados de una cuantía económica importante para las organizaciones del tercer sector y desde la fundación les ayudan a profesionalizarse en aspectos financieros o de comunicación, entre otros.
Cree Viñas que si no facilitamos el acceso de estas personas al mercado laboral “estamos perdiendo talento” porque, apunta, la sociedad “está compuesta por una rica diversidad humana y, si no das cabida a este colectivo, estás perdiendo a una parte de la sociedad”.
Y no sólo eso, además, explica que “si los rechazas estás perdiendo todo lo que la diversidad aporta: innovación, empatía, diferenciación, compromiso, mitigación de riesgos, flexibilidad, transformación cultural, etc”. Eso sí, Viñas advierte, que, a pesar del impacto positivo que conlleva, “no hay que perder de vista la complejidad de la gestión dentro de las compañías porque a veces hay que tener en cuenta algunos ajustes razonables para una correcta adaptación persona- puesto-entorno ”.
No obstante, la directora de Fundación Universia lo tiene claro, “necesitamos generar igualdad de oportunidades porque, a pesar de esta complejidad, el esfuerzo siempre da mucho más de lo que cuesta”.